En un mundo donde la tierra ha sido consumida por la decadencia y la muerte, Zaine persiste en su lucha por sobrevivir. Tras ser perseguido por soldados de una civilización más avanzada a través del interminable desierto, el cazador busca refugio en...
Los túneles que atravesaron con los venados parecían un laberinto al recorrerlos solo y a pie. Con caminos largos y enredados que parecían torcerse sobre si mismos a medida que avanzaba. Mientras los atezaba llamó la atención de Zaine como las raíces se habían apagado, privando los túneles de su luz bioluminiscente. Haciéndole perder la orientación. Solo supo que iba por el camino correcto cuando el bramido de la batalla alcanzó sus oídos.
Vislumbró la boca del túnel a la distancia, sintiéndose inquieto por el atípico resplandor en el borde de la abertura. Solo cuando alcanzó la salida comprendió a que se debía.
Columnas de fuego ascendían desde el suelo, pegándose y consumiendo la gruesa madera de los árboles. Siendo el que se encontraba sobre su cabeza, uno de los más afectados. Un crujido sobre su cabeza le hizo saltar lejos de su posición. Rompió la caída y cuando miró un fragmento del tronco ardía en el suelo donde antes había estado parado.
El cazador escuchó los gritos de los ladrones, el aullido de los lobos y sus jinetes. Le ubicó a la distancia, peleando entre ellos y contra el fuego que hacía por devorarlos. Zaine se alzó sobre sus piernas, tomando la máscara de su morral y colocándosela en el rostro con prisas. No necesitaba su intangibilidad para atravesar aquel mar de fuego, pero si quería alcanzar a Jason sin ser detectado debería ser invisible.
Nada más el Fantasma tocó su rostro adoptó la orden silenciosa. El cazador se esfumo en el aire antes incluso de que su cuerpo fuese cubierto por la negra armadura protectora. Entonces ordenó a la máscara entregarle la ubicación del antifaz.
El mapa holográfico de la ciudadela apareció ante sus ojos. Pero el punto rojo que señalaba la ubicación de Jason no se encontraba en lo alto de los arboles como esperaba. Sino en el suelo, a varios metros de su posición.
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Jason rodo sobre sí mismo, rompiendo la caída desde la plataforma superior. Sus músculos se quejaron y su guadaña quedo desperdigada por el suelo. Lejos de su alcance. La sangre resbaló por su rostro, manchándole el ojo izquierdo y ensuciándole la camisa.
"Honda de calor aproximándose" advirtió la IA del antifaz, encendiendo una luz roja en la periferia de su visión.
El mercenario se lanzó a un lado, esquivando el golpe de aire caliente. Percibió el olor de sus cabellos al chamuscarse mientras rodaba por el suelo, asegurándose de recuperar su arma predilecta.
– ¡Aaaaaaaaaaaaaah! – alzo la vista, localizando un cuerpo que caía desde los balcones superiores.
El fuego lo envolvía al hombre moribundo, devorándolo como una bestia. Hambrienta por su carne y sus entrañas. El terrible lamento hizo eco en los troncos de los árboles mientras su carne se encendía, como si sufriesen a su lado. Las llamas le consumieron la ropa, dejándole irreconocible, al punto que Jason no sabía si era enemigo o de los suyos.
– Esto es tu culpa – chillo una voz femenina – ¡Todo arde en llamas!
Jason miro a Aineri descender desde el costado del árbol, moviéndose como un espectro entre las sombras.