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---Yo creo que sí.

---¿De qué hablas? No creo que sea así, Paula--- afirmó con lo que creía que era un semblante seguro, Arata.

---¿Cómo que no?¿Cuántas veces Mirai ha hecho lo del sábado?

---Bueno, a ver... es que nunca... nunca nadie se había quedado tanto tiempo a su lado como para que caiga al suelo cerca de su casa todo ensangrentado por vaya a saber Dios qué cosa.

---Ya...--- expresó ella--- Pero no, yo te digo que hay algo raro. Yo te digo que a ella le gusta... y Teru tiene algo raro.

---Él es raro, pero como es lindo lo dejamos pasar--- Arata confesó con seguridad mientras sorbía té de una tacita rosa, que por algún motivo había comenzado a usar desde que Paula le ayudaba con el inglés, y él le ayudaba con las matemáticas algebraicas que, Dios sabría cómo había entendido eso y no el idioma más sencillo del mundo pero, al menos era útil.

Paula alzó una ceja con dudas, y dejó su taza en la mesa.

---No estarás negando el amor de Mirai por Teru porque él te gusta a tí, ¿Verdad?

---Ah, no, no... por favor, me gusta más su hermano--- dijo él, en broma. Pero Paula alzó una ceja con toda la seriedad del mundo--- Era una...--- dijo, pero ella lo interrumpió, tomando el móvil entre sus delgados dígitos.

---No, no, no. Llamaré más tarde a Teru y pondremos al pequeño Kou bajo llaves, por favor abstente.

---¡Era broma, Paula!

---Pues no parece, porque lo que yo creo, es que de hecho...--- quiso seguir hablando, pero él dejó la taza y se cubrió el rostro con ambas manos por un segundo.

---Bueno, está bien. No le digas a Teru, pero sí es cierto, y es un secreto. Un secreto de los que no se dicen... Mirai es la que le ha estado enviando notas, pero ella le envía esas cosas y a veces se las entrego yo. No es la gran cosa tampoco, pero ya, es verdad.

---No te preocupes, Arata--- dijo ella, muy segura de sí misma y con una sonrisa--- De hecho, me encantan los chismes, aunque nunca le digo nada a nadie.

---¿Qué?

---¿Qué te piensas?¿Que hago el trabajo de secretaria por placer de ayudar al prójimo?

Arata se la pensó.

---Pues, no lo sé, ¿Sí?

Paula le dio el último sorbo al té.

---No, me gusta el chisme. Me alimenta, y me entretiene. 

---No serás tú la que vende información por los pasillos--- fue lo que le dijo, con un tono de cierta gracia. Miró la hora, pensando en que ya tendrían que irse a la escuela.

Arata bostezó, y sólo cuando acabó, se dio cuenta de que al final, ella no le había dicho nada. No le había contestado, sino que le había sostenido la mirada.

---Ay, no me digas, ¿De verdad?

---Oye, a mí no me mires, no pensaba vivir en uno de esos lugares con una sola clave de ingreso donde, literalmente, cualquiera puede violar la cerradura. 

---Creí que tu país era más peligroso--- admitió--- Lo siento.

Paula le miró fijamente antes de levantarse rápidamente.

---Es que aquí las armas no son legales. Si alguien entra, no es como que pueda hacer tanto.

La muchacha oyó toser al chico, y cuando se dio la vuelta, le divisó ahogándose con su propia saliva. Cuando le preguntó si estaba bien, él sólo murmuró ¨¿Qué demonios hacías tú con quince años y un arma?¨ mientras intentaba recuperar el aliento.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora