Historia precuela/secuela a mi historia "Niñeros".
-@MGGBBRAE
FSF |
❝ ¿Crees que además de la familia
existe algo por lo que valga la pena
sacrificarlo todo?❞
━━━━ ¿Cómo pasaron Chūya...
Satoshi | Bungō Stray Dogs¡! original fanfic 🗒️ ;;
[ 👨👨👦 : "Y finalmente parece que mis días solitarios han terminado
Te he estado esperando"
📎# [ "I've been waiting for you" , "ABBA" ]
| シ︎ capítulo 8
—> 770 palabras
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Dazai ingresó en la sala de hospital, y suspiró de alivio al ver que Chūya se encontraba bien, tumbado en una camilla, con Ranpo sentado en una silla al lado suyo. Bueno, Chūya se encontraba en el hospital, así que bien bien no estaba.
—Chūya, ¿estás bien?—preguntó el castaño mientras se acercaba al pelirrojo.
—Sí, estoy bien—dijo el mafioso pelirrojo con una débil sonrisa.
—Ha tenido una bajada de tensión—informó Ranpo—. Se ha desmayado cuando se dirigía a su habitación, he llamado una ambulancia y lo ha traído hasta aquí. El médico dice que está bien, pero como Mr. Fancy Hat sale de cuentas en unos días, prefieren tenerlo aquí para más comodidad.
Dazai asintió al mismo tiempo que sonreía. A pesar de lo que muchos podrían decir, Ranpo había estado haciendo un buen trabajo cuidando de Chūya ese mes y medio que llevaban, y el pelirrojo no tenía una sola queja respecto al azabache.
El castaño tomó una silla y se sentó al lado de la camilla de Chūya mientras tomaba una de sus manos entre las suyas propias.
—Bueno, ¿ha habido una noticia interesante en la Agencia?—preguntó Ranpo mientras se estiraba.
El detective asintió, y se dispuso a contarles las noticias y cotilleos de aquel día en la Agencia de Detectives Armados.
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Aquel día, veinticinco de mayo, Ranpo se dirigía a la habitación de Chūya. Habían pasado un par de días desde que habían ingresado al pelirrojo en el hospital, y como le había prometido a Dazai, iría a comprobar cómo estaba. Por su mente pasaba la pregunta de cuándo el pelirrojo saldría de cuentas, suponiendo que por lo menos faltarían otro par de días para que el bebé llegase.
Abrió la puerta de la habitación al mismo tiempo que decía:
—Oi, Mr. Fancy Hat. He venido a ver como es...—Ranpo abrió los ojos cono platos al escuchar gemidos de dolor.
Chūya se aferraba con fuerza a las sábanas de su cama mientras se encorvaba hacia delante y posaba su mano libre sobre su vientre. Gotas de sudor caían de su frente y su boca se curvaba en una mueca de dolor, que acompañaba los jadeos que escapaban de sus labios semi abiertos.
—Satoshi...—fue la única palabra que escapó de sus labios.
Ranpo se alarmó y corrió lejos de allí, con la intención de llamar a un enfermero o enfermera para que asistiera a Chūya.
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Chūya entreabrió los ojos. Suspiró tranquilo al ver que al lado de su camilla se encontraba una cuna, en la que habían dejado a su hijo. A su Satoshi.
El pelirrojo sintió sus ojos llenarse de lágrimas de felicidad y ternura. El pequeño que lo había estado acompañando durante nueve meses estaba con él por fin. Se fijó en cada una de sus facciones:tenía unos ojos azules como lo suyos, sólo que un pelín más claros. El poco cabello que tenía era castaño, como el de Dazai. Sus mejillas regordetas estaban sonrojadas, haciendo una perfecta combinación con su sonrisita de felicidad. Sus manitas se elevaban hacia arriba, buscando que alguien lo tomase en brazos.
Al tratar de moverse para poder hacerlo, Chūya notó una punzada de dolor en el vientre bajo. Se alzó la camiseta del pijama de hospital, viendo que tenía una costura. Ah, claro. Recordaba haber tenido dificultades en el parto, por lo que el médico optó por hacerle la cesárea.
El pelirrojo suspiró y se recostó en su cama, cerrando sus ojos. Tan pronto como lo hizo, escuchó la puerta abrirse y unos pasos sonando, aproximándose a la camilla.
—Hola, Chibi. Soy tu padre—escuchó susurrar a Dazai.
Chūya entreabrió los ojos, y sonrió de ternura al ver que el castaño estaba agachado al lado de la cuna y tenía extendido su dedo índice hacia Satoshi, quien atrapaba el dedo de su padre con sus dos manitas al mismo tiempo que gorjeaba.
—Dazai...—susurró Chūya.
El mencionado alzó la mirada y sonrió al mafioso. Tomó a Satoshi en brazos y se sentó en el borde de la camilla al mismo tiempo que le extendía a Chūya a su hijo.
El mafioso tomó a Satoshi entre sus brazos y dejó que las lágrimas que había estado aguantando cayeran por sus mejillas.
—Hola, mi amor—susurró Chūya al mismo tiempo que juntaba su frente con la de su hijo, quien aplaudió con felicidad.
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