4. Buscando un punto débil

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Geb

Alana era una princesa. No era solo mi princesa. Era la de todos.

¿De las infinitas posibilidades de este planeta, ese celular tenía que llegar a sus manos? ¿El destino siempre quiso que fuera así?

Me removí en mi solitaria cama individual, negándome a cerrar los ojos y volver a entrar a ese mundo de sueños, donde solo había pesadillas para mí. Todo mi mundo destruido, mi vida inexistente.

Una vida que nunca fue. Tenía que empezar a asumirlo.

Después de tantas emociones y llorar en silencio, mi cuerpo no resistió más y me quedé dormido.

✨✨✨

El lugar era diferente una vez más. Un campo lleno de flores alrededor. En el medio de todas esas flores, Alana estaba recostada, mirando hacia el cielo.

No sé explicar cómo supe que era ella. Algo en mi interior. Así funcionan los sueños.

—¿Me extrañas? —quise saber.

—¿Quién eres? —La oí como un eco en el entorno.

—Nadie. Sin ti, no soy nadie. —Caminé con decisión hasta ella, pero por más que avanzaba, parecía que la distancia no se acortaba.

—¿Dónde estás?

Alargué mi mano, como si de ese modo pudiese alcanzarla.

Que estúpido, claro que podría hacerlo.

Estos últimos dos años, aprendí a controlar mis sueños a voluntad, y así fue como pude construir mi mundo perfecto. Ahora, podía hacer lo que quisiera.

Cerré los ojos y cuando los abrí, estaba recostado a su lado. Podía sentir su calor al estar tan cerca.

—Junto a ti —dije, llamando su atención. Alargué mi mano y al sentir su piel en mis dedos, la magia se disparó—. Siempre estaré junto a ti.

Alana giró su rostro y sus ojos castaños me observaron con atención. ¿No me reconocía? ¿La Alana de mis sueños tampoco sabía quién era yo?

—¿Eres tú a quien he estado buscando? —preguntó.

—No lo sé —respondí con un nudo en la garganta. Mi subconsciente me estaba traicionando y saber que Alana me había olvidado, configuró mi percepción sobre ella—. Al menos, eso espero.

—¿Dónde estás? ¿Cómo puedo encontrarte?

Suspiré. Mientras no pudiese volver al plano terrenal como un humano normal, no podría encontrarme.

Pero hallaría la forma de hacerlo. Aunque tenga que enfrentarme a su propio padre, lo haría.

—Aún no es el momento. Pero lo harás. Nos encontraremos otra vez y volveré a ser tuyo, Amira.

✨✨✨

El sueño se esfumó. Literalmente todo se convirtió en humo y desapareció. Me quedé recostado en un suelo negro hecho de nada... Otra vez estaba en el letargo, pero consciente.

Tenía que despertar o me volvería loco. Si no soñaba, el letargo me consumiría.

—Por favor, despierta, despierta —murmuré para mí mismo con los ojos apretados—. Despierta.

Abrí los ojos y desperté. Pero no sobre mi cama. No estaba en el mismo lugar.

Me estremecí al reconocer la habitación. Había pasado tantas noches en este lugar que era imposible no hacerlo.

[#2] El deseo de un recuerdo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora