35. La carga de la corona

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Actualización doble 1/2

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Jayden

—¡Jayden! ¡Basta! ¡Déjame ir! ¡Suéltame!

Ignoré deliberadamente los reclamos de Alana mientras la arrastraba a la máxima velocidad que daban mis pies para llevarla al portal y volver juntos al plano terrenal.

Geb podría arreglárselas solo. En la biblioteca había confesado que tenía un poder diferente al nuestro, el mismo poder de Asmodeo de cumplir deseos, pero a voluntad. Podría hacer lo que quisiera, tenía la magia de su lado y estaría bien.

Mi único objetivo, era sacar a Alana de aquí.

—¡Déjame!

La magia de Alana aumentó su energía y fuerza. Se plantó en el suelo, resistiéndose a seguir, logrando que nos detuviéramos en medio del eterno pasillo por el que caminábamos.

—Tenemos que irnos.

—¡No! ¡Debo proteger a Geb! ¡Debo volver por él!

—¡No! —exclamé, perdiendo el control—. No volveré a pasar por esto. La última vez debí hacer caso a mis instintos y sacarte del casino, De haberlo hecho, nada de esto hubiese ocurrido, que sea problema de otro.

—¡Suéltame! —Forcejeó hasta liberarse, respirando con dificultad—. ¡No puedes obligarme!

—¡Alana, entiéndelo! Este no es nuestro mundo. Geb estará bien, puede arreglárselas solo. —La tomé por la muñeca, pero se soltó nuevamente de un tirón—. Alana, por favor... ven conmigo.

—Jamás volveré a dejarme engañar por ti...

—Ali... —Me llevé las manos a la cabeza, lleno de frustración.

La magia del lugar me mantenía tranquilo, solo eran mis emociones quienes me atacaban en este momento, el miedo colándose por mis huesos.

—Solo quieres retenerme para que me quede contigo. Igual como lo hiciste la última vez.

—Me equivoqué, lo acepto. Recibiré todo lo que quieras echarme encima, pero por favor... por favor te lo ruego, vámonos de aquí.

—Jayden...

—Eres lo único que me queda —supliqué, aferrándome a su cuerpo —Alana, mi padre murió, mi mejor amigo nunca logrará comprenderme del todo y ahora que había encontrado a mi madre, también se ha ido. No puedo perderte, no a ti también.

—Te entiendo Jayden... pero no puedo perder a Geb...

—Alana, no vuelvas ahí. ¡Él me pidió que te sacara de aquí! —Alcé la voz, produciendo un eco en el lugar. Alana se separó de un empujón, pero en lugar de intimidarse, me miró furiosa, con sus ojos aclarándose hasta casi desaparecer de todo color.

—No... yo debo protegerlo, es lo que ellos quieren... quieren hacerle daño... yo debo... yo...

—Alana. —Tomé sus mejillas y me forcé a mirar sus ojos, tan endemoniadamente perturbadores—. ¿Quiénes? ¿Quiénes te dicen eso?

—Ellos... las voces...

—Ali... —susurré. Pegué mi frente a la suya, conteniendo el dolor que me apretaba la garganta—. Siento todo lo que te hice, me aproveché de ti y de esas ideas que me parecían inocentes...  Por favor escúchame. —Me separé unos centímetros, obligándome a que me mirara a los ojos—. No es real, ¿me oyes? Eso que tienes en mente no es real, no es como lo piensas.

[#2] El deseo de un recuerdo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora