1 de septiembre del 2015

814 22 48
                                    

Victoire, apurada, acomodaba de último minuto su ropa en la maleta. Debió haberle hecho caso a su madre en cuanto acomodar un día antes sus cosas, pero el día anterior se lo había pasado todo el día hablando con Zade y Camille, a quienes ya ansiaba ver en el andén, olvidándose por completo de su naturaleza organizada.

Antes de cerrarlo decidió guardar una que otra foto de su familia para que la acompañara ese año. Tomó una en la que salían todos sus primos, todos mucho más pequeños que ella y Lupin, quienes destacaban entre los niños.

Sonrió: todavía recordaba los veranos en los que Teddy venía a jugar con ella en la costa, o en los que jugaban en los campos que atravesaban la madriguera. De eso ya hacía mucho, cuando ella tenía 5 y él 7 años.

Pero entonces, Andrómeda falleció, y por alguna razón que no llegó a comprender, él descargó toda su rabia con ella. Ella tan solo tenía 5 años, no lo entendía. Por eso reaccionó de forma infantil, gritándole más fuerte cuando él le gritaba, insultándolo más cruelmente cuando él la insultaba.

Eventualmente él pareció superar la pérdida de su abuela, pero la relación estaba rota, ya no había complicidad, solo pleitos.

Ella, a sus 11 años, había guardado la esperanza de que siquiera en Hogwarts le prestara atención, y que, con el tiempo, Teddy volviese a ser el niño cariñoso y divertido que la consolaba cada vez que los truenos de las tormentas interrumpían su sueño, el mismo que la había querido tanto.

Que estúpida había sido...

Si no le hacía caso en La Madriguera, que es donde se supone tenía que fingir quererla, ¿Por qué lo haría en Hogwarts, teniendo mil y una excusas para justificar su indiferencia?

Pero bueno, tampoco es que le hubiese ido tan mal sin él: siendo sobrina del trío de oro, pocos se metían con ella y su condición de veela. Además, ya era amiga desde antes de Zade, por lo cual no estuvo sola en Gryffindor, no realmente. Nunca sufrió por Teddy, por su indiferencia y soledad.

Conoció a una chica de Ravenclaw súper dulce y tierna que, con el tiempo, se volvió una de sus mejores amigas (la ya mencionada Camille) y recibía constantemente las cartas de su amistad por correspondencia, Ian Krum, todos los meses.

Ahora con 15 años, su vida seguía casi igual: la diferencia era que sus prioridades ahora eran sacar una calificación alta para poder llegar a ser sanadora de mayor, por lo cual se tenía que concentrar en Herbología, materia que, modestia aparte, dominaba a la perfección desde primer grado.

Volvió a mirar la foto y una pequeña lágrima descendió por sus mejillas. Siempre se ponía así cuando tenía que ir a Hogwarts puesto a que odiaba no poder estar con sus hermanitos, jugando en la orilla del mar, tocando las contadísimas canciones de ukelele que le había enseñado su tío Charlie con sus padres, quienes la mimaban y cuidaban mucho. A veces de más, pero los amaba así.

Pero no: había más, algo que no le había pasado en los últimos años.

Una amarga sensación que inundaba su pecho, su corazón, contrayéndolo, creando una filosa y helada sensación en su interior.

¿Sería culpa, acaso?

Si lo era, sería estúpido de su parte. ¿Culpa de qué? ¿Por no haber comprendido por lo que Teddy estaba pasando años atrás? ¡Merlín, tan solo tenía 5 años! ¡Si él no entendía el duelo, cómo lo iba a hacer ella!

Teddy tuvo que haberse disculpado, pues nada de eso había sido su culpa. Ella tan solo había sido una niña que apenas y sabía de la vida, mucho menos sabría cómo lidiar con la muerte de un ser querido. Una pequeña que, para el colmo, se sentía herida, pues el niño de su corazón no solo ya no jugaba con ella, sino que rechazaba cualquier intento de apoyo o muestra de cariño que ella le daba, siendo mezquino, cuando él no era así con nadie, ni con sus peores enemistades infantiles.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora