El Libro Negro

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-Entonces, déjeme ver si entendí, ¿No tiene ni la más remota idea de dónde puedan estar Mason Sanderson y Alexandra Gaunt?

-No, señor Potter. Me temo que no me confiaron su ubicación. Ellos solían alejarme de sus asuntos, y esta vez no fue la excepción, pero prometo que trataré de ayudar en cualquier otro aspecto de la investigación.

- ¿Se encuentra bien, señorita Umbridge? Luce algo pálida.

-Me acaba de contar que mi novio y mi mejor amiga envenenaron a su sobrina e hijo, y que, peor aún, pudieron haber sido implicados en el asesinato de mis compañeros. ¿Es que no tengo derecho a impresionarme?

-Discúlpeme señorita. Póngase en mi lugar: en donde trabajo normalmente eso refleja miedo proveniente de la culpa...- ella solo asintió, cruzándose de brazos-. Además, siempre es muy extraño que alguien tan cercano no sepa nada. Es más probable que lo encubran a que lo ignoren...

-...Estuve con Michael West toda la tarde, señor Potter. Pregúntele: yo no ayudé en lo ocurrido con Lupin...ni en nada más, señor... - aseguró ella firmemente, haciéndolo suspirar.

-Ojalá sea así. Debería evitar juntarse con esa clase de personas: por lo que leí, usted tiene demasiado potencial como para perder el tiempo con enfermos sin remedio...

-Gracias, señor, tomaré su consejo. Por eso es que me ofrezco como libro abierto, para que revise cada parte de mi relación con ellos y corrobore mi inocencia...aunque bueno, si me permite opinar, todo lo que menciona que hicieron suena demasiado para un par de adolescentes, ¿No cree? Alguien mayor debió tutelarles...- sugirió con cizaña, cosa que Harry notó, pero pretendió ignorar. Lo tendría en consideración.

-Le agradezco su ayuda con la investigación, y le aseguro que, al final, los culpables pagarán, sin importar que resulten ser más de los que tengo contemplados...




- ¡Señorita Umbridge! - llamó por tercera vez el Profesor Longbottom, sacándola de sus amargos pensamientos. Algunos parecían reírse, pero ella los ignoraba. No había podido conciliar el sueño en días y deseaba irse a descansar.

-Lo siento... ¿Me puedo retirar? No me encuentro bien- pidió ella tratando de sonar lo más amable posible. No le convenía hacer enojar a nadie.

-Claro, solo pida los apuntes que se pierda. Visite la enfermería y descanse. Ojalá mejore pronto.

-Gracias profesor. Con permiso- sin más se retiró del aula, agradecida por abandonar el invernadero y respirar aire fresco de la primavera, lejos de tantas plantas. Extrañaba el invierno: la navidad y el año nuevo, el cómo hasta el más triste rincón se engalanaba de luces y esferas festivas. La primavera solo traía lluvias y alergias para ella. Y ahora, la primavera en Hogwarts sería sin Mason y Alex, volviéndola aún más miserable.

Su interrogatorio la había dejado en alerta permanente, temerosa de hacer o decir algo que la hiciera parecer más sospechosa ante los ojos de los demás.

Trataba de continuar con su vida, pero la culpa que reprimía la atacaba por medio de horribles pesadillas y ensoñaciones que terminaban por distraerla durante el día. No podía con aquello: quería confesar, pero temía terminar encerrada por un error que ella no había cometido del todo. Amaba a Mason y a Alex, pero no era capaz de inculparse por ellos.

Michael parecía tranquilo en comparación, razón por la cual Sophie lo envidiaba. A pesar de haber sido ambos sospechosos, solo a ella le habían tratado como culpable. "Si la gente supiera sobre su padre..." pensaba cizañeramente, después de todo, no era lo mismo ser la sobrina de Umbridge que el mejor amigo de Lupin.

T&V: Antes del beso en el andén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora