Jason tenía la cabeza en otro sitio.
Era el segundo día de camino y avanzaban a buen ritmo. Hacía un par de horas que habían entrado en la Zona Negra del bosque. Si mantenían el paso no tendrían dificultades para abandonarla antes de que cayera la noche. Lo que les aseguraría un refugio seguro tanto para ellos como para su mercancía. Pero en vez de centrar sus energías en la expedición, la mente de Jason continuaba vagando hacia Zaine.
En la boca del muchacho alrededor de su miembro. El calor, la sensación de su lengua sobre su piel.
Jason lo quería de nuevo.
Sobre sus rodillas, observándole con aquellos ojos ámbar como si pudiesen consumirlo entero. Y ese era el peor día posible para tener tales pensamientos.
El peor para estar ansioso.
"Tengo que revisar ese libro sucio" pensó. Si el cazador quería agregarle sazón a lo que estaba ocurriendo entre ellos él no iba a interponerse. Después de todo, a raíz de aquella felación habían tenido uno de los mejores encuentros sexuales en los que Jason había estado involucrado.
Y él había estado en muchos.
Encendió un cigarro, y el recuerdo del rostro avergonzado del cazador esa mañana le revolvió las entrañas.
En algún momento Thuban se marchó, dejándolos en su propio mundo. Zaine se había asustado, pero resultó que el bicho era lo bastante inteligente como para ir en busca de Ayala y esconderse bajo su falda.
Zaine había intentado recriminarle, pero se quedó en silencio cuando Jason le recordó que fue el cazador quien escogió ponerse de rodillas.
Y ahora estaban de nuevo en marcha. Pero él no escuchaba las tonterías que decía Jules a su lado. Miró sobre su hombro, encontrando de inmediato el rostro paliducho de Zaine. Sus ojos se encontraron por un instante e inmediatamente las mejillas del cazador se tiñeron de carmesí. Jason sonrió, pero su alegría duró poco cuando el cazador desvió la vista a la maleza.
"¿Captó algo de nuevo?" pensó viéndole girarse hacia los árboles más frondosos. Ayala se detuvo al costado del cazador, buscando con la mirada por el camino que le indicó el muchacho.
Jason no quería alertar a los jinetes de lobo. Así que con un sonido de su boca hizo girar a Noche. Encaminándola hacia el dúo que se quedaba rezagado.
– ¿Encontraste algo? – preguntó al llegar junto a ellos.
Zaine estaba arrodillado en el suelo. Palpando la tierra con sus dedos. Alzó una porción a la altura de su nariz.
– No – admitió el cazador.
Jason asintió. Con un gesto le ordenó a Ayala que retomase la marcha y la niña obedeció luego de mirar primero a uno y luego al otro. El mercenario suspiró, le dio una calada a su cigarro sintiendo la relajante sensación de la nicotina llenarle los pulmones.
– Es una presencia persistente. Pero intermitente. – murmuró Zaine acercándose para acariciar a Noche entre las orejas. La leopardo inclinó la amplia cabeza, asegurándose que el cazador alcanzase aquel punto que tanto le agradaba. Jason vio el rostro del muchacho iluminarse un poco. – Honestamente no sé cómo tú o Noche no la sienten – murmuró el cazador cuando Jason tomó la primera calada.
– Estás muy tenso – contestó el mercenario. Solo tenía que observar los hombros de Zaine para comprenderlo. – Eso puede estar jugando en tu contra.
– No estoy imaginando cosas – protestó el muchacho.
Jason dejó escapar el humo de su cigarro, viéndolo consumirse por un instante antes de sonreírle a Zaine. De un salto, se bajó del lomo de su leopardo. Al verle aproximarse el cazador abandonó las caricias que le dedicaba a Noche y centró en él toda su atención.
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Crónicas de la Superficie: Los Condenados
RomanceEn un mundo donde la tierra ha sido consumida por la decadencia y la muerte, Zaine persiste en su lucha por sobrevivir. Tras ser perseguido por soldados de una civilización más avanzada a través del interminable desierto, el cazador busca refugio en...