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Paula corrió con lágrimas en los ojos por una noche que no recordaba que fuese tan tenebrosa.

Sin embargo, no hay terror que sea mayor a la idea de perder a un amigo de esa forma.

Marcó un número en su celular.

---¿Todo bien?

---No, por Dios. No.

---¿Por qué no? Si ese se agarró con alguno, no creo que sea como... no sé, la gran cosa. Sabés que hacer con ese tipo de heridas.

---¿Qué heridas? Y no, no creo que haya sido una pelea. Teru no se mete en esas cosas.

---¿Segura? Estadísticamente, las personas más agradables, sociables y carismáticas son...--- dijo la muchacha del otro lado, sin embargo, fue interrumpida con inminencia.

---¡Vos tenés más indicios de psicopatía! ¡Y no me estás ayudando!

---¿Alguna farmacia cerca?

---Gracias--- confesó Paula, antes de escuchar una risa entre dientes y un bostezo del otro lado. En aquel lugar era aún temprano.

Compró algunas cosas y, después de correr un poco más, se encontró con la silueta de Arata en la puerta abierta de la casa de los muchachos.

Los trillizos Tenki parecían estar trayendo a su vida una enorme inestabilidad y, en verdad, eso era desagradable.

Pero ellos no lo eran.

Eran buenos amigos, para ella y entre sí. Y eran buenas personas, con malas circunstancias.

Se encontró suspirando con profundidad la extranjera, se echó hacia atrás el cabello ondulado y medianamente largo, tragó saliva cuando le dio a Mirai la bolsa de compras.

---¿Y ésto, Paula?

---En casa tengo a una amiga que está un poco... loca--- afirmó, sin saber si sus términos eran del todo correctos. Pero era verdad de todas formas--- Me dijo que comprara ésto.

---¿Y qué hago yo con ésto?--- inquirió Mirai--- Usé hierbas medicinales de mi abuela.

Arata murmuró algo como: grandioso, ahora hay un Teru drogado, tirado en el sillón y lleno de sangre.

Nadie le prestó atención, salvo Miharu, que lo miraba fijamente con un gesto de cierta... incertidumbre. Puesto que Miyabi solía tener el carácter más fuerte de los tres y, en ese momento, no estaba.

---Oí de alguien que las plantas no siempre curan, sólo pueden mejorar y aliviar--- aclaró Paula, sin saber si eso era un aporte o no. Se sentó en el sillón, de tanto correr estaba cansada.

Mirai se sintió ofendida por su comentario.

---¿Disculpa? ¿Quién diría esa locura?

---Una loca, precisamente.

---¿Por qué le crees a una persona que está loca, Secretaria-san?--- inquirió la muchacha del pantalón agujereado.

---No sé. Es mi amiga de hace años, y está loca. Pero la gente loca es la misma que al final tiene esas cosas raras que te acaban sirviendo. Así que... supongo que tenía razón.

---¿Será tarde para cambiar éstos trapos por gasas?--- Paula evitaba mirar la sangre solo para concentrarse en las palabras y ojos de Mirai.

---Eh, sí... O sea, no. Cambiale las telas por éstas gasas--- le señaló Paula.

Arata miraba fijamente a Teru, pensando en lo mucho que le patearía el trasero si estuviese despierto... y si tuviese el estómago de patear a un amigo tan querido.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora