Pandilla(s)

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Había vendido mi alma al diablo, no había palabras para describir mi sentir en este momento todo había tomado una decisión apresurada pero ya no hay vuelta atrás, una vez que inicio no tendrá fin hasta que uno de los dos muera

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Había vendido mi alma al diablo, no había palabras para describir mi sentir en este momento todo había tomado una decisión apresurada pero ya no hay vuelta atrás, una vez que inicio no tendrá fin hasta que uno de los dos muera.

Parecía que las cosas serían fáciles, Izana solo tenía que hacer la vista gorda ante la ToMan y yo estaré para el cuando quiera, seré su reina y el el rey. No es un secreto para los pandilleros que el albino estaba al borde de la locura aclamando por un mundo perfecto dónde el era el rey al no haber quien le superará y por lo tanto todos debían obedecer sus órdenes, era algo estúpido pero muy fácil de entender, el quería sumisión completa, poder por medio del miedo que generaba su opresión hacia los que estaban por debajo de él. Por alguna extraña razón Kurokawa parecía tener algún tipo de problema de inferioridad hacia alguien o algo.

Ahora que los términos estaban fijados y el trato había sido sellado, era hora de poner las cosas en movimiento, al aceptar ser la reina de Izana me integraba a su pandilla, y no solo yo, si no también todos los que estaban debajo de mi, cómo una estúpida corporación absorbiendo a otra, inevitablemente ahora mi rostro mostraba molestia mientras me servía agua en aquel departamento en el que seguía ya que, tenían que presentarme a los altos rangos del lugar y yo tenía estrictamente prohibido salir de Yokohama o el territorio manejado por Tenjiku y Yukiyama*.
Lo difícil estaba echo, no tuve que salir de aquí mientras golpeaba a las personas o las dejaba un tanto moribundas, por lo que era un gran logro, pero ahora tenía que ver cómo el resto de los chicos tomaría la noticia de que técnicamente ahora soy rehén de Tenjiku y que tanto Yukiyama* cómo la anterior mencionada ahora eran una sola debido a una decisión unilateral de mi parte y plenamente egoísta. Tenía que calmarme y tomar contra medidas

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Yukiyama: Monte Nevado

La Subordinada de Takemichi HanagakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora