Alana
Los antifaces nos daban la sensación de estar ocultos en medio de la multitud, mientras corríamos por los jardines de la casa de Jayden hacia las puertas que nos llevarían a la salida.
Geb me arrastraba con las ansias revoloteando a su alrededor, traducido en la magia que se movía con furia a través de su cuerpo.
Una vez estuvimos afuera, me detuve en seco frente a un auto deportivo nuevo al que se acercaba.
—Espera... ¿Esto es tuyo? —cuestioné, entornando los ojos.
—Por su puesto.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Con trabajo, esfuerzo, dedicación...
Me crucé de brazos y le lancé una mirada aireada, negándome a subir.
—Con magia Alana, ¿De qué otra manera lo iba a conseguir?
—Con trabajo, esfuerzo...
—¡Ay, dame un respiro!
Me reí en una carcajada, dejando que me abriera la puerta antes de subir al vehículo. El olor a nuevo y limpio impregnaba su interior, además de un agradable aroma frutal.
—¿Y tu acompañante?
—Sabe volver por su cuenta.
Haciendo rugir el motor, pisó el acelerador y se incorporó a la calle a una velocidad ridículamente alta en este tipo de vías.
—¿Es necesario que vayas tan rápido? —pregunté, mirando su perfil.
Su sonrisa petulante y esa seguridad que tenía al conducir, le daba un aspecto atractivo que extrañaba ver en él. Me dio una mirada de soslayo.
—Solo quiero alejarme de aquí lo antes posible.
Tomó mi mano, dejando un beso en el dorso, y luego apoyándola sobre mi pierna sin soltarla.
Tras unos minutos de conducir, se metió a un edificio de gran altura. Me condujo a través de los ascensores hasta que llegamos a la planta más alta.
Las puertas daban directamente a un Penthouse de lujo, en el que todo el perímetro estaba rodeado de grandes ventanales que dejaban ver toda la ciudad. Me acerqué a una de las ventanas y me quedé absorta mirando como las luces parecían pequeñas estrellas en la oscuridad de la noche urbana.
—¿Te gusta? —preguntó Geb a lo lejos.
Giré mi rostro y lo miré por encima de mi hombro.
—Habitaciones y autos de lujo..., no esperaba esto de ti —murmuré con una sonrisa traviesa.
—Ya te lo dije. No soy el mismo de antes —susurró.
Sentí su magia alborotada antes del calor de su cuerpo pegándose al mío.
—No sé si me gusta esta nueva versión de ti —susurré con tono de broma.
—Entonces haré lo que esté en mis manos para que te enamores otra vez de mí.
Sus dedos juguetearon con la fina tira de mi vestido deslizándola por mi hombro antes de dejar un beso.
—Puedo hacer lo que tú quieras —murmuró, mirándome a los ojos. Para demostrarlo chasqueó los dedos y el lugar cambió repentinamente a una especie de cabaña de madera en medio de un bosque. Los sonidos de grillos y otros animales nocturnos se oían en el exterior.
—¿Cambió el lugar o nos movimos nosotros?
—¿Quieres adivinar?
—Me gustaba más el lugar anterior.
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[#2] El deseo de un recuerdo©
Teen FictionEl cerebro es el órgano más complejo del ser humano. Es poderoso, pero frágil. Depende de elementos que lo ayuden a desencadenar la sinapsis que necesita para traer las memorias a nuestra mente. Música, lugares, aromas... Sentimientos. Parece difí...