Alana
Definitivamente, soy la peor persona del mundo.
Mientras Jayden hacía un enorme esfuerzo por verme feliz y organizaba la fiesta de beneficencia en su casa, yo pasaba mis días hablando con Geb por chat, viéndonos en la biblioteca y pensando en él.
Ya sabía que todo era producto de la atracción mágica. Tenía suficiente experiencia en esto para no dejarme ceder por impulsos y lanzarme a sus brazos, solo porque la magia parecía ser una infiel de mierda y se iba con el primer chico mágico que estaba más cerca.
No había ocurrido nada entre nosotros, ganas no me faltaban, pero le debía a Jayden demasiado.
Fueron 4 años de una obsesión por él, que resultó en una bonita amistad y apoyo mutuo, que con el tiempo se transformó en algo más. Ahora me sentía en deuda con él, solo nos teníamos a nosotros...
No. Yo ahora tenía a Geb cerca, pero Jayden seguía sin alternativas. Tal vez... tal vez si encontrara alguna solución...
Mi celular vibró con la entrada de un mensaje y mi corazón dio un salto al ver el nombre de Geb en la pantalla bloqueada.
Geb: Lo siento, tendremos que dejar la práctica para otro día. Tengo entrenamiento y no puedo faltar.
¿Entrenamiento?
Busqué en mi memoria alguna señal que me indicara de qué rayos estaba hablando. Mis problemas para recordar cosas habían aumentado desde que Geb apareció en mi vida, pero no porque mis memorias se borraran, era simplemente que lo único que podía recordar, eran sus labios moviéndose cuando hablaba.
Pero palabras... nada. Sacudí la cabeza. Pensar de esa forma en Geb no me hacía una buena persona, yo estaba con Jayden.
Aunque... dijo que nos conocimos. Me prometió que volvería por mí y su corazón batallaba en su pecho cada vez que nos veíamos.
Él me amaba, pero yo, sin tener recuerdos de esa vida, me era imposible responderle de la misma forma.
Decepcionada, me marché de la biblioteca. Aunque podría haber ido a mi departamento o a casa de Jayden, mis pasos me llevaron de regreso al campus e instintivamente seguí el rastro de magia de Geb hasta dar con él en la cancha de futbol.
Claaaaro. Futbol. Hace unas semanas me había dicho que le interesaba apuntarse. Qué despistada.
Me senté en las gradas que estaban más cerca de la cancha y me quedé ahí, viendo el juego sin mucho interés. No encontraba a Geb, así que usé mi «visión mágica» y logré identificarlo. Estaba de medio campo como lateral izquierdo. Corría rápido y gritaba órdenes a sus compañeros de equipo para que le dieran el balón y poder avanzar por la cancha.
Una vez identificado dejé de ver su magia y me centré en verlo a él. En como corría de un lado a otro, saltaba y volvía a correr, con una habilidad impresionante manejando el balón.
Estaba al otro lado de la cancha, no tenía idea del marcador ni el tiempo. En realidad, ni me gustaba el futbol, pero disfrutaba el ambiente que se daba en casa, cuando Landon se emocionaba con los mundiales cada 4 años.
Durante el descanso, saqué mi teléfono y entré a Instagram. Busqué su perfil; nos habíamos empezado a seguir hace solo unos días cuando le dio like a una de mis fotos.
No ponía imágenes de sí mismo, solo de cosas que comía, en especial si llevaban chocolate.
Sonreí y mi corazón aleteó dispersando un calor extraño en mi cuerpo.
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[#2] El deseo de un recuerdo©
Genç KurguEl cerebro es el órgano más complejo del ser humano. Es poderoso, pero frágil. Depende de elementos que lo ayuden a desencadenar la sinapsis que necesita para traer las memorias a nuestra mente. Música, lugares, aromas... Sentimientos. Parece difí...