Bal de Noë

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- ¡Es hoy, es hoy!

-Zade, es hoy en la noche: bájale a tu intensidad- pidió Victoire, aturdida. Su oído, siempre traicionero y sensible en las mañanas, decidió jugarle una mala pasada, y sin exagerar, estaba tan agudizado que podría escuchar una aguja caer: por supuesto que la voz de su entusiasta amiga le sonaba peor que una alarma contra desastres. Camille, a pesar de no tener un oído lobuno, apoyó la moción.

La emoción era de esperarse: esa noche era el Baile de Navidad, y el frenesí festivo estaba en el aire.

Camille y Victoire, 2 de las 3 vencedoras a las que dicha fiesta buscaba honrar, no eran la excepción a ese júbilo, por más que su malhumor mañanero pudiera aparentar lo contrario.

- ¿Viste a Wood, o por qué amaneciste tan contenta? – cuestionó Camille, apuntando a su almohada. Era obvio que preguntaba por los pétalos. La pelinegra negó con la cabeza.

-Ojalá, pero vi a alguien más, ¡y no en sueños! - eso terminó por despertar a Victoire, quien era curiosa antes de floja-. De hecho, conocí a dos personas: Jasper y Cassandra Lingoot- ambas rubias la miraron con interés, a la vez que Zade narraba-. Son un par poco común, pero me agradaron: son algo góticos, pero con clase. Orión no se parece a nada para ellos, lo que supongo que tiene sentido ya que es adoptado. Parecían demasiado curiosos por conocerme.

-Eres la hermana de su hijo adoptivo: sería raro que no lo estuvieran- le recordó Victoire mientras se levantaba, estirándose con calma-. Y sobre lo góticos, es de esperarse: los Lingoot son gente extraña, con antecedentes de magia negra. Apenas ahora, con Mila como aurora y Jasper como defensor de seres, es que están enderezando y poniendo en buen uso décadas de malas mañas.

- ¿Y tú cómo sabes eso?

-Papá lo dijo alguna vez, cuando supo que tío Charlie quería salir con Mila- explicó risueña-. A papá no le agradaba la idea, pero por lo que sé, a mi tío Charlie siempre le ha gustado la gente extraña, y con cierto grado de posible peligro, ¡no tiene remedio!

-Eso explica los dragones- concluyó Camille, ya más contenta-. ¿Y dijeron algo en especial? Que nos puedas y quieras contar, claro.

-No realmente. No los quise abrumar con interrogatorios cuando apenas los conozco, aunque Ory no parecía en el mismo plan, atosigándolos. Pobre, no parece estar nada contento.

- ¿Por lo de sus padres?

-Supongo: no me ha escrito de nada malo- suspiró, abrazándose a sí misma-. No malentiendan, ya me importaba mucho desde antes, pero ahora que sé que Ory es mi hermano, es distinto: me preocupa verlo así, y pensar que hay conflictos en su casa, por mínimos que sean. No sé si tenga sentido.

-Toda su situación es ilógica y rara: no busques que tenga sentido, solo quiérelo- recomendó Camille, sin saber qué más decir. Como hija única, desconocía de hermandad más allá de sus amigas, y en general no sabía cómo era el querer a un hermano del que te separaron y te hicieron olvidar por casi 9 años. Era una situación muy particular.

-Ory confía mucho en ti: si no te ha dicho nada, no tienes que preocuparte- aconsejó Victoire con dulzura, ya recuperada de su oído-. ¿Y cuándo planeas presentarle a Ory a tus papás?

-Ya lo conocen de la fiesta, pero queda por presentarlo como mi hermano. Cuando regresemos, supongo. No sé si antes o después de visitar a la abuela en San Mungo- volvió a suspirar, recordando ese macabro pendiente. Jamás creyó que sus únicos parientes vivos y conocidos serían 3 asesinos y una loca-. ¡Pero bueno, basta de cosas tristes y tétricas! ¡Hoy es su baile, campeonas! ¡Hoy bailo!

-En la noche, bonita. Primero vamos a desayunar: muero de hambre- pidió Victoire sacándoles una risita, antes de cambiarse y hacer justamente eso.

El Baile de Navidad era esa noche, y todos estaban emocionados.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora