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---Ustedes son raros...

Teru asintió ante la acusación de Mirai.

---Cierto, cierto--- él sonrió--- Pero tú también eres rara.

---¿Por qué?

---No es usual que los espíritus te tomen de rehén. Eres una... víctima muy extraña.

La mirada de la joven se oscureció ante el comentario del muchacho. Él no tendía a hacer ningún tipo de daño, sin embargo, había que tener en cuenta que ambos transitaban en realidades diferentes: ella vivió siempre en la mundanidad de sentirse ajeno a la espiritualidad "tangible"; mientras que él dedicó momentos, desde que tenía memoria, a volverse parte de esa realidad tangible.

Les gustase o no. Quizá eso los hacía un poco... inseparables. No en un sentido donde se amaran profundamente y simplemente hubiesen desistido de la idea de separarse, sino donde simplemente se encontraban volviendo al otro y resolviendo situaciones que quizás no les correspondían.

Y solucionaban las cosas sin darse cuenta. Quizás eso les gustaba, un poco, del otro.

---Esa cosa me gritó...--- ella jugó con sus manos, intentando lavarse el sentimiento de suciedad de encima--- Y para colmo yo fui y me tragué agua sucia. Qué asco.

---Sí. Supongo. No es que haya sido amable tampoco con nadie--- Teru le tomó la mano, porque vio que se estaba frotando con demasiada fuerza. Mirai no dijo nada--- Pero, siendo justos, tampoco le dieron mucho amor, ¿No?

---¿Y yo qué culpa tengo?

Teru sonrió ampliamente, asintiendo con la cabeza. Pero, internamente, suspiraba. Suspiraba pensando: "eso mismo quisiera saber yo".

---No la tienes, ¿Tú lo mataste?

---No.

---¿Lo agrediste?

Mirai se silenció, no sintiendo culpa, sino recordando un poco de lo que había sucedido.

---Uh... Creo que le escupí.

Teru le besó los nudillos suavemente.

---Bueno. Si de algo te sirve, yo lo obligué a trascender--- él se encogió de hombros--- Como si lo echara de éste plano y ya. Adiós.

Mirai se rió entre dientes.

---De verdad son raros, ¿Eso vive el príncipe de Kamone siempre?--- sonrió ella, y eso le hizo sonreír un poco a él, aunque la respuesta a esa pregunta no le gustase para nada.

---Bueno, es...--- él se sobresaltó cuando la televisión se prendió de repente. No recordaba una televisión allí, pero tampoco lo había mirado demasiado en vista de que la misma situación no le había permitido ver mucho más que a sus compañeros heridos, a Arata preocupado, pensando un poco en su familia y después de discutir un poco con Paula.

Miró hacia atrás, porque ninguno tenía el control remoto. Era Arata.

---Mira lo que encontré--- le dijo él, mostrándole el pequeño artefacto con una sonrisa.

"¿Por qué tan contento?" Era el gesto que tenía en los ojos el muchacho al ver a su amigo, que había colocado una película infantil en la televisión. Arata sólo parpadeó inocentemente con una sonrisa, mirando a Teru.

Eso no respondía la pregunta interna del exorcista, pero estaba bien.

---Oh... esa es una buena película--- espetó Paula, tomando asiento al lado de Mirai en el suelo--- En casa les gustaba...

---¿Moana?--- espetó Teru mientras veía cómo Arata también se acomodaba en el suelo al lado de los demás--- Ella es como tú.

Mirai primero miró a Paula, y después miró a Teru, posando en él una pregunta muy obvia: ¿De qué estás hablando?

Teru sonrió y asintió con toda seguridad.

---Mira--- señaló a la televisión con el dedo índice, dejando la taza en el suelo--- Paula es como Moana. Ella también ve espíritus.

---Todos lo hacemos, Teru.

---Pero tú no ves sólo al espíritu, tú ves cómo es el espíritu, ¿No hace ella eso?

---No. Ella canta con los espíritus. Yo sólo...--- él negó con la cabeza antes de que Paula pudiera terminar con su frase.

---No, no, no. Eres como ella. Tú también ves su potencial--- dijo, ahora observando a ningún lado en particular, simplemente tomándo el té--- Verás, Mirai... Y, bueno, Arata. Paula ve al espíritu y ve su... ¿Energía?

---Alma--- discutió Paula.

---No, no es el alma. El alma es el espíritu.

---Callate, Teru. Yo sé lo que veo. Métete en tus asuntos.

Mirai y Arata se miraron de reojo, en silencio, secretamente pensando en cuál abismal sería la diferencia entre alma, espíritu, energía...

Mirai pensó que quizás, si ella no hubiese estado sentada en medio de ellos dos, quizás se hubiesen peleado con... Alguno que otro golpe.

---Bueno... está bien. Paula ve el alma del espíritu, y ve si está... clara, o turbia. En porcentajes, de seguro.

---No es en porcentajes, Teru. Soy una persona, no un dispositivo de análisis. Sólo veo si tienes el alma turbia hasta las rodillas, hasta el cuello... Hasta los codos...--- explicó, principalmente dirigiéndose a Mirai. Arata lo había entendido rápido, por alguna razón. Mirai, por el contrario, seguramente estaría demasiado atónita para entender todo rapidamente.

---Como en Lilo y Stitch--- espetó rápidamente Arata. Y todos se quedaron viéndole. Si no lo quisieran tanto, seguramente alguno le hubiese dicho algo como...

---¿Tú eres tonto?--- inquirió Mirai. Y Arata, en lugar de ofenderse, se enderezó y sonrió ampliamente.

---¡No, no! Escúchame: ya viste cuando Lilo le dijo a Stitch "mira, éste eres tú. Y ésta es tu maldad...".

Iba a terminar la frase, pero Paula fue más rápida.

---"Es demasiado para alguien de tu tamaño".

Asintió rápidamente, Arata. Y Paula le sonrió.

Era exactamente así: podía ver a la presencia de los espíritus como si fuesen entidades completamente planas, que tenían colores más opacos y más turbios de acuerdo al índice de maldad contenida que podrían llegar a tener, tanto en ésta vida como en la otra.

Algo que Paula no explicó, y que desearía haberlo hecho porque teru no estaría de acuerdo, es que los espíritus tienden a cuidar a la gente.

El espíritu que no está perdido y sin embargo está en este mundo, suele servirse a sí mismo, cumpliendo una misión que quizá nunca le perteneció pero que de todas formas quiere cumplir: quiere cuidar.

Quiere ayudar, quiere proteger.

Pero Teru no pensaba que ésto fuera así, y Paula lo respetaba, pero le resultaba doloroso pensar en todos los seres del otro mundo como gente mala. Después de todo, su Dios estaba hecho de amor.

Y, puede que no para todo el mundo, pero para ella esos pequeños espíritus que cuidaban a las personas en éste mundo, después de haber cumplido su ciclo, eran pequeños enviados de Dios.

Y ojalá Teru lo entendiera.

---Oye, Teru.

---¿Qué, Paula?

Ella le mostró su taza.

---Salud, por el salvador que nos trajo a casa. A medias, pero respirando.

Él chocó su taza con la suya, suavemente.

Y Mirai se unió, sin saber si realmente le pertenecía el derecho de participar.

---Salud... y gracias--- admitió Mirai.

Arata sólo chocó la taza rápidamente con las demás mientras estaban juntas.

---Gracias por volver. El hecho de que volvieran me ahorra el último año más aburrido de mi vida--- él guiñó el ojo--- Ahora cállense, Moana está por hablar con sus ancestros.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora