Un oiseau étrange

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-Alguien tuvo un buen sueño...- las mejillas de Victoire se pusieron rojas de vergüenza antes de que pudiera recordar que había cerrado y silenciado su espacio de cama la noche anterior. Zade no supo nada, ni escuchó-. ¡Traviesa! ¿Por qué el sonrojo? ¿Estaba Teddy allí? ¿Te dio un beso?- la empezó a fastidiar sin malicia.

-Me alegro de que por fin estés durmiendo- dijo Camille apenas disimulando su risa, tratando de salvarla de las burlas-. La luna te pasa factura, ¿no? Pero solo cuando está llena...- Victoire negó rápidamente, sorprendiendo a sus amigas.

-...Ojalá solo fuera la luna llena: se hace evidente en esa fase, pero su efecto es perpetuo, o al menos así lo siento. En luna nueva me siento normal, tranquila: si acaso algo más reflexiva que de costumbre; en creciente me siento motivada, con energía y ganas de conquistar el mundo de ser posible...pero luego, en luna llena, esa energía llega a un pico insoportable que, sumado a la sensibilidad de mi persona, que además se agrava en esos días, me vuelve...bueno, ya me han visto. Lunática- las dos asintieron: Victoire no era la misma los días antes, durante e inmediatamente después del plenilunio. Su amigable amiga rubia se transformaba en una arpía buena: nunca llegaba a ser malvada, pero sí que sacaba su peor lado a la mínima provocación-. Y en menguante me siento cansada: sigo sensible, pero mi cansancio supera las ganas de pelear. Y el ciclo continúa hasta que muera...

Su padre y Teddy sufrían ciclos similares, con la diferencia de que su naturaleza veela y femenina (pues ella también lidiaba con los humores de los ciclos menstruales) agravaba todas las manifestaciones. Victoire se consideraba a sí misma un caso de mala genética: heredó todo lo malo en sus padres, mientras que sus hermanos eran brujos normales. En su momento llegó a considerar importante buscar al hombre más normal del mundo con tal de ahorrarles ese suplicio a su descendencia, pero a cómo iban las cosas, ese no sería el caso...

"Tengo 16: no tengo que preocuparme por esas cosas", pensó, feliz de poder ignorar el consejo de su tía Gabrielle unos años más. ¿Responsable? No, pero era válido.

-¿Y cuándo planeabas decirnos que te afectaba tanto?

-¿En qué cambiaría algo? Sigue sin ser excusa para mis acciones- explicó con simpleza. Su papá era muy severo en ese aspecto, y como él lo vivía en carne propia como ella, en verdad practicaba su enseñanza (o lo intentaba, al menos). Sus problemas eran eso: suyos, y los demás no tenían la culpa de sus genes raros...

-Pues no, pero nosotras que somos tus amigas y te queremos podríamos empatizar un poco más contigo- secundó Camille a Zade, y Victoire se sintió culpable al ver sus rostros-. Ya, tampoco te estamos regañando, quita esa carita. Gracias por contarnos ahora.

-¡Sí, mejor tarde que nunca! - comentó Zade con ligereza, su humor intacto. Las 3 siguieron caminando por los jardines hasta que Camille paró en seco, extrañada-. ¿Qué pasó, macaron?

-Cada día más creativa- ironizó Victoire, aunque igual rio. Francia, Paris, Fromage: la lista era tan boba como larga-. Pero sí, ¿qué ocurre, Cami?

-¿No se sienten observadas?- tanto Zade como Victoire no supieron qué decir: las tomó desprevenidas-. Porque yo sí.

-Luego me siento ansiosa, pero es hormonal- comentó Victoire, tratando de encontrar algo lógico que responder-. ¿Estás ansiosa, Camille?

-No, de que literalmente me siento observada- empezó a buscar con la mirada al observador, preocupando a sus amigas.

-Son las gárgolas: a mí también me espantan esas cosas feas- sugirió Zade, apuntando a las estatuas vivientes de forma grosera. Victoire la regañó-. ¡Si son de piedra, no están vivas!

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora