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Cómo el cielo

Neteyam había tenido una pesadilla, otra vez, quitandole el sueño nuevamente.

Estos malos sueños habían comenzado antes de que los humanos tomarán de rehén a sus hermanos menores, gracias a estos había descubierto que ellos lo querían a el, aún no sabía para que lo necesitaban, pero parecían muy enfocados en encontrarlo.

Por su culpa estaban cazando a su familia, por su culpa se habían llevado a Spider, ellos creían que era por venganza, pero... ¿Porqué lo mencionaban tanto? ¿lo necesitaban para algo en específico? ¿ellos... lo buscaban por su don?

'-Todo estará bien Ma'Teyam, yo te protegeré, yo te veo..-'

Y esa voz... Aún no podía descifrarla del todo. Sonaba como femenina, pero no pertenecía a ninguna de las hembras de su familia, ni a la de ninguna conocida suya. Sin embargo, sentía que la conocía de alguna parte, sonaba tan agradable, que cuando está aparecía en medio de sus pesadillas estás cesaban; se sentía seguro y amado.

¿Pero por quien?

...

Soltó un suspiro mientras se removió incómodo en su hamaca, llevaba 2 eclipses sin poder dormir bien, miraba con envidia a su pequeño hermano que roncaba como si de un Thanator se tratará.

Gruño por lo bajo y se levantó de la cama, irritado por algo que desconocia, sintiéndose extrañamente incompleto.

Bago por su habitación, pensando que asi se le vendría a la cabeza lo que sea que esté buscando. en su vigesima vuelta por la habitación, escucho algo caer de la mesa que se encontraba a un lado de su hamaca: era el collar que su abuela Mo'at le había dado.

Aún no lo había usado, tenía muchas cosas en la cabeza como para acordarse de aquel collar. El sentimiento en su pecho se avivó aún mas.

Lo tomo en sus manos y lo examinó con más detalle, el hilo con el que estaba hecho, la delicadeza de sus costuras y el hermoso tono azul que tenía en el. En los tiempos actuales esa joya podría parecer vieja, porque con el paso del tiempo los artesanos mejoraron el arte de la creación de joyas, ahora eran "mucho más lindas" que antes. Sin embargo, a pesar de tener muchas décadas encima, el colgante que tenía en sus manos era hermoso; su abuelo lo había hecho con sus propias manos, usando su tiempo libre de responsabilidades en la aldea extranjera para encontrar la piedra, conseguir el hilo y tejer lo que en su momento fue un regalo para su futura consorte.

Le hubiera gustado conocerlo alguna vez.

Sin siquiera darse cuenta de que la sensación en su pecho había desaparecido, posicionó la joyería en el lugar en el que debería estar, alrededor de su cuello.

Miro por la ventana de su habitación, no le haría mal a nadie si salía por un rato. Necesitaba despejarse.

[•••]

Esto de bajar los Kócó's con una lanza no era nada rentable.

Llevaba casi una hora intentando bajar esos frutos de la palmeras, pero sus tallos eran demasiado duros y su altura no era nada accesible para su lanza. Apenas tenía unos 3 kócó's en la canasta, su madre no se iba a contentar con eso.

Ella siempre fue mucho más exigente que su padre, más controladora en cuanto al entrenamiento de sus dos hijos, en todo lo que hacían de hecho; ella había entrenado a Tsireya para que sea su Tsahìk cuando hacienda a Olo'eyktan, pero Eywa no lo quiso así, el como su madre lo descubrió, no lo sabía, pero desde entonces su atención estaba puesta en el.

Suspiro con frustración al ver que no podía bajar ese estupido Kócó de allí arriba, al menos no sólo.

El eclipse había llegado hace un tiempo y no quería que lo reprendan por tardar tanto tiempo en conseguir lo que le habían solicitado. Ya rendido, se sento bajo ese mismo palmeral (total iba a ser regañado igualmente) y se dedicó a apreciar el panorama frente suyo: las grandes palmeras, la fría arena, los arbustos, sus flores. Observo el cielo nocturno, tan azul y lleno de estrellas; tan brillante, tan hermoso...

La bendición de Eywa (•Aonunete•) -REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora