Восемь.

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Una mano escarlata removió la tierra blanquecina con pesadez hasta lograr salir por completo, envuelto en un abrigo grande y con su ropa bajo este toda desgarrada además de sucia por la sangre, cerró los ojos con fuerza unos segundos para no recordar lo sucedido y al intentar levantarse notó que su querida cubeta además de otra estaban a un lado.. llenas de bayas y algunos otros frutos silvestres, con algo de desespero tomó un puñado para llevarlas a su boca y masticar con necesidad debido al hambre que tenía.

Cuando estuvo satisfecho miró hacia la entrada, la puerta estaba junta pero no sentía a nadie cerca, se irguió abrazando las cubetas y subió los escalones hasta quedar en el pórtico, empujó despacio la puerta con su codo izquierdo y se asomo percibiendo el silencio absoluto por lo que dio algunos pasos dentro sintiéndose mejor por la calidez del ambiente. Notando que sus mantas blancas habían sido reemplazadas por otras más acolchadas de tono café además de tener otra almohada extra.

—¿Qué, pero cómo..? —Sus ojos cansados se clavaron en el calendario cercano, marcaba cuatro días después del que recordaba haber salido.. ¿Realmente había tardado tanto en volver esta vez?, no supo qué sentir al respecto, si ahora estaba más cerca a una muerte real o si lo que ocurrió fue solo que tardó más tiempo en regenerar su carne gravemente lastimada y perdida—.

Todo el asunto era un enorme dolor de cabeza, solo quiso mover las mantas para refundirse en ellas pero se encontró con ropa doblada bajo estas, así que las tomó con gusto silencioso y se desvistió con cuidado limpiando con la vieja los ligeros rastros de sangre que le quedaron el la piel. Cuando estuvo cómodo dejó todo a un lado y se acostó mirando los maderos consumirse en la chimenea a unos metros de sí.. aquello lo arrulló en la calidez hasta que pudo dormirse sintiéndose un poco más seguro ahora.

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El sonido de la puerta abriéndose con rapidez lo sacó de su sueño, abriendo con pereza los ojos para encontrarse con el orbe hielo ajeno de quien estaba en medio de la sala un poco jadeante y con algunas trampas para animales colgando de un saco en su hombro, estudiando con la mirada al de esvástica que aún acurrucado bajo las mantas lo miraba en silencio.

Pero otra vez ninguno de los dos dijo nada, solo apenas pudo oírse el suspiro extrañamente aliviado del azabache caminando al cobertizo para dejar las trampas sucias por la sangre de quienes atrapó hasta la muerte que debían ser limpiadas para evitar el óxido, la delicada mano del germano tomó un puñado pequeño de bayas de su cubeta y las comió antes de volver a acostarse abrazando la almohada que tenía un ligero aroma al dueño de la propiedad, no podía evitar sentirlo aún como uno de conforte a pesar de todo.

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Era un poco incómodo para el de esvástica comer de su cubeta mientras intentaba que la manta sobre su cabeza no se resbalara, pues debido a que el de ushanka había optado por cenar en la barra justamente mirando en la dirección en que estaba.. era un poco estresante querer darse prisa para volver a dormir, pero saber que debía masticar despacio para no comer de más y que luego le faltase alimento para mañana en que debía enfrentar su pequeño nuevo nerviosismo de salir a buscar más.

Ni siquiera había querido detenerse a pensar en el por qué de la repentina amabilidad camuflada del antiguo soviético ya que obviamente las dos cubetas de bayas no se habían recolectado solas y las mantas nuevas con la otra almohada no las pudo haber dejado allí porque sí, pero no quería darse esperanzas luego amargas de que por lo menos URSS lo había echado tal vez un poco de menos.. debido a que pasó cuatro días enteros bajo tierra como si de verdad hubiese muerto como se supone debía estar en un principio, aún así era extraño de que se hubiese levantado frente a la cabaña en lugar del medio del bosque u otro lugar lejano.

—..Treinta y ocho grados bajo cero.. —Se le oyó murmurar al carmesí que tenía la vista puesta en el termostato que señalaba la temperatura fuera y otro más que le agregaba quince grados al interior gracias a la chimenea siempre encendida—.

Acto seguido bufó aburrido de los largos meses fríos que aún seguían, levantándose para lavar sus platos y volver a su habitación dándole una última mirada de soslayo al más bajo para asegurarse de que aún respiraba debido a que ya tenía algunos minutos quieto escudándose bajo las gruesas mantas acolchadas tal como si fuesen el muro que dividió la mitad de Berlín hace algunos años.

Mañana debía salir a colocar las trampas limpias y revisar las que quedaron del día por si alguna había atrapado lo que buscaba, de solo recordarlo la boca se le ponía amarga y no le gustaba para nada esa sensación tan fastidiosa. Había estado teniendo pesadillas con las muertes de Dritte esos días por lo que además de algo cansado estaba estresado hasta esa mañana en donde al volver vio la tierra removida y las dos cubetas ausentes, seguidos de un bulto bajo las mantas que dejó sintiendo la necesidad por si por algún motivo el fascista lograba regresar de entre los muertos otra vez, pero este sí había vuelto y tenía cerca las bayas que no pudo recolectar esa noche.

Rebirthing [T.R × URSS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora