Penultimo capítulo
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Geb
Sidi era un Djinn milenario, el Rey de toda una especie de seres mágicos que además conocía el futuro susurrado por los mismos Dioses. Sabía lo que iba a ocurrir incluso muchos siglos antes; durante décadas se preparaba para los eventos que estaba esperando por lo que nada podía sorprenderlo.
Un rey que por años fue moldeado para resguardar a su especie y además a los seres humanos, un ser mágico con gran poder al que se le daba vistazos de lo que vendría pero con la maldición de no intervenir.
«Solo Sidi lo sabe»
Detestaba esa frase, ese poder implícito que le daba el hecho de conocer lo que otros no, y que además, no se lo revelara a nadie más. Más nunca pensé que como todo gran poder, implicaba una carga enorme sobre sus hombros, el peso de una responsabilidad que solo él podía tomar porque era el único que tenía el conocimiento para hacerlo.
Un ser que llevaba años evitando este momento, porque sabía lo que iba a sacrificar, y aun así, estaba dispuesto a hacerlo y cumplir con lo que le habían ordenado.
Y si aquello significaba asesinar a su propia hija por el bien de todo un planeta, lo haría sin dudarlo.
Todo esto pude verlo en sus ojos cuando se me adelantó y sostuvo a Alana por el cuello, amenazándola con una especie de daga curva, que parecía hecha de un cristal muy parecido a las perlas que usábamos para transportarnos.
Magia sólida.
Una forma de contener algo tan grande como un portal, sanar hasta traerte directo de la muerte, o darle forma a un arma que podía contener un poder mucho mayor en su interior.
Alana se sostenía en pie solo por el agarre de su padre, sus brazos caían a sus lados sin fuerzas y su mirada parecía perdida a medida que el color desaparecía de sus ojos.
Podía ver la magia en ambos, el mismo tipo de magia poderosa pero en diferentes estados. Sidi tenía un perfecto control, fluía con una velocidad más rápido de lo normal, pero estable, envolviendo su cuerpo en una fina capa que se movía a su alrededor, marcando esa corona de magia que lo identificaba como el líder. Mientras que Alana perdía el control, su magia era velocidad, chispazos, formas que escapaban de su cuerpo y mucho mas intensa que la de Sidi. Alana no llevaba corona, porque si bien era la heredera de Sidi, su destino había cambiado y aunque la consideraban como la princesa de este reino, en realidad nunca lo fue y eso solo Sidi lo sabía.
—Sidi... —mascullé, controlando el temblor de mi voz. Un paso en falso y perdería mi mundo entero—. ¿Qué estás haciendo?
La punta de la daga presionaba el pecho de Alana, justo cerca de su corazón, que debía estar latiendo frenético en este momento, aunque no pudiera sentirlo. La piel se hundía al contacto del cristal.
—Lo intenté —respondió en una voz tan profunda que podía haberla confundido con aquella vez que lo oí en mi mente—. Intenté todo para evitar esto, Geb, pero el destino siempre llega.
—Sidi. —Di un paso adelante, con las manos alzadas, controlando la eufórica sensación de mi magia que rogaba por ir hasta Alana—. No todo está perdido, tiene que haber algo más, siempre hay una oportunidad.
—No, no la hay —murmuró, mirándome a los ojos. Esos ojos celestes que se iluminaban, provocando que sus iris casi desaparecieran, al igual como le ocurría a su hija en ese momento—. Cometí un error, y los Dioses me castigaron. Cada cosa que hice para solucionar la anterior, solo lograba empeorarlo. No tengo más alternativa que ponerle fin a esto de una vez.
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[#2] El deseo de un recuerdo©
Teen FictionEl cerebro es el órgano más complejo del ser humano. Es poderoso, pero frágil. Depende de elementos que lo ayuden a desencadenar la sinapsis que necesita para traer las memorias a nuestra mente. Música, lugares, aromas... Sentimientos. Parece difí...