32. Todos tienen un deber

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Geb

Abby nos recibió con un chillido agudo al vernos aparecer en el salón. El cuenco de palomitas de maíz que llevaba en sus manos cayó al piso rompiéndose ruidosamente.

—¡Geb! —chilló, dando una patada al suelo—. ¿¡Qué dijimos sobre las apariciones repentinas!?

La ignoré yendo a la habitación de Alana.

—¡Amira!

Nadie. Estaba vacía.

Volví al salón, viendo como Abby recogía los trozos del desastre de las palomitas, ayudada por Jayden. Ambos murmuraban en voz baja.

—Abby, ¿Dónde está Alana?

—No tengo idea, cuando llegué no había nadie en casa —respondió encogiéndose de hombros.

Chasqueé mis dedos y el desastre de vidrio y palomitas desapareció y el cuenco volvió a estar en sus manos. Abby se sobresaltó y murmuró unas quejas en voz baja.

—¿Hace cuanto fue eso?

—Unos... 20 minutos tal vez. ¿Qué está pasando?

—Alana está en peligro —dijo Jayden. Lo fulminé con la mirada, no era necesario dar tanta información cuando no estábamos seguros de lo que pasaba.

—¿Qué clase de peligro? —preguntó, exigiéndome una respuesta a mí. Nos sostuvimos la mirada y aunque no podía percibir los sentimientos verdaderos de Abby, la conocía lo suficiente para saber que me culpaba. Cada cosa mala que le ocurría a Alana empezó desde que aparecí en su vida.

—No es..., no está en peligro, Abby —rectifiqué para no alarmarla—. Es solo que creemos que algo la está afectando y nos preocupamos.

—Algo la está afectando hace mucho tiempo y no hace más que empeorar —se quejó la chica—. Se lo dije a ella, también te lo dije a ti, Jayden, no estaba siendo ella misma desde hace mucho tiempo.

Jayden retrocedió y vi el temor en sus ojos. La culpa.

—Fue su culpa —dije, señalándolo. Una pequeña venganza—. Él ha estado usando sus habilidades para meter ideas a Alana.

—¿Qué?

—¡No sabía lo que hacía! —se defendió él, desesperado. No creí que esto fuera a pasar.

—Geb, no es momento de separarnos —intervino Karde—. La prioridad aquí es encontrar a Alana.

—¿¡Qué le hiciste!? —chilló Abby, amenazante. Quise reír, pero Karde tenía razón.

Detuve a Abby antes que se abalanzara sobre Jayden con la idea de querer arrancarle los ojos y hacérselos tragar.

—Abby, Abby... Necesitamos encontrar a Alana... ¿Sabes dónde podría estar?

—¿Dónde más? En la biblioteca —respondió, bufándole a Jayden—. Cada vez pasa mas tiempo en ese lugar y aunque eso no es raro, es bastante inquietante lo obsesiva que ha estado con ese sitio. ¿Vas a explicarme que está pasando?

—Creo que alguien está manipulando a Alana... Me refiero a alguien diferente a Jayden.

—Pero Alana confiaba en Jayden, por eso lo dejó entrar en su mente —aclaró Karde. Jayden agachó la cabeza, queriendo hundirse sobre si mismo—. Ningún Djinn podría influir en su mente si ella no lo permitiera.

—¿Entonces por qué parece distinta? ¿Cómo si alguien estuviera tomando decisiones por ella?

—Porque su magia estaba confundida —analizó Abby, todos la observamos en silencio, esperando que continuara—. Es solo una suposición, pero si la magia y las emociones están conectadas de alguna manera, quizás su magia estaba dañada, porque sus emociones también lo estaban.

[#2] El deseo de un recuerdo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora