13 El Duelo

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Como Zaine esperaba y a pesar de la carga adicional, llegaron al nido antes de que la noche cayera sobre ellos. El viaje fue accidentado, pues debieron recoger la cabeza de la serpiente, reubicar las cadenas envenenadas para evitar que robasen los tesoros y subir al la carreta tanto como pudieran.

El cazador estaba sorprendido de la habilidad de Jason con el martillo y el cuchillo. Construyó desde cero una carreta que resultó ser firme y capaz de trasladar un gran peso.

No hacía ni una hora atrás Jason se había quedado dormido. El cazador asumió que estaría cansado tras trabajar toda la noche en el carro. Así que cuando la cabeza del mercenario cayó sobre su hombro, él le permitió recostarse y tomó las riendas de la pantera. Afortunadamente para Zaine, el animal conocía el camino.

El mercenario se veía inofensivo mientras dormía. En cuanto sus fracciones se suavizaron Zaine vio a un muchacho demasiado joven para poseer un aura asesina tan potente como la que le mostró el primer día. Pero él mismo era un producto de los tiempos que cursaban.

El cazador le dio una palmada en el costado a Noche, el obediente animal no se había quejado cuando la cargaron.La pantera giró el rostro, observándole por un instante, haciéndole sonreír. Agradecía aquellos momentos de silencio. Había pasado tres días con Jason molestándole a cada oportunidad y al pensar que finalmente tendría un tiempo para sí mismo le tranquilizaba.

El canto irregular de un ave le alertó. Reconoció el sonido como parte de los silbidos que empleaba Jason para comunicarse con Noche. Señales que hacía días comprendió que empleaban los guardias del Nido para comunicarse.

Supo que estaba en lo cierto cuando los ojos de Jason se abrieron de golpe. Por un instante pareció desorientado, pero de inmediato sus ojos se enfocaron.

– ¿Me quedé dormido? – preguntó mientras se estiraba. A Zaine le recordó los gatos que veía cuando niño. Animales de otra época cuyo único propósito era acompañar a los humanos.

– Uhum – contestó el cazador escuchándole bostezar – Ya se puede ver el puesto de control.

– Bueno saberlo – dijo Jason recostándose al asiento del carro con los brazos tras la cabeza y las piernas cruzadas en un gesto comodón.

No le pasó desapercibido como sus hombros se tensaron cuando se desencadenó una cadena de silbidos que se extendió por el sendero de árboles donde estaba la entrada a la base.

– ¿Pasa algo? – preguntó Zaine.

– Naaa – contestó Jason despreocupado. – Avisan que llegamos.

Entonces fue su turno de silbar. Un chiflido, y la cadena se detuvo de inmediato.

– Vas a tener que enseñarme ese lenguaje – murmuró el cazador a lo que el mercenario contestó con una sonrisa.

– Todo a su debido tiempo Sunshine. – Por impulso Zaine tiró de las riendas de Noche, haciendo que la pantera se detuviese. El animal profirió una protesta, girando la cabeza para quejarse.

El cazador encontró el rostro de Jason observándole con una sonrisa picarona. Y la forma tan sencilla en que aquel hombre conseguía subirle los colores le incomodó terriblemente.

– ¿Cómo me...?

– ¿No te gusta? – la burla en su voz irritó al cazador. Zaine entrecerró los ojos esperando que su expresión hablase por sí misma. Pero Jason no pareció captar la indirecta. – Pienso que te queda perfecto. Eres todo un rayito de sol.

– No te atrevas. – su tono resultó amenazante, pero Jason solo se encogió de hombros y regresó a su posición relajada.

Noche retomó la marcha.

Crónicas de la Superficie: Los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora