Adivina, adivinador

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- ¿Me veo tan mal como me siento? – susurró la rubia a quien le aplicaba ungüento su malherida muñeca. Una vez despegó la cabeza de la almohada enfocó su vista en Zade, quien tenía las ojeras marcadas por haberse desvelado para cuidarla-. ¿Qué me pasó?

-...Pues resulta que el cuchillo con el que te hiciste eso tenía algo, pues después de un rato te dio fiebre, pero como supuse que no querías que los maestros llamasen a tus padres por lo de la cortada, tomé tus apuntes y algunas cosas prestadas del invernadero. También un poco de tu sangre, por cualquier cosa...

-...No sirve conmigo...-interrumpió, tomando por sorpresa a la pelinegra. No se podía imaginar tener el elixir de salud para todo el mundo, menos para uno.

-Entonces, déjame decirte que me supere: me quedaste muy bien. Hasta evite que te quede marca de esa... tontería...

-...Yo no me lo hice...

-...Bueno, eso lo hace más grave... ¿Quién fue? -Victoire volteó a ver a otro lado-. Ahhh, claro. Te dejo en paz entonces...

La verdad era que Toire se moría por gritar a los 4 vientos lo que le habían hecho, lo que le habían dicho...

-Gracias, Zade. No tenías que...

-...Lo hubiese hecho cualquiera...- claro, estaban peleadas. Por poco lo olvido.

Hubo un silencio incómodo en el que la rubia aprovechó para levantarse y tomar sus cosas para dirigirse al baño y arreglarse. Zade la detuvo para decirle algo...

-Hoy va a ver clase de Astronomía y Adivinación juntas, con los grupos superiores. Algo de las estrellas y las constelaciones... Ya conoces a la profesora Trelawney. Debemos estar en la Torre de Astronomía al anochecer...

-Está bien, Zade, gracias...

Sin más, la pelinegra abandonó el ala femenina de Gryffindor, dejándola sola.









- ¿Era necesario hacerle eso a la rubiecita? - preguntó Mason, no preocupado, sino harto de la actitud infantil de Sophie. Ella entornó los ojos.

- ¿Dónde quedó tu lado bromista, Maze? Te has vuelto muy serio- él chico se encogió de hombros, haciéndola suspirar-. La encontré merodeando en la zona prohibida de la biblioteca, buscando libros de maldiciones y magia oscura. Prácticamente, como prefecta, tuve que tomar represalias...- el rio con sorna, mientras entraban al Comedor.

-Pues, para que sepas, estuve experimentando con el regalo de tía Dolores...-los ojos de ella se abrieron de repente, mirando incrédula. El no parecía estar mintiendo.

- ¿Qué hiciste? - preguntó con un hilo, aterrada de que su "inocente" broma se hubiera tornado en algo grave. Desde el verano pasado se había vuelto más creativo a la hora de joder al prójimo...

-Bañe la punta con un poco de Veneno de Basilisco- él chico no pudo más que soltar una carcajada al ver cómo palidecía su linda castaña. Jamás lo reconocería ante ella, pero le enternecía cuando trataba de ser como Alex o él en lo ruin. No le salía del todo, le faltaba odio.

- ¡No quiero que me acusen de homicidio, idiota! Era solo asustarla...- sintió un gran alivio en su pecho al ver a la rubia, sin bien deprimida y visiblemente enferma, viva, llegando al Gran Comedor.

Anna-Sophia miró a Mason con reproche.

- ¿Acaso creíste que tenía la intención de matarla?

-Creo que sueñas con ello- él la miró indignado.

- El día en que un Weasley muera por causa mía, será agonizando. Una muerte por envenenamiento, aunque dolorosa, es rápida. No es lo que les deseo a ellos...- a ella cada vez le costaba más distinguir si hablaba en sentido figurado o no.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora