Capítulo 19: Subir a las estrellas

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Ursa

—¿A dónde vamos?

Íbamos en su camioneta. Puse mi lista de música y él sonrió.

—Conozco un lugar que, espero, te guste. Sospecho que sí, pero veremos.

—Uhm. —Arqueé una ceja—. Sí, ya veremos.

—Es que mi chica lista es muy difícil de complacer.

Fruncí el ceño.

—¿En qué momento empecé a ser tu chica lista?

—¿No eres lista?

—¡No! ¡O sea sí! —rectifiqué enseguida—. Me refiero a... A esa otra palabra —renegué.

—Te tengo una buena noticia —dijo de pronto—. Se vendió uno de los brazaletes.

Me sorprendí y me puse nerviosa.

—Eso fue rápido. ¿Le gustó?

—Bueno, dejó cinco estrellas, así que imagino que sí. Preguntó si de verdad lo había hecho una evolucionada. Debería tomarte una foto y ponerla para que vean que eres real.

—Uhm. —Junté mis manos sobre mis muslos—. No lo sé.

—Tania me ayudó a idear alguna especie de biografía en el perfil. Mira. —Me dio su teléfono y lo tomé con duda, ya que se suponía que era personal—. Ese es.

La foto era el de un gato y lo miré de forma acusatoria, a lo que él sonrió encogiendo los hombros.

"Desde un pueblo entre las montañas, trabajo el cuero a mano para realizar finos brazaletes. Soy una chica evolucionada que ha decido dar a conocer su arte."

—No es tan extenso porque éramos dos trogloditas intentando escribir algo coherente por primera vez luego de años desde la escuela —se excusó—. Y mi hermano no estaba. Él es el inteligente.

—Me parece que está bien. No dice mucho. Eso es más que suficiente.

Sonrió ampliamente y su expresión cambió.

—Ah. Soy lo máximo, ¿eh? Por eso me llamo Max. —Ahogué una leve risa—. Voy a subirles el precio, si te parece bien. Ya encargué una tarjeta, además. Te la doy en cuanto llegue.

—¿En cuánto dinero humano los has puesto?

—Quince dólares.

—Es demasiado.

—¿Qué? No. Debes contar las horas que te toma hacer cada uno, el costo del material, de las herramientas, el costo por tu trabajo y agregarle el hecho de que eres una gatita y a los humanos les encanta lo exótico.

Posiblemente eso lo sabían los artesanos, costureros y otros similares oficios en mi pueblo, para vender algunas de sus cosas más "diferentes" a lo genérico.

—Con que exótico.

Me miró sonriente y volvió a ver al frente.

—En un negocio es así. Tiene que cubrir el producto y además tienes que pagarte a ti misma. Entonces el dinero del negocio es aparte del tuyo propio. No sé si me estoy explicando bien, pero es algo así, por eso se hacen esos cálculos.

Arqueé una ceja.

—¿Y dices que el listo es tu hermano?

Me miró con extrañeza.

—Créeme, no lo soy.


Me guió por las calles de la ciudad. Miraba a mi alrededor viendo los llamativos anuncios. Los edificios altos, la gente andando con ropas tan extrañas y diferentes. Había mucho ruido para mí, pero no me importaba.

Ojos de gato UrsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora