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El sueco miro de reojo al italiano, se lo veía molesto, su ceño fruncido, su nariz un tanto arrugada y sus labios apretados con una pequeña curvatura hacia abajo, su porte recto, frio, con solo un brazo extendido hacia en frente, apuntando al argentino que no soltaba su cabello ni dejaba de apretar al sueco contra el barandal. Se escucho un sonido seco y agudo, era el gatillo que advertía que estaba siendo presionado lentamente pero con firmeza, la mirada del italiano era fría y tosca

-- Baja eso Italia. – dijo el argentino con voz fría, pero se sentía de fondo cierto fastidio y cierto enojo, el italiano no apartaba su mirada del bicolor – Que bajes eso, puedes lastimar a alguien. – dijo el argentino, el italiano no cedía ante la petición del epilson

--  Lo so. Lo so benissimo, -- respondió el italiano tosco, miro de reojo al sueco rápidamente – suéltalo. – le ordeno al argentino que ni se inmutó en lo que amenazaba a hacerle el italiano, estaba cansado, no quería ceder en lo único que aun podía controlar

-- No. Él me arruinó ahora yo lo arruino a él. – respondió el bicolor con rabia en la voz, apretando mas el agarre que tenia sobre la cabeza del sueco y apretándolo más contra el barandal, el sueco soltó un pequeño quejido ante esa acción

-- Por favor, no busques lavarte las manos echándole la culpa a otro. – respondió el italiano sintiendo un pequeño nudo en su pecho al escuchar al sueco quejarse de dolor

-- Él tiene la culpa de que me dejaras. – Dijo el argentino apretando la mandíbula de la rabia -- Esta puta de mierda tiene la culpa de todo. -- el italiano apretó los labios ante el amargo sabor de las feromonas del epilson y de ese toque agrio que daban las del sueco que estaba aterrado, aun aferrado al barandal, buscando hacer fuerza para no ser tirado al vacio por el argentino

-- Tú me dejaste a mí, además yo nunca te quise de esa forma y lo sabías. – respondió el italiano, el argentino soltó un suspiro de indignación ante esas palabras, era como una puñalada a su orgullo, a su corazón, ¿lo habían usado? ¿No había sido más que un simple juego? – Confederación, déjalo, tu problema es conmigo no con él – le volvió a pedir, no podía dispararle, habían muchas cosas que podían salir mal si lo había y no sabía hasta que punto si estaba dispuesto a disiparle al epilson. El cual solo negó con la cabeza y se rio cínicamente

-- Yo no te dejé. No fue así.... – dijo el epilson con cierto dolor antes de que se escuchara un quejido del sueco

-- Déjalo, no ganas nada con lastimarlo. – iba a disparar, no podía seguir asi, tratando de negociar con el epilson era sutil, estaba enceguecido por una cólera sin sentido

-- Él. Esta puta de mierda que se hace llamar juez me metió preso por algo que no hice.

-- ¡Eso no es cierto! ¡Yo mismo te vi! – grito el sueco con dolor, el argentino lo alejo del barandal para luego volver a golpearlo contra este, haciendo que el sueco soltara un sollozo el italiano bajo el arma confundido, sin entender nada de lo que decía el argentino, podía estar mintiendo, buscando ponerlo en contra del sueco. El italiano lo medito unos segundos, no pensaba ponerse a tener un dialogo interno en esos momentos

-- ¿¡Que estas haciendo!? -- pregunto horrorizado el argentino al ver como el italiano se ponía el cañón del arma en la sien, amenazando con dispararse a si mismo

-- No puedo más. – respondió con la voz serena, calmado, como si no fuera la primera vez que lo hacía, como si no hubiera una pisca de duda en lo que estaba por hacer. El sueco cerraba los ojos con miedo, con su cabeza en dirección al vacio, no podía ver tal cosa, sentía su estomago doler del miedo y sus ojos de la fuerza que hacía para cerrarlos – Ya no puedo, si lo matas me quedare solo, mi hijo no va a despertar, mi familia me odio desde el día en que supieron que estaba defectuoso, me odian, les doy asco, mis relaciones fueron todo menos sanas, tengo miedo, mucho miedo... ya.... Ya no puedo más... él y Argie son lo único por lo que sigo adelante... -- dijo el italiano con un nudo en la garganta, el sueco se mordía los labios para no sollozar, aunque sus lagrimas caían sin prisa y sin pausa por sus mejillas

El argentino se quedaba quieto, paralizado en su lugar, viendo como el lotha amenazaba con quitarse la vida, sentía impotencia, rabia, dolía, dolía mucho el no ser ni una opción en esa lista de personas por las que seguir vivo

-- Italia.... Mi amor... -- el argentino soltó al sueco que cayó sin más al suelo, no corrió, solo se cubrió los oídos, no podía moverse del pavor y del dolor que sentía. El italiano dio un paso hacia atrás aun amenazando con matarse de un disparo, sus ojos llenos de lagrimas de rabia, su rostro demostraba un completo asco y dolor

-- Ti odio, ti odio così tanto figlio di puttana, lo volevi tu. (Te odio, te odio tanto hijo de puta, tu quisiste esto.) – dijo el italiano antes de jalar el apretar el gatillo.....

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Silencio, un silencio sordo, el olor a pólvora aun yacía en el aire y se sentía un calor emanar del arma que estaba en el suelo que por el golpe se deslizo hasta el sueco, que la sentía quemar su pierna sin que lo estuviera tocando, había un cuerpo en pie detrás suyo y otro en el suelo sangrando, el olor a sangre no tardo en reemplazar el de la pólvora

Sentía nauseas, sus ojos cerrados y su respiración agitada, se había matado, se había muerto el italiano, se había suicidado el único hombre que en unos meses le hizo el amor de mil formas sin nunca haberle quitado la ropa, sin nunca haber tocado más que su mano y sus mejillas. Soltó un sollozo amargo, cubriéndose la boca para no gritar como lo quería hacer

-- Shh, va tutto bene... (shh, está todo bien...) – se escucho la voz suave del mayor, el sueco temblaba en su lugar, debía ser su mente negada, pero ¿su mente podía inventar un abrazo? ¿Podía su dolor crear una sensación tan cálida como la de esos brazos? Ilusión o no se aferro al italiano, dejando escapar las lagrimas -- Sono qui, sto bene... (Estoy aquí, estoy bien...) – le dijo con voz calma, había ruido, mucho ruido alrededor, gente, había gente y el sueco no podía abrir los ojos por miedo a que no fuera el tricolor a quien se aferraba con tanto desespero, solo se aferraba inmóvil, sin respirar por miedo a que su sola respiración fuera a desvanecerlo --- Respira dolcezza... (Respira tesoro...) – le dijo el italiano, el sueco soltó un suspiro casi ahogado antes de soltar en llanto

-- ¿Estas bien? – pregunto el alemán mirando al italiano que cubría al sueco, este solo le sonrió sutilmente a su amigo y miro al sueco acariciando su espalda consolándolo

-- ¿Me ayudas a llevarlo a que lo revisen? – pregunto el italiano volviendo a ver al alemán, este asintió y se saco la chaqueta de su uniforme de policía y se lo paso al tricolor para que tapara al sueco

-- Le diré a la hija de Nipón que venga para que también revisen el estado de la bebé... -- dijo el nazi ayudando a poner en pie a su amigo, el italiano asintió, el sueco se negaba a soltarlo así que lo cargo con cuidado, se lo miraba angustiado al lotha – Italia...

-- Luego hablamos Reich, no es momento. – dijo cortante avanzando con cuidado, mirando de reojo como se llevaban al argentino que permanecía inconsciente, solo rezaba no haberlo matado, no podía cargar con esa culpa aun si haya sido en defensa propia. El alemán asintió y lo ayudo, no era solo el hecho de que el argentino estuviera herido, las palabras del italiano resonaban en su cabeza con violencia 







Hola

no se, muchas cosas che 

jajaja bueno, por ahí Italia si lo iba a hacer posta a eso de matarse, pero no lo sabremos porque Suecia no sabe que paso, así que... otro misterio perri 

VOTEN MIERDA

los amo, vaiii

mi guerrero inca  (CH Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora