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Mirai llegó ese día temprano a la escuela, porque no podía dormir.

Ese lunes por la mañana la pasó tan mal como nunca, y sólo fue a la escuela con una enorme incorporación de incertidumbre y preocupación con cada segundo que pasaba.

Mirai tenía unas notas bastante mediocres, y no le molestaba admitirlo, para ella aprobar era ser la mejor.

Especialmente, porque no todos los estudiantes trabajaban horas y horas para pagar las carísimas facturas de su abuela porque, aún dividiendo sus ahorros para el retiro... no siempre alcanzaba.

Entonces, si ella podía llevar la escuela al día y el trabajo funcionando... y mantener la abuela viva y maleducada como siempre, ¡Bingo! El premio mayor.

Su salón estaba un par de puertas delante del de Teru. Y la verdad es que se lo pensó.

Entrar, no entrar...

No sabía si dejarle aquellas semillas o no.

Le había escrito en una servilleta: crecerán mientras te mejoras, y si te los comes, los tomates te ayudarán a sanar.

Luego, había metido dentro de la servilleta las semillas y lo había doblado. Lo tenía en el bolsillo de la falda pero... no sabía si aún estaba lo suficientemente enojada con él por aparecer golpeado en su casa, no contarle, exigirle el fin de semana más conglomerado posible y provocarle insomnio; como para darle un regalo como los demás.

Sin embargo, entró.

Por un segundo, su corazón saltó al ver la figura de Teru con las mismas vendas del domingo por la mañana. Donde las heridas no estaban tan abiertas pero, de todas formas habían manchado mucho más de lo que Mirai esperaba.

Sin embargo cuando parpadeó nuevamente, no estaba allí, por lo que sintió un hueco en el pecho... quizás no dormir no estaba tan bien después de todo. Quizás debió forzarse a hacerlo.

Y, quizás, forzar a Teru a contarle qué le había pasado.

Por más amargo que estaba el... ¿Té? Que le había dado, estaba segura de que él no confesaría.

Como fuere, mientras Mirai pensaba en ello, colocó la servilleta bajo el escritorio de Teru.

---Espero que no coloques nada aquí hasta que te sientes. Porque últimamente estás bastante...--- "idiota", "distraído", pensaba. Pero sus pensamientos divagaban a la velocidad de la luz: "distraído, ¿Por qué?", "¿Se cayó? No, definitivamente eso no...".

"Kou sabía algo, pero yo no sabía que existía Kou... ay, por dios, ¿Por qué es tan difícil ésto de tener amigos que parecen buenos?".

"¿Y si está en peligro?".

---Ay, qué estrés.

---¿Verdad? Pero tranquila, que Teru es así--- espetó una voz suave y sería, antes de suspirar por el susto de Mirai.

---Arata, asustarme así una vez más equivaldrá a golpearte con una...

---¡Buenos días!--- exclamó Arata--- Buenos días, Mirai. Se dice buenos días.

---Ya--- Mirai lo miró fijamente, entrecerrando los ojos.

---Teru está bien--- ella suspiró--- De hecho, viene hacia acá.

---Excelente, nos vemos después--- dijo Mirai hasta llegar a la puerta. La abrió rápidamente, y luego le señaló con el dedo índice y mayor--- Y no le digas que me viste.

---¿Alguien me habla? No oigo a nadie.

Mirai sonrió, agradecida por el gesto, y Arata le guiñó un ojo.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora