Geb
Abby me miraba con el ceño fruncido, a unos metros de distancia. Su rostro mostraba todas las señales de estar confundida, tratando de encajar sus recuerdos al verme; como si recordara mi nombre y mi rostro, pero no supiera de dónde. Su mente buscaba a toda velocidad situarme en un determinado momento de su vida.
—¿Abby? —pregunté con cautela—. ¿Me recuerdas?
—Sí, es decir... Creo que te he visto en alguna parte, pero no estoy segura en dónde.
—Por Alana, nos conocimos gracias a ella.
Se quedó en silencio sosteniéndome la mirada, aunque posiblemente su mente estaba más concentrada en ver en su interior que a mí.
—Es cierto... tú... y ella... estaban saliendo...
—¡Sí! ¡Algo así! —exclamé, poniéndome de pie a toda prisa—. ¿Recuerdas ahora?
—Sí, es... extraño. —Entornó los ojos, observándome confundida—. Tú... vivías en nuestra casa. ¿Cómo pude olvidarme de algo así?
—Es una larga historia —dije, con una sonrisa de alivio—. ¿Te sientes bien? ¿Tienes algún dolor de cabeza, mareos o...?
—No, nada. Solo algo confundida. Como si de un momento a otro recordara cosas que no he vivido jamás. Es muy extraño.
Además de la confusión, no parecía estar teniendo otras señales de malestar. Sus recuerdos encontraban el camino mucho más rápido que Alana y sin efectos secundarios.
—¡No sabes lo feliz que estoy!
Di unos pasos hacia ella, que alzó las manos en alto, algo asustada. Ignoré todo y la abracé contra mi pecho, sintiendo como el alivio se colaba en cada fibra de mi ser.
—Te extrañé tanto...
—Ya... tranquilo. Tranquilo, cariño.
Sus palabras me rompieron. Tantas veces que me había consolado de esa manera en el pasado. En el real, y en mi mundo de sueños.
Era la misma Abby.
Solo un deseo intenso había bastado para que mi amiga recuperara sus recuerdos y me reconociera. Ojalá todo fuera así de fácil.
—Sigo sin encajar muchas cosas. ¿Damos un paseo? —propuso.
Mientras andábamos, Abby me comentó que iba camino a una de sus clases cuando algo la hizo cambiar de dirección y pasar por donde estaba lamiéndome las heridas. De seguro la magia del deseo había guiado sus pasos hasta mí y al verme empezó a recordar.
Por mi parte, le conté todo lo que habíamos vivido juntos mientras era un genio. Tuve que reprimirme para no confundir mis recuerdos en el letargo con el que realmente había vivido. Cada día que pasaba, esos sueños se iban desvaneciendo. A veces añoraba que desaparecieran y empezar a vivir de nuevo. Por otra parte, me negaba a perder los recuerdos de una vida con Alana, si es que no tendría una segunda oportunidad.
Le conté mi tiempo en el letargo y lo que había vivido desde que desperté de ese sueño.
—¡No puedo creerlo! —exclamó— ¡Entonces, ahora eres libre! ¡Y eres humano! ¡Y sigues teniendo magia! ¿Cómo es eso posible?
—La magia se alimenta de la magia. Aún tenía algo en mí cuando llegué al plano mágico, así que se fortaleció en ese lugar.
—Entonces... si nunca hubieses estado ahí...
—¿Hubiese perdido mi poder? —dije, adivinando su pregunta—. Tal vez sí. O tal vez los hubiese mantenido mientras estuviese cerca de Alana o... de Jayden.
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[#2] El deseo de un recuerdo©
Teen FictionEl cerebro es el órgano más complejo del ser humano. Es poderoso, pero frágil. Depende de elementos que lo ayuden a desencadenar la sinapsis que necesita para traer las memorias a nuestra mente. Música, lugares, aromas... Sentimientos. Parece difí...