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Ana

Despierto desorientada, no sé dónde me encuentro y mi cabeza duele, lo último que recuerdo es a Christian abrazándome, intento pararme pero mis piernas no reaccionan, y el aire me falta.

Alguien me toma de los hombros e intenta volver a acostarme, pero aunque trato de resistirme al final termino de nuevo acostada.

-Tranquila, enseguida llamaré al doctor.

Es lo único que escucho antes de escuchar como la puerta se abre y se cierra, segundos después entra un sujeto usando una bata, el dolor de cabeza apenas me deja enfocar bien.

-Sabes dónde estás.

-No.

-Sabes que día es hoy.

-No idea.

-Bueno, te empezaré a revisar, de acuerdo.

No sabía que es lo que ese sujeto me hacía, ya que mi cabeza parecía a punto de romperse por el dolor.

-Necesito que descanses, sacamos un gran porcentaje de líquido de tus pulmones y tal vez por lo dañados que están habrá que ponerte en la lista de trasplantes, lo demás te lo diré cuando los resultados de los exámenes lleguen.

Sin decir más, salió dejándome con alguien, que me inyectó algo en el brazo. Mis ojos empezaron se empezaron a cerrar, y a mi mente venían recuerdos de cuando era una niña, como cuando mi padre me aventó de la cama cuando tenía 5 años  por estar llorando o cuando mi !adre me usaba de sirvienta para servirle a ella y sus amigas cuando venían a la casa.

-Esto te hará dormir un buen rato, necesitas algo antes de que te deje sola.

-Jose

-En cuánto se te permitan las visitas, lo traeré, ahora descansa.

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