63

76 12 3
                                    

Las clases estaban bastante silenciosas, era raro que todos los alumnos estuvieran tranquilos en sus lugares sin desobedecer a la orden de un profesor, el argentino miraba a su amigo de reojo el cual se había quedado dormido sobre la mesa, no se ánimo a despertarlo, se lo veía demasiado cansado y enfermo como para quitarle las que posiblemente sean sus únicas horas de sueño en todo el día. Estiró su mano hasta la cara del canadiense que empezaba a babear un poco ya de lo profundo que estaba durmiendo

Con cuidado le quito unos mechones de pelo que se ponían en su cara, ese cabello rojizo teñido en naranja suave se pegaba en las pecas de su amigo, que visto de más cerca al argentino se le hacía algo muy bonito, muy tierna y atrayente era la calma que desprendía el dormido canadiense, aun si su rostro se viera más delgado y ojeroso, se seguía viendo sublime ante los ojos del omega argentino

La estadounidense se acercó a ambos omegas al verlos distraídos, notando así al albirrojo dormido y al albiceleste dándole mimos en las mejillas mientras parecía embobado con su amigo, sonrió para sus adentros, su hermano había conseguido una muy linda compañía en el argentino y eso le daba un poco más de tranquilidad para con él

--Señor Argentina.. – llamó la alfa mirando al omega que alzo la mirada para vera la mayor, dio un corto movimiento de cabeza para indicar que la oía – despierta a Canadá ¿si? Ya será la hora de salida – le dijo a lo que el albiceleste asintió y vio cómo se iba la alfa, aun le caía mal la presencia de la estadounidense, quizás seguía sintiéndose algo amenazado por ella, quizás algo inseguro

La vio alejarse y volvió a mirar a su amigo, dándole unos mimos más en las mejillas, empezando a llamarlo para que se despertara, pero el de habla franco-inglesa se removió y siguió durmiendo como si nada, haciendo reír un poco al bicolor latino, que siguió insistiendo un poco mas hasta conseguir que al menos abriera los ojos un poco

-- ¿Qué? – preguntó el pecoso mientras se estiraba con pereza, el argentino se río y le pasó la mano sobre la boca limpiando un poco la baba que tenía ahí

-- estas babeando mucho – le respondió a lo que el de pecas sonrió algo adormilado y se abrazo al argentino para poder dormir con su cabeza sobre el hombro de este

-- babeando por ti mi sol – dijo sin pena alguna el canadiense, el argentino se rio y le dio unas palmadas en las piernas y luego un beso en la frente, haciendo reír al canadiense

-- ya se mi amor, pero anda activanding que ya nos tenemos que ir a casa – le informó, el norteño se quejo un poco pero solo terminó asintiendo y sonriendo mientras su amigo seguía dándole mimos en las piernas

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Aunque las clases fueron tranquilas la salida de estas no fueron para nada tranquilas, los alumnos rumoreaba y se cuchicheaban entre ellos, el argentino iba caminando con su brazo entrelazado al del canadiense que también iba confundido mirando a todos lados viendo que pasaba

--Argentina. – se escuchó la voz del pequeño alfa boliviano que corrió hasta ellos

-- Bolivia, ¿Qué pasó? – preguntó el más alto, el niño se paro al lado de este y lo agarró del brazo, el argentino frunció el ceño y miró al canadiense que solo apunto en frente

Había una patrulla de policía y varios autos más en la calle, no llegó a reaccionar hasta que sintió que lo sujetaban de los brazos, no sintió más el agarre ni de su amigo ni del niño, solo pudo ver esos ojos turquesas clavarse fríamente en los suyos y las feromonas agrias de limón y cuero del ruso que estaba furioso

--te advertí perra, ¿Qué mierda les dijiste sucio? – le pregunto con la mandíbula apretada, el bicolor temblaba y sentía sus ojos arder por las lágrimas, el ruso lo sacudió con fuerza -- ¡responde zorra! – le exigió pero el argentino estaba paralizado, sentía su corazón ir cada vez más rápido, tanto que ya empezaba a dolerle, había gritos, el canadiense le decía que lo soltara, la voz de los gemelos estaba también, pero se sentía ahogado, no sabía en qué momento habían llegado, estaba aturdido, solo podía oír y ver al ruso, era como si su cuerpo se hundiera en el mar y solo pudiera ver esa luz turquesa encima de él

El ruso apretaba cada vez más al argentino, luego no sintió nada, solo un tirón brusco y un adormecimiento en su brazo izquierdo, no sentía sus piernas, le dolía el pecho, era una tortura respirar, sentía sus latidos en sus oídos, acallando todo sonido ajeno a él

--Argie... cariño mírame... por favor... -- el alemán hablaba, parecía que lloraba, ¿Dónde estaba? No podía ver a nadie, eran luces que se distorsionaban, estaba mareado, le dolía, dolía mucho, su corazón.... Se sentía salir de su pecho y luego un dolor agudo que le cortaron el aire, luego todo negro....

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

El italiano miró en dirección de la puerta, el argentino mayor se veía demacrado, el italiano sonrió con burla, seguro había trabajado hasta tarde, pero al ver que su ex pareja no cambiaba el semblante se le borro la sonrisa, se acercó al epilson dejando sobre la barra las copas que estaba secando

--¿uy y esa cara? ¿Qué pasó? – pregunto con curiosidad y sutileza, el bicolor le tomó las manos y lo miraba como si tuviera que decirle algo horrible

--Italia, toma asiento por favor... -- le pidió, el italiano obedeció, ya mas asustado, aunque el argentino mayor fuera de un humor muy ácido, no le daba ese aire de estar molestándolo, esto era serio

-- ya dime que paso, me das miedo así de serio – dijo con una sonrisa nerviosa mientras esperaba ansioso, pero no creyó que su ex pareja le cayera con esa bomba, esas simples palabras le quitaron todo rastro de tranquilidad al italiano, que solo sonrió un poco antes de levantarse y dar un paso hacia la barra donde estaban las copas. El argentino se quedo detrás de él

El europeo miró las copas con los ojos llorosos y tomó una arrojándola contra la pared, estallando está en mil pedazos, el argentino le tocó el hombro, pero el más bajo lo ignoro y solo lo corrió antes de tirar todas las cosas de la barra y arrojar cuanto tuviera al alcance mientras empezaba a llorar en silencio

El italiano se dejó caer al piso sobre los cristales rotos y dio un grito desgarrador, golpeando el suelo que tenía los cristales rotos, sintiendo como estos se clavaban en su piel, el argentino lo miraba también llorando en silencio, el italiano se sentía morir y que el dolor lo consumía








Me quitaron la vidaaaaa, me la arrebataron, triste aquel diaaaa, el sol se apago, lloraron las flores, lloraron los angeles, algunas estrellas, y mundo paroooo

Ya ya, ahora a llorar enserio

Tendremos justicia, pero a que costoooooo

bueno voten, comenten, puteenme en los comentarios me lo merezco   

mi guerrero inca  (CH Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora