Pasaron tres días en mutuo silencio absoluto, Dritte se encargó él mismo de su herida suturada y de recolectar de las pocas bayas heladas que habían en los alrededores del bosque, su corazón dolía cada vez más así que optó por tomar distancia quedándose en esa pequeña esquina tras el sofá de dos plazas en el que a veces se acostaba durante la madrugada para recibir el calor de la chimenea que siempre estaba encendida para general calor al resto de los ambientes.
—Mierda, ahora no.. —Jadeó bajo el de esmeraldas tomándose el estómago, debido a la poca comida que ingería sus jugos gástricos comenzaban a generarle un horrible dolor ácido que se esforzaba por contener bebiendo más agua, básicamente hielo que recogía de afuera para derretirlo frente a la chimenea en una cubeta que encontró en uno de sus recorridos—.
Aunque no le sirvió y por reflejo corrió al baño para vomitar, sintiendo como le quemaba la garganta causándole tos y un ligero temblor a causa del esfuerzo.. si seguía así seguro moriría dolorosamente, pero daba igual. Se aferró al inodoro resoplando unos instantes hasta que giró un poco la cabeza al sentirse observado, el eslavo estaba sentado en su cama mirando el dirección al baño con el ceño algo fruncido y un libro abierto en la diestra al que dejó de prestarle atención luego del ruido de alerta.
El escarlata desvió la mirada antes de cerrar a ciegas la puerta con su pie, no estaba de humor para recibir otro grito solo por "Ensuciar", se sentía muy mal y tuvo que quedarse en el suelo un rato antes de limpiar y salir lentamente en busca de su agua para intentar aliviar el ardor de su lastimada garganta, seguramente parecía irónicamente un muerto en vida así que evitaba las cosas que hiciese reflejo.
De manera silenciosa el de hoz y martillo observó desde un lado del pasillo al menor sentado junto a su cubeta dando la espalda a sus mantas y a todo lo demás para suspirando apoyarse en el sofá individual aún sobre la alfombra abrazando sus rodillas, parecía un huérfano desamparado.. sin estar muy lejos de la realidad. Pero por orgullo ninguno de los dos iba a decir algo y dar su brazo a torcer.
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Media noche y el europeo no había vuelto, Soviet miró el reloj otra vez.. sabiendo que el otro nunca había acostumbrado recorrer zonas boscosas tan tarde y menos en una época tan dura como el invierno.
Pronto sintió un repelús a lo largo de su espalda cuando un aullido resonó algo cerca, ni siquiera pensó antes de tomar su rifle y abrir la puerta iluminando con su linterna las huellas ajenas casi borradas que siguió durante un rato hasta que el rastro se llenaba de muchas caninas en la misma dirección, no tardó más en apresurar su paso hasta llegar a unos arbustos que hizo a un lado con su brazo izquierdo... topándose con el cadáver de Reich manchando de rojo la nieve, siendo la cena de una manada de lobos recelosos que mostraron sus colmillos al nuevo merodeador.El cual comenzó a dispararles con enojo hasta que los que lograron salir ilesos se alejaron de los muertos y los moribundos, dejando al de ushanka marrón frente al cuerpo frío y desgarrado del rubio cuyos ojos abiertos miraban hacia el cielo nublado sobre todo, la expresión de dolor se había quedado plasmada en su rostro ojeroso y débil. No debió dejarlo salir, incluso si eso hubiese significado otra pelea en realidad absurda.. lo vio tambalear hacia la puerta mientras sostenía su cubeta vacía ahora salpicada con su sangre congelada, sintió su respiración fallar por un segundo sintiendo un vacío en la garganta cuando se fijó en el pecho ajeno.. la cicatriz de la bala parecía haberse extendido llegando incluso a ser más grande que su propio puño.
—..¿Por qué?... —Sus manos se detuvieron a medio camino antes de tocar su piel, recordando la hora que era se quitó el abrigo y con eso lo envolvió antes de alzarlo en brazos, caminando de vuelta a la cabaña.. cavando una fosa no muy profunda donde lo enterró y observó la tierra oscura mezclada con el blanco puro de la nieve—.