Froid

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Estaba corriendo.

Teddy no sabía porque, pero estaba abriéndose paso acelerando entre los árboles de lo que reconoció como el Bosque Prohibido, ignorando el cansancio en sus piernas y el latido raquítico de su corazón, que parecía querer salirse de su pecho.

¿De qué estoy huyendo?

Escuchaba pasos tras de él, más calmados, pero constantes, y supuso que era de ellos. ¿Quiénes eran sus perseguidores?

No me detendré a averiguarlo...

Por algún motivo, y a pesar de que él era tan rápido como torpe, estaba yendo más lento, pero con pasos más seguros, aun siendo que corría despavorido por el desnivelado bosque.

- ¡Déjenme en paz! ¡Locos! - gritó, pero no fue su voz la que salió. Era la de Annie.

¡Annie!

Tropezó con una raíz de un árbol, apenas teniendo tiempo para poner las manos y no caer de rostro. No eran sus manos, parecían las manos de una chica...

¿Soy Annie?

Una mano tiró de su cabello por la espalda, la fuerza alzándolo (¿alzándola?) un poco, pero no podía verlo por el ángulo. O verla...

-Animaptis- escuchó una lejana voz más aguda, sintiendo como el calor abandonaba su cuerpo, tornándolo helado, hasta no sentir nada...

Annie...

- ¡ANNIE! – despertó él, gritando. Era una suerte que estuviera solo, si no, hubiera despertado a sus compañeros de cuarto. Se encontraba agitado, la sensación de la huida aún presente en su inconsciente tembloroso, y de sus ojos brotaban lágrimas de rabia y dolor por la impotencia de no haber hecho nada por esa compañera y amiga de años...






Victoire se aferraba con fuerza a las sábanas, tiritando de frío.

Aquella noche no había podido conciliar el sueño, así que la pasó leyendo, acomodando sus pertenencias, entre otras cosas.

Ella odiaba el invierno: detestaba el frío calador de huesos, las lluvias gélidas que este traía, detestaba que se le entumecieran los dedos de no usar imprácticos guantes, y el tener que usar capas excesivas de ropa gruesa que la asfixiaba. Lo único bueno del invierno era Navidad, pero un día a cambio de tres meses helados no le parecía algo agradable.

Suspiró y salió a rastras de la cama, deseando volver apenas tocó el frío suelo, descalza, pero sabía que tenía que levantarse ahora si no quería caer dormida de nuevo.

Fue al baño continuo y se alegró al ver que había una bañera, no tan amplia como la del baño de Prefectos, pero mucho mejor que las duchas comunales. Vaya que valía la pena sacar buenas calificaciones en Hogwarts.

Se tomó su tiempo para disfrutar del agua tibia, y para lavar cada espacio de su pecosa piel. Una vez lista, se cambió con prisa para no congelarse, se secó el pelo para no humedecer su espalda y los desenredo para luego peinarlo en una coleta. Si en algo se parecía a su bella madre era en lo metódica y cuidadosa que era en hacerlo todo, incluyendo el cuidar de su apariencia.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora