El olor a comida caliente hizo que el germano despertara, sentándose en el sofá mirando con disimulo a la barra en la cocina sobre la que había un plato con sándwiches... tenía demasiada hambre, pero no quería tomar uno y que luego el de hoz y martillo le hiciese otra cosa para despertar cubierto de tierra. Así que solo se encogió volviendo a acostarse en el sofá abrazándose a sí mismo, por lo menos ya no sentía ese horrible frío de afuera que le congelaba hasta los huesos.
—Puedo oír tus tripas hasta acá, solo toma uno y cállate. —Bufó el de ojo hielo mientras lavaba las patatas que usaría para el almuerzo en unas horas, aún ni siquiera había pensado qué hacer con el otro.. podría enviarlo a alguna prisión de Siberia o entregarlo a los idiotas pacifistas a cambio de que le bajaran las sanciones económicas a sus hijos—.
Dritte con duda y algo de desconfianza se levantó acercándose al plato así tomando uno, tardándose un momento en revisar que no tuviese nada raro antes de darle un mordisco.. de alguna manera logró contener el sonido de la satisfacción sentida al poder comer algo luego de casi dos días, aunque solo se limitó a sentarse y comer despacio para que le durase más puesto a que muy probablemente el carmesí no le daría nada más.
—... ¿Dónde.. están los niños?.. —En tono bajo preguntó el rubio, recordando que el contrario lo había acusado de haberlos lastimado gravemente con una bomba.. pero no tenía razón alguna para lastimar niños y menos a los pequeños eslavos—.
—En sus territorios. —URSS se limitó a decir inicialmente en lo que tomaba el pelador a su derecha, aunque tal vez debería dejarle todas las cosas más claras pues sus hijos ya no eran para nada unos niños como antes— La Unión se disolvió hace dos años y todos se volvieron autónomos.
—¿Disolverse?, pero si tú eras una de las naciones más fuertes.. —El nacionalsocialista ya no pudo seguir comiendo, parecía que con cada pregunta que hacía lo que solía conocer se caía más y más a pedazos—.
—Mierdas internas provocadas por los humanos, ya da igual. —Bufó el más alto no queriendo tocar ese tema pues acabaría estresado de recordar la incompetencia que los llevó a la ruina en su mejor momento, tan cerca de seguir explorando el universo que los rodeaba—.
—¿Y.. qué hay de mi territorio?.. —Un nudo comenzó a formarse en su garganta, si supuestamente había muerto en la década de los cuarenta, sus dominios habían quedado desprotegidos, no quería ni imaginar respecto a que las otras potencias pudieron haber hecho cosas a su antojo debido a su ausencia—.
—Quedó como madriguera dinamitada y luego se volvieron perros del capitalista.. fueron décadas algo largas. —El azabache miró de soslayo al contrario que se encogió aún sentado antes de levantarse de golpe y caminar a zancadas hasta la entrada para abrir la puerta y salir de la cabaña, lo observó por la ventana dar algunos pasos más hasta dejarse caer de rodillas soltando un grito entre frustrado y quebrado por obvias razones— Mm..
El de esvástica se mantuvo algunos minutos más gritando y golpeando la nieve con sus puños, lo había perdido absolutamente todo, no tenía ni un hogar al cual volver o una pareja que lo confortara.. menos aún una familia.
—Sowjet mátame.. solo... solo hazlo, por favor.. —Habló con la voz quebrada acostándose sobre la nieve removida, sintiendo la presencia conocida probablemente de pie en las escaleras del pórtico— Ya no quiero estar aquí..—Simplemente gastaría mi tiempo si sigues regresando una y otra vez como una infección mal curada —El euroasiático viró el ojo que le quedaba, realmente era muy molesto tenerlo en frente haciendo todo ese teatro— Tal vez tu castigo sea observar cómo el mundo sigue en tu ausencia sin que puedas hacer algo para cambiarlo.
—..¿Por qué eres tan cruel conmigo?, juro que no hice nada malo.. —Las lágrimas comenzando a bajar por sus mejillas frías exteriorizaron el horrible dolor en su pecho, esa sensación tan desgarradora que provocaba el rechazo de alguien importante— Yo quería a tus hijos... Te amaba..
—Claro, porque uno normalmente intenta asesinar en un bombardeo a los que "Ama". —URSS escupió a la nieve bajo sus propias botas, confundiéndose cuando el más bajo comenzó a escarbar entre el manto blanco hasta encontrar una roca un poco más grande que su mano— ¿Qué mierda haces?
Este no respondió, sólo con fuerza comenzó a golpearse la cabeza... Tal vez sí podría morir si lo hacía él mismo, dolía como el infierno y comenzaba a marearse, pero no quería seguir despertando más.—Deja ya eso, maldito enfermo. —De un par de pasos largos llegó tras el de esmeraldas y de un manotazo alejó la roca manchada de sangre al igual que la nieve junto con el rostro ajeno de quien por reflejo sostuvo cuando perdió el equilibrio— Nazi de mierda..
—No quiero... vivir en un.. mundo así, Sowjet.. —Murmuró mirándolo con los ojos entre cerrados, perdía la conciencia pero no había sido suficiente como para morir, así que luego le dolería mucho más—.
—Eres un imbécil desgraciado.. —El carmesí lo sostuvo en brazos levantándose para volver al interior de la cabaña, ignorando el rastro de sangre por la cabeza lastimada del fascista ya desmayado—.
Toda esa sangre bastante roja le confirmó por completo de que no se trataba de un cadáver, Dritte Reich realmente estaba vivo.. más o menos, moriría desangrado si no atendía la herida de la cabeza así que no tuvo de otra más que acostarlo en la tina del baño para tomar el kit de sutura en su botiquín y comenzar a coserle la carne separada con paciencia para que la sangre no volviese a salir. Al finalizar casi media hora después tuvo que desvestirlo pues el uniforme ajeno estaba mojado por la nieve además de lleno de sangre y no dejaría que manchase su casa, dejó el agua tibia correr hasta que el cuerpo del único heredero del Kaiser volvió a tomar temperatura.
Le untó jabón y se tomó la molestia de quitarle los rastros de tierra, notando que únicamente tenía una cicatriz en el centro del pecho, la de la bala que lo mató inicialmente. No quiso ver más y simplemente se apresuró a vestirlo con ropa vieja que encontró en una búsqueda rápida en la habitación y le vendó bien la cabeza luego de secarle el cabello, ahora planteándose si devolverlo al sofá u otro lugar pues era obvio que en su cama no lo dejaría.
Al final acabó por tirar un par de mantas en una esquina de la sala donde lo dejó junto con una almohada en la que apoyar su cabeza, no estaba muy lejos de la chimenea así que la hipotermia no estaba entre la lista de opciones por las que se podía volver a morir por cuarta vez.