24. La oportunidad de volver a empezar

227 33 13
                                    

Alana

El tiempo estaba mejorando bastante en los últimos días, el sol estaba empezando a hacer las mañanas más agradables y ahora que tenía más energía decidí salir a correr como lo hacía antes y volver poco a poco a mi rutina. Era sábado, Geb tenía entrenamiento extraprogramático en la universidad y habíamos quedado de encontrarnos más tarde para pasar la noche juntos.

Hace una semana había recuperado mis recuerdos, y después de ese reencuentro algo intenso y caótico, pusimos paños fríos a nuestra relación y decidimos ir con un poco más con calma al respecto. Tener nuestros espacios y volver a conocernos.

Ahora que no tenía esa extraña sensación en mi pecho de estar buscando algo inexistente, me sentía completamente en paz, y al fin veía una posible vida normal, alejada de los asuntos de la magia.

De no ser por mis sueños extraños... esas voces que me susurraban cosas sin sentido y me despertaban en la noche, diría que todo estaba perfectamente.

Seguí mi recorrido de siempre mientras trotaba, concentrada más en la música de mis audífonos que en el camino que estaba tomando, simplemente corría, dejándome llevar por el viento en mi cara y el calor interno en mis piernas.

Después de trotar unos minutos, me adentré en un parque al que me gustaba venir en verano para protegerme bajo la sombra de los árboles, era un parque amplio, de esos que ocupan varias manzanas a la redonda, con diversos sectores para juegos, ejercicios o solo un paseo familiar.

Recorrí el camino de arcilla por todo el borde del parque hasta llegar a una laguna artificial, en el que una familia de patos estaba justo en la orilla, sacudiendo sus alas.

Me apoyé en la valla para mirarlos, nadaban tranquilos, meciéndose en las aguas de ese lago en calma. Me pregunté si podré crearles un pequeño oleaje, solo un poco de movimiento para que se diviertan.

Miré a mi alrededor, había algunas personas paseando, pero a esa hora de la mañana, el parque no solía estar muy frecuentado.

Volví a prestar mi atención a los patos y me concentré en la superficie, lisa como un espejo ¿Qué sería mejor? ¿Mover las aguas? ¿Un poco de viento?

No había practicado mucho con este último, pero ¿qué tanto daño podría causar un pequeño soplido?

Cerré mis ojos y sentí el viento en mi piel, la frescura de la brisa moviendo mi cabello, envolviéndome por todos lados. Podía percibirlo, podía tocarlo, manejarlo.

Solo necesitaba que fuera un poco más rápido...

El sonido de las hojas de los árboles me hizo abrir los ojos y noté como las aguas del lago se movían en pequeñas ondas gracias al la velocidad del viento que había causado. Algunos patos se dejaban mecer, otros batían sus alas, y algunos decidieron escapar hacia algún lugar más tranquilo.

El ladrido de un perro obtuvo mi atención, desconcentrándome. Las ráfagas de viento empezaron a reducir su velocidad y poco a poco, volvió a la calma de antes.

El perro se acercó en un trote, sentándose a mi lado.

—Hola, bebé —saludé al animal. Este meneó la cola en respuesta—. ¿Nos hemos visto antes?

Me agaché a su lado y le acaricié detrás de las orejas. Era un perro tranquilo, a pesar de haber ladrado antes, ahora estaba muy quieto. Era negro azabache, con unos ojos celestes muy particulares. Estaba segura de haberlo visto antes...

—¿Eres el perro de Geb? —pregunté sabiendo que no recibiría una respuesta—. ¡Es un irresponsable! No sabía que te habías perdido.

Sacó la lengua y jadeo, moviendo la cola.

[#2] El deseo de un recuerdo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora