20: Sweet Creature

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20: Sweet Creature, Harry Styles

🏒BOOTH🏒

—Estamos a tiempo de huir.

Blair me miró con un mohín a medio formar en los labios. Procuré mantener los míos los más neutrales posibles, aunque una sonrisa pujaba por romper mi seriedad definitivamente. Trasladó sus ojos de los míos a la fachada de la casa y suspiró, por tercera vez en un espacio de dos minutos.

Jugueteaba con los dedos, cruzados, sobre su regazo y se mordisqueaba de forma ansiosa pequeños pellejitos del labio, mientras su mirada vagaba por todas partes, sin focalizarse en un estímulo en concreto.

—Lo digo en serio —repetí, con más énfasis esta vez.

La chica ladeó la cabeza, intranquila.

—No podemos hacer eso —fue lo que dijo, con cierta resignación.

—Claro que sí—rebatí, deslizando las manos por el volante, tranquilo—. Pongo el motor en marcha y nos largamos. Como si no hubiésemos estado aquí.

—Llevamos más de cinco minutos aparcados frente a tu casa, lo más probable es que sepan que estamos aquí —rebatió.

—¿Y?

Blair bufó y bajó la cabeza. Le frunció el ceño a sus propias manos.

—Es tu cumpleaños, y ya hemos confirmado que vamos a comer, y... saben que estamos aquí. Salir por patas ahora mismo sería una mancha difícil de limpiar de mi expediente como...

Mis dedos se cerraron con insistencia en el volante conforme el silencio de la chica se dilataba. Se expandió como una burbuja que ocupó el espacio en el interior del vehículo, se introdujo por mis fosas nasales, me insufló los pulmones y encrudeció el latido de mi corazón.

Como...

No sabía si estaba ansioso o simplemente había perdido el juicio.

Blair cabeceó en ese suspense que ella misma había tejido, quizás sin ser consciente del poder que tenía ahora mismo. Apenas era consciente de los efectos que me causaba y eso, de una manera retorcida, los amplificaba.

—... persona relacionada contigo —completó, con diplomacia.

Vaya.

—Son personas muy compasivas, en un periodo de cinco años serían capaz de perdonarte por arrebatarle a su primogénito el día de su cumpleaños. Bueno, tal vez seis, teniendo en cuenta tus cargos anteriores, como mantenerlo lejos del domicilio familiar durante las vacaciones de Navidad.

Blair alzó la mirada, de golpe y esta vez no pude evitarlo: me reí.

Mis carcajadas sustituyeron el pánico visceral de sus ojos por un odio profundo dirigido a mí persona que exteriorizó golpeándome en el brazo con un puño cerrado. Me sobé la zona afectada.

—La edad no te sienta nada bien.

—No hace falta que seas tan cruel... es broma. Ya te lo he dicho, te adorarán. Independientemente de la decisión que tomes ahora.

Sacó el labio en un puchero lastimero.

—Debemos entrar.

—Entremos, pues.

Asintió, pero permaneció inmóvil en la misma postura.

—Dame un par de minutos, debo mentalizarme.

La ciencia (in)exacta de los copos de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora