—Y los conejos que son tan bonitos.. —Se quejó el rubio limpiando las comisuras de sus labios al salir del baño, había girado en mal momento y vio cuando el de parche despellejaba a los animales mencionados para cocinarlos al horno así que las nauseas le ganaron y corrió a vomitar—.
—Deja de ser dramático y termina de ordenar la mesa —URSS viró el ojo mientras marinaba la carne cortada, lo bueno de vivir en un bosque es que la carne era gratis al igual que la leña—.
—..Pero yo no quiero comer eso.. —El de piel escarlata hizo una mueca, no despreciaba la comida.. pero se le quitaban las ganas cuando veía a los animales muertos porque no podía evitar verlos así sobre su plato—.
—No se puede sobrevivir solo comiendo frutos y plantas, por eso los hippies americanos no duran nada. —Mirándolo de soslayo el soviético arqueó un poco las cejas, no soportaba a esos idiotas que daban cientos de excusas para no comer carne o que jodían al resto por comerla—.
—Pero yo no soy americano —El más bajo confundido miró al eslavo ladeando la cabeza como solían hacer los perros, no tenía idea de porqué tal extraña comparación con esos humanos desagradables, tal vez el otro intentaba denominarlo como fastidioso o ridículo—.
—Entonces comerás el conejo sin quejarte —Cortó el de hoz y martillo girando para colocar la mano izquierda sobre el rostro ajeno, así empujándolo un poco para que volviese a su labor de ordenar los cubiertos y vasos—.
—...Está bien —Dritte se resignó bufando aunque luego sonrió leve durante un momento, aquello le había traído un muy viejo de cuando eran niños, el de ojo hielo solía hacerlo cuando quería atraer su atención pero era demasiado orgulloso para hacerlo directamente—.
—¡Grigoriy, deja de morder mi bota! —El de parche alzó lo suficiente la voz para que el animal se apartara, pero sin llegar al tono de un grito, moviéndolo un poco con el mismo pie para se que fuese a otro lugar—.
—Tiene hambre —Ya habiendo terminado lo que hacía, el de esmeraldas se agachó a recibir al de pequeños colmillos de leche que inmediatamente se le acercó como a una madre protectora—.
—Entonces encárgate de tu bola de pelos o lo encadenaré afuera —Bufó el euroasiático como amenaza vacía, pues era consciente de que ese animal no duraría cinco minutos afuera antes que el de esvástica saliese corriendo desesperado a buscarlo como si hubiese un monstruo rondando por ahí—.
—No tienes que ser tan malo con Grisha, es solo un cachorro —El de suéter claro abrazó al mencionado con todo el cariño, a veces se comportaba como una mascota común aunque sabía que al crecer tendría que tomar un poco de distancia pues no dejaba de ser un animal carnívoro—.
—No estoy siendo malo, solo le pongo límites al perro —URSS hizo tronar un poco su cuello y fue a sentarse al sofá de dos plazas, relativamente junto al rubio con su mascota que estaban de vuelta en sus mantas, por ese era el mejor lugar para ver la televisión mientras la comida se horneaba así que no le importó—.
• • •
Reich colocó su tazón con duraznos azucarados y crema batida de postre con una gran sonrisa, cuando el eslavo notó que se estaba quedando dormido le dio un par de palmadas al hombro para decirle que preparase algo con las frutas recogidas en lugar de andar perdiendo el tiempo y cuando iba a fruncir el ceño para responderle recordó que había una receta que le encantaba en su infancia así que no replicó y fue a buscar las cosas necesarias de manera tranquila mientras era observado de a ratos.
Una vez estuvo ya listo sobre la mesa ambos se sentaron a comer, una vieja canción soviética emitida por la radio de los héroes era lo único que llenaba de fondo el ambiente.. pero Smuglianka era un tema que le gustaba al fascista, como la hicieron los humanos para la hermana del carmesí solían cantarla todo el tiempo con los niños para molestarla un poco.
—De repente, sólo quise decirle: "Encontrémonos todos los amaneceres del verano sobre el río".. —Comenzó murmurando mientras su índice izquierdo se movía al compás de la canción, sus afilados dientes resaltaban bajo sus labios curvados en una ligera sonrisa que mezclaba diversión y nostalgia— El Arce, todo rizado y verde, quedó tallado. Estoy enamorado y avergonzado delante de ti. El Arce, todo rizado y verde, quedó tallado..
—Es de mala educación cantar en la mesa. —Bufando el azabache desvió la mirada de vuelta a su plato para cortar la carne del conejo y las patatas marinadas que lo rodeaban, aún ni había probado bocado y el otro ya comenzaba con sus tonterías—.
—El Arce, todo rizado y verde, quedó tallado. Estoy enamorado y avergonzado delante de ti. El Arce, todo rizado y verde, quedó tallado.. —El germano continuó ahora sonriendo a ojos cerrados, sin importarle que las comisuras de sus labios estuviesen manchadas de aderezo.. solo se sentía bien cantando luego de mucho— De repente me encontré con mi morena en la guerrilla. El Arce, todo rizado y verde, quedó tallado. "Hola mi dulce y querido muchacho"..
—Oh el Arce, todo rizado y verde, quedó tallado.. —URSS finalizó en tono bajo mientras suspiraba, hacía mucho que no cantaba Smuglianka pues se había peleado con Moldavia durante los primeros años de la Guerra Fría además de que ahora vivía en ese bosque recóndito donde era difícil ubicarse—.
—Tu voz no ha cambiado mucho, es.. un bonito recuerdo.. —Lo miró de lado el más bajo de manera tranquila, llevando otro trozo de carne a su boca que conservaba una sonrisa leve, la comida también estaba muy buena—.