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Mirai se miró al espejo con el ceño inmensamente fruncido. O bueno, no al espejo, al barro que se estaba convirtiendo en un enorme charco al rededor de sus plantas de fresas.

---Ah, mierda, mierda... no--- espetó. Corriendo hacia la planta más cercana y dejando allí la manguera para cerrar el agua rápidamente.

Se agachó, viendo los pequeños frutos verdes que se tornaban cada vez más rojos con cada suspiro.

---Oye, Mirai, ¿Tienes tiempo?

---Depende, Miharu, todo depende--- afirmó, más a sí misma que a su hermano. Estaba sintiéndose un poco perdida respecto a la... idea que tenía en su cabeza. Últimamente tenía sueños molestos que la atormentaban, que le decían que todo iría para peor cada vez, un día moría su abuela con una sonrisa, al otro día veía que sus padres volvían de la nada para decirle que lo sentían... al día siguiente, Teru estaba golpeado y tosiendo sangre en la puerta de su casa.

En fin, sueños que no la dejaban tranquila.

Sueños estúpidos, para peor.

Sueños que la ponían de un humor que le daba tiempo para nadie más que ella... y las plantitas.

---Bueno, necesitamos un par de hierbas--- le entregó un papel en la mano--- Ésta es la lista.

---¿Y ustedes no tienen, no sé, tiempo para salir?

---Es sábado, Mirai.

---¿Y eso qué?

---Que yo salgo los sábados--- afirmó, muy seguro. Su hermana lo miró con el ceño fruncido.

---¿Tienes dinero?

---Tengo dinero--- le contestó, antes de rebuscar en sus bolsillos para entregarle a Mirai unos billetes y monedas en las manos--- Alcanza para unos macetines.

---Me parece bien.

Mirai comenzó a caminar a la salida para darle uso a su hermoso atuendo de día que, en gran parte, constituyó un par de zapatos de trabajo que literalmente estaban lisos de los años de uso, y un pantalón que tenía un agujero en una pierna... que no, no estaba ahí cuando lo compró. Pero como tampoco estaba saliendo a una cita, ¿Qué le importaba vestirse bien?

Aunque, un sexto sentido le hizo darse la vuelta. Eso siempre le importaba, hacer caso a su intuición.

---¡Y no se te vaya a ocurrir comerte las...!--- su aviso estaba siendo tardío pues, su hermano tenía la boca llena.

No iba a hacer nada, pero los sueños que la atormentaban le dieron a conocer una faceta que había olvidado en segundo de secundaria: la violencia.

Divisó una de las palas pequeñas que utilizaba para mover la tierra antes de plantar algo nuevo. Luego la divisó con los dedos y acabó por arrojarla hacia Miharu.

No lo golpeó en la cabeza pero, un brazo es algo.

Antes de que él le dijese nada, Mirai salió corriendo.

* * *

---¡Sorpresa!

---Me dijiste que no era aquí.

---Bueno, no sabía cómo decirte--- explicó--- No, como no decirte. Perdón, era al revés.

Él le había hecho caminar bastante para llegar a una librería muy grande. La más grande en la que había estado.

Y la única pero, pues, nunca había tenido que ir a otro lado. La otra librería era donde había llevado a la muchacha antes, donde por casualidad estaban esos libros que sí que le gustaban, recordó el pasillo y el sector, así que llegar a uno de esos era su objetivo.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora