Sieben­und­dreißig.

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Casi a primera hora de la mañana las ganas de ir al baño lo despertaron de mala gana, por lo que se levantó de la cama para poder solucionar aquello y de paso desayunar ya que estaba de pie, aunque al cruzar la puerta de la habitación oyó algunos ruidos raros ahogados justo por la puerta del lugar a donde quería ir, por lo que se acercó con desconfianza y la abrió de golpe sin mucha fuerza para saber qué carajo pasaba.

Aunque terminó soltando una carcajada y la cerró con la misma velocidad.

—Comiendo carne tan temprano —Dijo entre risas en tono alto optando por mejor bajar las escaleras para ir al del primer nivel en donde se le acercó su mascota moviendo la cola feliz de verlo, pero estaba más ocupado intentando dejar de reír—.

Se había topado con Alemania, arrinconando al suizo contra uno de los muros y este era el que jadeaba provocando ese ruido raro que se oía en el pasillo debido a que el menor le estaba lamiendo el cuello mientras le apretaba el trasero como si fuese una almohada esponjosa incluso frotándose un poco contra el. Lo cual le hizo mucha gracia pues no pensó que el de cruz blanca siendo incluso mayor que su propio padre podría ser el dominado de esa manera. Por otro lado los aludidos se cubrían el rostro enrojecido, avergonzados hasta la médula por haber sido descubiertos por el más bajo que tuvo el descaro de reírse así.

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—Creo que deberíamos conseguirle una mascota a papá, tal vez un gato que le haga compañía y lo entretenga.. —La bielorrusa cambió la página de su libro estando sentada en uno de los sofás oscuros, desde que se reunieron con el de parche decidieron mudarse todos temporalmente a la casa del mayor de los hermanos para mantenerlo vigilado y que no hiciera una locura—.

—Mejor un perro, así tendrá que salir de su habitación para llevarlo a pasear —Propuso el segundo mayor estando acostado a su lado viendo la televisión con pereza, quería irse a su casa pero no iba a dejar a su familia sola así que no tenía otra opción—.

—Tiene que ser algo con el mismo carácter que él... Alemania tiene un lobo, tal vez podamos conseguir uno —Rusia se acercó a ellos con una fuente de tazas con té caliente que sostenía más con su mano dominante para evitar que por accidente se cayeran, habían pasado ya muchos años pero no terminaba de acostumbrarse a la prótesis que cambiaba según avanzaba la tecnología—.

—¿Alemania con un lobo?, creí que tenía canarios —El castaño redirigió la mirada a su hermano levantando las cejas con sorpresa, nunca se habría imaginado al tricolor con una mascota potencialmente peligrosa además de que solo lo había oído un par de veces hablando sobre sus pajarracos anaranjados—.

—Cuando fui a su casa a recoger documentos antes de la reunión en su territorio se me acercó un lobo joven bastante amigable, también me sorprendió de que tuviera una mascota ya que siempre está falto de tiempo —Dejó cada una de las tasas en la mesita de centro y se sentó también a relajarse al menos un rato luego de su viaje desde la capital alemana, había sido una reunión larga así que no descansó mucho en el camino—.

—..¿De qué color era ese lobo, Rusia? —La voz ronca del desganado URSS le causó repelús a sus hijos que no habían notado cuando se acercó desde el pasillo de habitaciones, en todo ese tiempo parecía haberse vuelto un alma en pena atormentándose por culpa de su error involuntario y no poder encontrar el paradero del de esvástica—.

—Gris con ojos azules, ¿Por qué? —Dijo el de ojos lavanda con extrañeza ante su interés, pero esperando a que solo fuera porque estaba considerando tener uno también, no era muy difícil conseguir cachorros de animales salvajes que muchas veces acaban deambulando solos por perderse o quedar huérfanos por culpa de cazadores—.

—Es Grigoriy.. Reich está con el mocoso —El color pareció volver al soviético se agitó un poco aliviado de saber dónde estaba su mascota y posiblemente el mencionado que no se separaría del lobito que tanto cuidó—.

—No, ni pienses que lo iremos a buscar, lo encuentras ahí y qué, ¿Crees que va a correr a tus brazos luego de que él mismo atravesó tantos territorios para alejarse de tu vista? —Mirándolo con seriedad el ruso quiso hacerlo entrar en razón, además de que lo más seguro era que se metería en problemas si se enteraban que frecuentaba al fascista que no había pagado ni uno de sus crímenes— Padre se sensato.

—Ya perdí una hija y lastimé demasiado a Reich, no quiero que este bebé crezca también sin un padre.. —El de ojo hielo miró a los menores con el remordimiento tatuado en su vista, iría por el rubio con o sin ellos, su única prioridad ahora era saber si ambos estaban bien debido a la peligrosa cicatriz que él mismo provocó en el pasado—.

El ambiente quedó en tenso silencio durante unos minutos que se sintieron eternos, pero cuando el carmesí estuvo a punto de girarse para buscar su maleta e irse Bielorrusia se levantó para abrazarlo con fuerza diciéndole sin palabras que lo acompañaría en ello, así que la estrechó entre sus brazos pensando cómo hubiese sido Berlín de llegar a conocerse ambas al ser dos niñas pequeñas.

Rebirthing [T.R × URSS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora