El precio de la felicidad

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-Me ahogaste.

-No podías calmarte, y no podía concentrarme con tu histeria.

- ¡Esa no es razón para estrangularme!

- ¡No te estrangulé, maldita sea! ¡Estás loca!

-Me ahogaste para dormir, ¿y yo soy la loca? ¿Te escuchas a ti mismo? – cuestionó indignada, enfureciéndose aún más al no recibir respuesta-. ¿Dónde carajo estamos? ¿Dónde está mamá? - Alexa buscó su varita en su bota, pero no encontró nada-. ¡Rigel! ¡Devuélvemela!

-Respondiendo a tus preguntas: sí, escucho mis palabras y las mantengo: estás loca, hermanita, loca y paranoica; estamos en un auto muggle: lancé una maldición Imperio sobre el conductor para que nos llevara a salvo a nuestro lugar de reunión con mamá, así que no te preocupes, la veremos pronto.

- ¡Lo maldijiste! ¿Por qué? ¿Era tan difícil tomar un jodido autobús o algo así? ¡Maldita sea, Rigel, somos magos! ¡Pudimos haber aparecido allí!

-No sin sufrir despartición, y no podía ir a ninguna central de autobuses o pedir transportes contigo desmayada en brazos: lo hubieran visto extraño- respondió con obviedad, enfureciéndola mucho más.

- ¡Claro que lo "hubieran visto raro", enfermo! ¡Te odio! - declaró mientras sollozaba, abrazando sus piernas contra su pecho, ocultando su rostro de él. Rigel suspiró, tratando de acercarse a confortarla, solo para recibir un manotazo a cambio.

-Lo cual es irrelevante, pues jamás podría odiarte. Y mientras puedas sentir algo por mí, florecita, todo está bien- ella alzó el rostro para mirarlo con odio, pero principalmente, con miedo-. ¿Por qué esa cara? ¡Mírate! Estás sana, salva, y lejos de Delphini, quien te recuerdo, quiere matarte. Yo no soy a quien tienes que temerle.

-No podía respirar.

- ¡Fue un hechizo! Lo siento si se sintió mal, pero fue inofensivo.

- ¿Mal? ¿Inofensivo? – repitió indignada, escupiendo las palabras con repulsión. ¿En qué momento el niño que tanto la había cuidado y procurado como hermano se había convertido en ese monstruo? -. ¡Dame mi varita, cobarde! ¿O temes que te devuelva el favor?

-No realmente: no eres tan tonta. Ahora mismo yo controlo el carro a través del muggle, y si me ahogara, el despertaría de su trance. No creo que se tome a bien tener a dos extraños en su vehículo, más si uno está inconsciente. Eso, sin contar que podríamos chocar- explicó simplemente, y Alexa casi se sonrojó avergonzada, pues no había pensado aquello. Casi agradeció no haber tenido la varita en mano, si no, estarían en problemas. No que ella fuera a admitirlo, claro.

- ¿Y cuál es el plan? ¿Mantener al rehén muggle como nuestro conductor designado? - cuestionó fastidiada, haciéndolo rodar los ojos.

-Obviamente no: llegaremos con mamá, y una vez estemos lo suficientemente alejados, lo vamos a liberar. Va a despertar confundido y sin saber por qué está tan lejos de su destino, pero más allá de eso, estará ileso. Aunque no lo creas, no soy un monstruo- ella bufó.

-Tienes razón: no te creo.

-No te hagas la víctima, Alexa: tu quisiste esto hasta que dejaste de quererlo, pero así no es la vida. Crees que solo porque cambiaste de opinión de la nada mereces una segunda oportunidad, pero eso no va a suceder. Mi hermanita linda, encantadora, miserable y loca: ya no eres una niña. Necesitas aprender. Los adultos trabajan por las cosas que tienen. Los adultos pagan por lo que rompen. Los adultos sufren las consecuencias de sus acciones- el tono tranquilo con el que la condenó terminó por romper su corazón, pero hizo su mayor esfuerzo por no mostrarlo. En su lugar, se aferró a la segunda emoción que sus crueles palabras provocaron: furia.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora