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El nivel de BRONCA que me produce q Wattpad me desordene los capítulos;;;;;

La urgencia anntea de presentar quejas como una loca👀💞💞💞 ahre

* * *

---¿Qué haces tú aquí, Gorila?--- inquirió él, con una intriga enorme ante la situación bizarra de encontrarse a su gran amiga con ese cajón en brazos.

---¿Y tú, Husky insoportable, qué haces con la pobre chica?--- fingió la otra, con el rostro fijo en los ojos del muchacho que tenía en frente, puesto que en realidad no esperaba que se coincidiese su presencia con la suya esa noche, le parecía increíble y hasta una locura.

Y, sobre todo, no esperaba con ansias que él no supiese que ni ella ni Teru habían escuchado toda la conversación entre la chica extranjera y el idiota de turno.

Como fuere, la cosa no había comenzado ahí.

Comenzó por la mañana.

Una mañana en la que el muchacho de nombre Arata se encontró frente a la casa de la jovencita a la que le había prometido ir a buscar, aunque ella hubiese dicho expresamente que no necesitaba hacer algo así. Ella le había comentado que había comprado un mueble que, al armarlo, le había quedado al revés. Sólo por decirlo, pero él simplemente había dicho a su propio reflejo mental que debía estar allí.

¿Él sabía armar un mueble? No, pero si el shampoo tiene instrucciones de uso, entonces, ¿Por qué no unas instrucciones de armado un escritorio?

En fin, que por alguna razón había aparecido a las nueve de la mañana con una enorme y brillante sonrisa en su domicilio, con toda la emoción y entusiasmo del mundo después de haberse visto unos cuantos video tutoriales de internet sobre cómo se llama cada herramienta y verse menos estúpido frente a la chica que le gustaba.

Aunque sabía que tendría la urgencia de decir "ah, ¿Esto? Lo aprendí hace cinco minutos, es que no sé ni cómo se llama ésto... o sea, éstas cosas las suele hacer Miharu... Pero no quería quedar mal en frente tuyo y quería ayudarte". Una urgencia insoportable de desacreditarse sin razón aparente.

Aunque, ahí, separado de la chica que le gustaba por la distancia humilde de la puerta de un apartamento pequeño y seguramente no tan seguro, fue cuando el pobre Arata tuvo un choque cultural.

---¿Secretaria-san?--- inquirió con una voz temblorosa. Sonrió con un intenso nivel de confusión ante lo que estaba viendo en la mano izquierda de la chica: un cuchillo de cocina, mientras el otro brazo lo usaba para mantener separada la puerta con la cadena de seguro--- ¿Puedo preguntar para qué es eso?

---Mejor no--- espetó la otra, intentando encontrar el balance entre la intimidación que le estaba causando a la persona que había tenido el amable gesto de hacerle un regalo tan bonito.

Pensó, la pobre asustadiza, en todas las noticias horribles de las que había sido testigo en su país. Todos los días mujeres, niños, padres de familia honestos, y hasta jubilados eran atacados sin ninguna razón válida.

Nada le aseguraba que ella no sería una buena presa para cualquier depredador, y el juego de cuchillos que había comprado le ayudaba a sentirse un poco más segura.

¿Lo usaba? No. Usaba dos cuchillos para cocinar platos simples, pero pues nada, todo en ésta vida tiene su parte psíquica y mental.

Por otro lado se aseguró de dejar esos pensamientos de lado y se encargó de abrir la puerta finalmente.

---Eres mi primera visita, bienvenido.

---Disculpa la molestia--- afirmó.

---¿Y para qué vienes si crees que molestas?--- inquirió. Luego, ante la mirada fija del muchacho, recordó--- Ah, es verdad que así se dice. Bueno, perdón, adelante. Molesta todo lo que quieras--- intentó arreglarlo mientras señalaba la sala con el cuchillo inconscientemente.

