Max
Me puse de espaldas contra un muro, preparando el arma. Como los evolucionados roñosos caprichosos no estaban, se habían largado a sus pueblos y hacían lo que querían, como buenos gatos, había de todas formas venido de improvisto, con un equipo, a buscar información. Íbamos a entrar por una de las entradas posteriores.
Era de madrugada, había poca gente, así que disparé sedante a un guardia y enseguida al otro.
—Lo siento, amigos —susurré y seguí.
Agarré su placa y la usé para entrar. Anduve por los pasillos junto a Ramírez, sin problema. Estábamos con cascos con visores puesto. No íbamos a ser reconocidos. Parecíamos dos soldados más del lugar.
Le pedí que vigilara mientras yo entraba a una de las oficinas, forzando la cerradura con un potente imán.
Saqué algunos papeles y salí. Nos encaminamos de regreso, pero alguien llamó. Escuché que lanzaron a un evolucionado tras de nosotros y corrimos.
Sabía que no podíamos escapar así que solo volteé y le disparé sedante. El guardia venía detrás.
Me topé con algo y caí. Ramírez se detuvo.
—¡Vete!
El evolucionado me levantó del suelo como si no pesara nada. Era enorme. Gruñía mostrando sus colmillos. Lo golpeé con el arma lo más fuerte que pude y el visor se desactivó, dejando a la vista su rostro.
Mi sangre se me enfrió y abrí mucho los ojos al reconocerlo. Empecé a respirar con dificultad. Era... ¡Era...!
Alguien le disparó y él volteó, enfadado, a querer lanzarse a mi hermano. Lo reconocía, aunque tuviera también el casco puesto.
Le volvió a disparar y el evolucionado calló finalmente dormido. Corrí y lo tomé del brazo.
—Es...
—Déjalo. No tenemos equipo para reducirlos a todos ahora.
Corrimos. Los guardias humanos ya no pudieron hacer nada.
***
Me saqué el casco y resoplé.
—Mierda. ¡Mierda! —maldije llevando mis manos a mi cabeza—. Ugh. No debimos venir.
—Tú estabas terco con venir —dijo Tania.
—¡Ya sé! —Volví a resoplar—. Ahora van a doblar la seguridad y mover a los evolucionados. ¡Lo necesito, necesito despertarlo de su letargo y hacerle preguntas!
—Sí —comentó Jorge, cabizbajo—. Sin los evolucionados de nuestro equipo, no tenemos la velocidad para atacar y hacer dormir a todos.
Caí sentado y apoyé los codos en mis rodillas para cerrar mis manos contra mi frente. El sol ya se vislumbraba en el horizonte. Era un amanecer silencioso. Estábamos en una carretera alta que iba por una pequeña montaña. Veía parte de la ciudad.
—¿Sí era la oficina de Héctor?
—Sí.
Le di los papeles y él se sentó a mi lado.
—Grabé algo de la zona en la que tenían a un par de evolucionados.
—Perfecto. Servirá.
Se puso a revisar los documentos. Mi teléfono vibró, así que lo saqué, y al ver "la gatita", sonreí poniéndome de pie para responderle.
—Buenos días, muñeca. Creí que no sabías quién era.
Ella no estaba enfocando bien su rostro, pero podía ver parte de su labio inferior, su cabello rubio. Finalmente pude verla con su mirada confundida.
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Ojos de gato Ursa
Fiksi IlmiahElla no es humana y él, que debe detestar a su especie, no puede dejar de pensar en ella. Max es un joven militar y su misión es defender a la ciudad de aquellos peligrosos Humanos Evolucionados. Sin embargo, luego de conocer a Ursa, una chica evol...