17. Más que solo un vínculo

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Geb

Me miré al espejo intentando acomodar la corbata de moño con la que llevaba batallando hace unos minutos. Había estado presente en fiestas de todo tipo, en distintas épocas, con diferentes atuendos y personas. Pero en este siglo apenas había logrado estar despierto durante breves meses, por lo que una fiesta de esta clase se escapaba de mis experiencias.

—Estúpido moño —refunfuñé al espejo desatando el nudo para volver a empezar.

—Déjame ayudarte.

Karde se acercó enfundada en su elegante vestido azul que resaltaba el color de sus ojos. Me giró por los hombros y se concentró en anudar el moño con manos expertas.

—Podrías desear que esté arreglado en un instante —murmuró en voz baja—. Pero insistes en negarte al uso de la magia.

—Por años deseé ser una persona normal, mi deseo al fin se está cumpliendo y no lo echaré a perder solo porque no soy tan hábil para atarme un estúpido corbatín.

Kardelem sonrió concentrada en su tarea.

—Tú pareces saber lo que haces.

—Conocí a Vincent en una fiesta de este tipo —susurró, dándome una breve mirada de advertencia—. Ir a las fiestas de los humanos de vez en cuando era algo que acostumbraba a hacer en esa época.

—Y terminaste enredándote con la peor persona que pudiste haberte encontrado —mascullé.

—Sé que es difícil para ti entenderlo, pero Vincent no siempre fue como tú lo conociste —aclaró terminando de anudar el moño—. Un poder tan grande como este en una mente vulnerable no es una buena combinación.

—Lo justificas porque lo amabas.

—Amar... es una palabra muy grande, ¿no crees? —dijo, mirándome a los ojos y dándome una sonrisa. Me volteó al espejo y me observó a través del reflejo—. Los humanos tienden a darle un valor más importante porque temen perder a esa persona que aman. Pero al final, es el amor el que se va primero, porque los sentimientos son así.

—No siempre es así. Hay sentimientos que pueden permanecer en el tiempo.

—Porque así lo quieres y luchas por ello. Pero es un trabajo constante, no es algo que se mantenga ahí solo porque sí —explicó, y no pude estar en desacuerdo—. Los Djinn nos vinculamos a través de la magia. Los sentimientos son volátiles y pasajeros, pero la magia perdura. Es un compromiso real por toda la eternidad. Una vez vinculados, es imposible de deshacer, y ambos se pertenecen hasta el fin de sus días.

—¿Te comprometiste alguna vez con alguien?

—No —Sacudió mis hombros antes de volver a sonreír—. Estás muy guapo, Geb.

Se alejó hasta el sofá de mi departamento y se sentó ahí, acomodando su vestido.

—¿Nerviosa? —pregunté, mirándome al espejo. Ajusté la corbata de moño y le di unos últimos toques a mi cabello para arreglarlo.

—¿De pararme frente a mi hijo por primera vez en 23 años? Por su puesto que no —ironizó. El leve temblor de su voz la delató—. Se supone que no debería estarlo, Jayden es solo el fruto de una relación que no debió ocurrir.

Caminé a su lado y ofrecí mi brazo, como un caballero.

—¿Lista?

Me sonrió antes de levantarse.

Salimos del departamento directo a los estacionamientos, donde observó boquiabierta el deportivo negro que desbloqueaba con las llaves en mi mano.

—Creí que querías vivir una vida normal —cuestionó.

[#2] El deseo de un recuerdo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora