21 El Nombre

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Zaine observó al polluelo temblar sobre su regazo. Sentado sobre el suelo de la cocina, junto a Jason y sus amigos, el cazador lo envolvió entre sus brazos. Lo acercó a su pecho, escondiéndole dentro de su camisa. Esperando su cuerpo le mantuviese caliente. Por la esquina de sus ojos, vio una sonrisa aparecer en el rostro de Jason.

Y aunque era igual a todas las que el mercenario le hubiese dedicado antes, había una sombra en su rostro que le desagradó. Zaine no estaba seguro de lo que podía haberlo disparado. Sobre todo, cuando hacía unos momentos estaba bromeando al respecto.

– Lo siento – le dijo al mercenario en un tono bajo dedicado únicamente para sus oídos.

Las cejas de Jason se arquearon en un gesto que el cazador interpretó como incomprensión. Zaine estaba cansado e inseguro del motivo de su agotamiento. Tenía trabajo pendiente y debía regresar a sus labores. Pero no quería hacerlo dejando atrás aquella expresión en el mercenario. Se inclinó hacia el hombre, mirándole a los ojos.

– Es tu huevo – Explicó. – Debió haberte escogido a ti.

La oscuridad de Jason se propagó y aunque su sonrisa se amplió Zaine no la vio alcanzar sus ojos.

– No te preocupes por eso – le dijo el mercenario. Pero aunque hizo un gesto que implicaba la poca importancia que le daba al asunto, Zaine no se lo creyó.

Era lo mismo que cuando pelease con Kaya. La misma expresión, el mismo disgusto.

– Estás enojado – murmuró Zaine. Ante sus palabras Jason se quedó quieto. Estático.

Incluso Kaya y Amal dejaron lo que estaban haciendo para mirarle con los ojos abiertos como platos. Pero Zaine tenía su atención centrada en el rostro inexpresivo de Jason. El mercenario le observó con fijeza, como si hubiese algo en la cara del cazador que le intrigase. Finalmente soltó una carcajada.

– Por supuesto que estoy enojado – dijo y la burla en su tono no calmó la incertidumbre dentro de Zaine. – Tu dragón ha destrozado mi record perfecto.

El cazador desvió la mirada. Jason siempre reaccionaba de esta forma. Pretendiendo que no le importaba cuando se lo comía por dentro. Zaine estaba seguro de que estaba decepcionado. Aunque no había sido muy activo en su crianza y prácticamente le impuso el huevo, había estado siempre pendiente de su evolución.

Que se imprentara con Zaine debió ser como una bofetada en el rostro.

Una mano acarició su mejilla, regresándolo a su ubicación actual. Su nariz rozó la de Jason, acelerándole el corazón. Entonces descubrió que la sombra en rostro del muchacho se había disipado.

– Te preocupas demasiado – susurró Jason, rosándole los labios con su pulgar. – Ya me lo ganaré. Nadie puede odiarme para siempre.

Esta vez Zaine le creyó. Estiró el cuello, descansando su frente sobre la del mercenario. Estaban delante de Amal y Kaya. Pero en ese momento a Zaine no le importó. Sintió la cría aferrarse a su clavícula y apoyar las patas traseras sobre sus pectorales. Trepando por su cuerpo como si fuese un árbol.

"Gruuu" cantó el bebé wyberno.

Zaine giró el rostro, encontrándose con sus ojos azules fijo en él. Entonces la cría volteó la cabeza hacia Jason. Observándole, giró la cabeza cuarenta y cinco grados. Como si tratase de adivinar quién era aquel sujeto.

– Eres una cosita linda – escuchó decir a Jason.

Ante la mirada de Zaine, el mercenario estiró la mano hacia el dragón. Le mostró su antebrazo y el cazador le sintió moverse. Con las patas traseras la cría trepó hasta su hombro y saltó hasta apoyarse sobre el brazo de Jason. Una sonrisa nació en el rostro del cazador al ver la expresión del mercenario relajarse.

Crónicas de la Superficie: Los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora