Zaine sabía que montar a Noche se convertiría en una adicción. Por más que consiguiese alcanzar el equilibrio en sus emociones, controlarlas hasta prácticamente extinguirlas, no podía negar por completo su naturaleza.
Su maestro tendía a acusarlo de ser un irresponsable de corto temperamento cuyas emociones tomaban lo mejor de sí. Solía tener un gusto por la aventura y una interminable curiosidad. Disfrutar del peligro y buscar descaradamente la adrenalina a pesar de ser demasiado joven para defenderse.
Entrenó durante años para controlar su excitabilidad. Estar en equilibrio era fundamental. Le mantenía seguro. Y sin embargo, mientras atravesaba el bosque sujeto de la cintura de Jason debía luchar consigo mismo para mantenerlas bajo control.
Jason puso a Noche en un trote suave y sostenido que la pantera mantuvo sin esfuerzo. La brisa acariciaba el rostro del cazador elevando su nivel de adrenalina. Volviéndole impaciente al saber que podían alcanzar una mayor velocidad.
Pero Zaine no iba a pedírselo al mercenario.
Por más que Jason le asegurase que Kaya le presentó voluntario para la tarea, sus instintos le decían que estaba siendo puesto a prueba. Y si algo no podía permitirse era fallar.
Poco a poco el sol comenzó a descender y las hojas a encenderse. Con ellas, las nocturnas y pequeñas criaturas que vivían en la maleza se manifestaron. La mayoría encendieron la bioluminiscencia de sus cuerpos y alzaron el vuelo. Una en especial captó la atención de Zaine. Tenía un cuerpo circular casi esférico y ascendía en el aire con movimientos palpitantes.
"Una medusa terrestre" pensó. Eran eslabones bajos en los libros de caza. Su veneno era potente y podía venderse. No alcanzaban buenas ganancias por ser animales comunes cerca de los ríos y lagos. Pero eran imposibles de encontrar tierra adentro. Y para Zaine aquello solo tenía un significado.
Antes de que pudiese decir algo, Noche disminuyó el paso hasta un ligero caminar. Jason giró el torso, conectando su mirada con la del cazador por unos momentos.
– Montaremos aquí el campamento – dijo y aunque su tono fue suave Zaine percibió el comando.
Asintió, liberando de inmediato el torso del mercenario. Antes de que la leopardo se detuviese por completo Zaine bajó de su lomo para observar los alrededores.
Se encontraban en un pequeño claro de tierra. El suelo bajo sus pies tenía escasos parches de pasto y las ramas altas cubrían sus cabezas. Los árboles tenían ramas bajas, algunas esparcidas por el suelo, dándoles la posibilidad de montar una fogata.
Zaine bajó su bolsa de viaje. En el interior había un set completamente nuevo que Kaya dispuso para ellos. El cazador abrió su bolso para comenzar a sacar la tienda de campaña. A su lado, percibió las pisadas de Jason.
– ¿Oyes eso? – dijo el mercenario mientras le quitaba los arneses a Noche.
Zaine no necesitó afinar el oído para comprender a lo que se refería. El viento entre los árboles, sus propias pisadas, las almohadillas de Noche contra la tierra y el lejano susurro del agua era lo único que captaban sus oídos.
– Silencio – contestó Zaine. – Lo que no implica que estemos solos – comentó.
– Sé a qué te refieres – respondió Jason. En sus manos sujetaba las riendas sueltas de Noche mientras la observaba recostarse en el suelo. – Algunos animales son demasiado silenciosos como para que los escuchemos. Pero deberíamos estar rodeados de monos. Y esos no se callan.
El mercenario dejó los arreos en el suelo, cerca de donde Zaine alzaba su refugio. Sin alejarse recogió la madera esparcida por el suelo antes de juntarla entre ellos y su montura.
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Crónicas de la Superficie: Los Condenados
RomanceEn un mundo donde la tierra ha sido consumida por la decadencia y la muerte, Zaine persiste en su lucha por sobrevivir. Tras ser perseguido por soldados de una civilización más avanzada a través del interminable desierto, el cazador busca refugio en...