A la mañana siguiente, el de ojo hielo miró escéptico el cuerpo congelado de Dritte Reich, acostado abrazándose a sí mismo con una expresión apagada y parcialmente cubierto por la nieve.
Esta vez no podía echarle la culpa al alcohol porque estaba completamente sobrio, solo pudo acercarse despacio... comprobando que no respiraba y menos aún tenía signos vitales, se negaba a creer que fue la helada nocturna lo que lo mató, pues se suponía que ya llevaba casi cinco décadas muerto. Nunca fue muy creyente pero no pudo evitar persignarse antes de enterrar el cuerpo en ese lugar sintiendo un repelús en la espalda por la atmósfera similar a aquella vez en que acabó con la vida de su ex pareja para así finalizar la guerra asegurándose de que no hubiesen más desagradables sorpresas, tal como esta. Pero aún así estuvo todo el día pensando en lo de anoche, recordaba la sensación contra piel fría que tuvo su puño al momento de golpear la otro, no creía en fantasmas pero era muy obvio que uno no podía tocarlos porque no eran sólidos como un cuerpo real, lo cual lo llevó a intentar buscar algo al respecto en la biblioteca de su oficina aunque la gran mayoría de sus libros viejos se habían quemado como todo lo demás en su cabaña anterior.. la cual había sido bombardeada por el de esvástica cuando le declaró la guerra poco antes de intentar tomar Moscú.
Pasó revisando cosa tras cosa ignorando incluso la llamada diaria de Rusia para saber de su estado, pero aún así no encontró nada que explicase porqué un maldito cadáver caminó tantos kilómetros por sí solo y menos aún por qué carajos este hablaría hasta el punto de llorar como si tuviese corazón, estaba ya durmiéndose dando por zanjado el tema cuando una sombra caminando entre los árboles le alertó todos los sentidos y se levantó con rapidez tomando su arma.
Allí lo vio otra vez apenas abrió la puerta con cuidado, sentado en los escalones del pórtico abrazándose a sí mismo murmurándose algo en tono desganado hasta que giró a mirarlo con sus apagados ojos esmeralda, por reflejo le apuntó directo a la frente de manera tensa.
—...Si vas a matarme hazlo ya, no tengo a dónde más ir. —Suspiró el germano con pesadez, no le gustaba la mirada de odio mezclado con extrañeza que estaba recibiendo así que solo quería que todo se acabase, probablemente estaba congelado hasta el punto de no sentir las manos y con tanta hambre como para comerse un oso— ...Y tengo mucho frío..
—Estabas muerto en la mañana, ¿Cómo es que.. —URSS frunció el ceño sin bajar el arma, tal vez todo era obra de América contratando impostores para joderlo ya que no tenía mejor cosa que hacer con su vida aparte de vanagloriarse por la simpleza del primer hombre en la luna cuando la unión había superado por mucho todo eso—.
—No lo sé. Pero no creas que quiero estar aquí, no me gusta que me trates mal.. nunca antes me habías golpeado.. —Frunció los labios el escarlata, nadie le había puesto una mano encima en todo su tiempo de vida y no habría esperado que el primero fuese su pareja, que se comportaba como si no se conocieran—.
—Tú bombardeaste mi casa, un golpe es lo mínimo que te mereces. —El mayor apretó los dientes con enojo, comenzaba a dudar de que fuese un engaño.. era el miso tono de voz que recordaba e incluso las expresión con los movimientos de manos cuando comenzaba a impacientarse, lo había conocido tan bien.. o eso creyó—.
—¡Yo no hice tal cosa, deja ya de decir mentiras!, sería incapaz de hacer algo así contra ti y los niños! —Alcanzó a decir Reich antes de sentir como su ropa arrugada y desgastada era tomada con fuerza por el contrario casi levantándolo del suelo, por lo que comenzó a intentar empujarle el pecho para alejarse— Suéltame, Sowjet.
—¿Que yo soy un mentiroso?, ¡Por tu locura fue que mi Rusia perdió una mano y Bela casi se quema los brazos intentando ayudarme a sacar a sus hermanos del fuego, eran solo niños! —Su poca calma en esa situación extraña se desvaneció apenas recordó los rostros aterrados y adoloridos de sus niños ensangrentados mirando su hogar arder en llamas por una bomba que fue soltada por un avión de la Luftwaffe—.
—Yo no... nunca me hubiese atrevido a hacer eso.. ¡Sowjet yo los consideraba como mis hijos! —Los ojos del europeo observaron con enorme incredulidad, había adorado a esos pequeños mocosos ruidosos, los había llenado de regalos e incluso los había arrullado en sus brazos para dormirlos algunas noches que el de hoz y martillo estaba ocupado en el Kremlin—.
—¡Deja de fingir demencia, bastardo! —URSS aumentó el agarre de sus manos ahora en el cuello del más bajo, sintiendo como entraba en pánico y el oxígeno se retenía tal como su voz ahora baja y entrecortada—.
—Sowjet, no... no res.. piro.. —Apenas pudo balbucear antes de ver todo negro nuevamente, debido a la fuerza su cuello se rompió y su cuerpo frío dejó atrás la tensión al igual que su vida, por una tercera vez—.
El azabache lo observó enmudecido, bajándolo hasta el suelo del pórtico.. notando cómo palidecía poco a poco por la helada matutina, se mantuvo algún rato más con el extraño fascista entre sus brazos hasta que decidió volver a enterrarlo algo más lejos para llamar a su hijo mayor.