Flowers Of Grateful | Minamoto Teru

33.2

AY ÉSTE CAPITULO Y SUS DOS PARTES ME RE GUSTARON fueron re divertidas de escribir JAJAJ

Lore de paula!!!

FELIZ SÁBADO

* * *

Mirai evitó la mirada de Teru cuando se sentó a su lado.

Se cubrió el rostro con la manta.

Sabía que era él, la voz de Arata resonaba por la cocina a unos metros de ahí.

Le dejó el té en el suelo frente a ella, no había mesa.

"Lo siento", dijeron los dos al mismo tiempo.

Mirai giró la cabeza velozmente en dirección a Teru.

---¿Por qué lo sientes? Tú fuiste quien me salvó, en cambio yo...

Teru dejó su taza al lado de la suya, sintiendo que así le haría compañía. Había notado que, desde hacía cierto tiempo, encontraba placeres y confort en pequeñas cosas que se sentían infantiles e inocentes.

Dicen que eso es lo que hace la gente que sufre mucho, busca esa paz.

---También me salvaste tu a mí, Mirai--- él espetó, señalándose la muñeca--- No sólo la otra vez, cuando me salvaste de caerme a pedazos. Ésta vez me ayudaste con el talismán, el que tenías en la muñeca, ¿Lo recuerdas?

---¿La pulsera? Es de la secretaria.

Él sonrió y se reclinó sobre sus rodillas. Le hubiese gustado que Paula tuviese algún sofá. "Cómprame uno, niño bonito", le hubiese dicho ella.

---Es un talismán. Paula es un angel, ¿Sabías?--- Mirai frunció el ceño. Estaba harta de oír todo como si fuese un estúpido juego de adivinar al personaje.

---¿Podrías explicarme con manzanas y peras por una vez en tu maldita vida, Teru? Cuando te regalaba flores yo te explicaba cómo cuidarlas como para que un niño de cinco años lo entienda, ni siquiera te dije algo como "haz ésto, favorecerá la fotosíntesis". Jamás.

Él sonrió.

---Tienes razón... Bueno...

* * *

---Esta es la mocosa impertinente que nos ha estado ayudando--- comentaba un hombre delgado, alto y altivo--- No importa si es impertinente, se le quitará con el tiempo. Es una excelente mediadora. Las misiones y los deseos de los espíritus... ella lo sabe todo.

Paula llevaba unas pocas semanas en Japón, se las arreglaba para visitar algunos templos e iglesias por deseo de aprender. Además, los gatos que acariciaba, siempre la llevaban por ahí.

Y ahora estaba allí, apunto de arruinar su recién hecha reputación por estar mirando fijamente al presidente del consejo estudiantil de su academia con un rostro serio y un semblante completamente plano; como si no tuviese emociones, como si no tuviese metas...

Como si ese animado discurso que había dado el primer día de clases hubiese sido apagado por una nube de decepción.

"¿Qué haces aquí?", preguntó con sus ojos. Esos ojos que todo lo ven, que todo lo sienten, que todo lo entienden... Que quizás no todo comparten, pero ese mensaje llegó a su receptor final.

Él no la reconoció al principio. No habían tenido ninguna interacción antes, y estaba seguro de que no reconocería casi nadie fuera de Kamone si no fuese por el uniforme. Uniforme que en ese momento Paula no tenía puesto.