---No sé si éste es el comentario que quieras oír, pero... ese cuchillo...--- ella lo guardó tras la espalda al oír que empezaba su frase,  ¿"Es peligroso"? ¿"Me das miedo"?--- ¡Ah, no, no te alarmes! Iba a decir que es de una buena marca, Miyabi usa esos también, porque es más fácil de cortar la lechuga.

Así que la dejó allí, de pié, mirando su cuchillo con un pensamiento muy particular: medio dudosa tu capacidad de supervivencia, pibe. En Argentina no me parece que llegues a pasar del aeropuerto.

Aunque esperaba nunca verlo allí. No se lo recomendaba.

¿Le diría que era el mejor país del mundo? Sí. Pero que no fuera, es más bonito desde fuera.

Le alcanzó unos segundos después de dejar el cuchillo en su respectivo lugar en la cocina. Y el chico ya estaba sentado a la luz del balcón leyendo las instrucciones de armado.

---¿Y? ¿Qué tal?--- se animó Paula a preguntar, ya rindiéndose en no dejarse ayudar.

Él la miró fijamente. La urgencia de desacreditarse sin motivo crecía en su interior, con toda la seguridad del mundo él no permitiría que aquellos pensamientos pasaran el umbral de lo que pensaba, para quedar mal en frente de...

---No sé, la verdad no entendí la mitad, pero si somos dos podemos hacer más que una persona.

---¿Cómo?--- inquirió ella, intentando no reír ante la seriedad con la que lo dijo. De alguna forma, le recordaba a los padres cuando ayudaban con la tarea a sus hijos, diciendo: no entendí nada, dígale a su maestra que explique mejor.

---No sé--- repitió con el mismo tono, pero le mostró el pulgar levantado en señal de apoyo--- Pero igual intentémoslo, no creo que nos quede con un cajón abajo y el otro arriba.

De hecho, eso sucedió, pero antes de que Arata terminara de atornillar el mueble, se dio cuenta de que se movía raro y que algo le daba una estabilidad cuestionable al mueble, por lo que entrecerró los ojos y se encontró volviendo a su centro mental: la desacreditación.

---Hmmm, debo ser tarado--- afirmó mientras desatornillaba--- Bueno, había un agujero que se ve desde los dos lados, podría ser de cualquier lado que haya que meterle el tornillo.

Comentó... más de una vez, cosas así. Pero al final lograron armar el mueble y quedó bien una vez lo levantaron y lo acomodaron donde estaba destinado a estar. Ella se sintió realizada, y él frunció el ceño y dijo con mucha seguridad:

---Está bonito...

---¿Verdad?--- afirmó ella, con cierta felicidad.

---Y eso que no le entendí nada al de las instrucciones. Dos cabezas piensan mejor que una.

---Espera aquí--- le dijo, y desapareció de su vista. Unos momentos después, ella llegó y colocó los libros que él le había regalado sobre el escritorio, en un costado. Como un adorno.

Estaban todos los libros, menos uno, que le había prestado a él, porque cuando se le declaró por accidente estaba tan nervioso que casi se cayó porque le temblaban las piernas. Y ella se quedó acompañándolo mientras le hablaba, y al final él empezó a leer, mientras ella leía el tercer libro, por alguna razón, con una enorme sonrisa.

Al pensar en eso, el chico apretó los labios con fuerza, sabiendo que estaba completamente sonrojado al respecto.

---Oye.

---Dime.

---Nada, es que me hace feliz que te gustaran tanto los libros, Paula.

Al final se quedaron en silencio por un rato largo, que en realidad fueron unos segundos... pero en el amor joven, un minuto son treinta años, ¿A que sí?

Aunque, a él se le ocurrió romper el hielo.

---Ah, sí. Como se nos ha hecho un poco tarde, puedo hacer algo de comer como disculpas.

---Te ayudaré.

---Pero me habías dicho que no sabías cocinar bien... ¿No te aburrirás?

---Tú no sabes leer instrucciones y aún así me ayudaste, Arata. Déjame ser.

Él se encogió de hombros.

---Bueno, está bien.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora