Max
Llegué al edificio de la sede. Me di cuenta de que habían doblado el número de guardias y había más hombres. Detestaba a la mayoría de gente que estaba en las oficinas. Sobre todo, a aquella general corrupta. Ahora los años sí empezaban a pesarle.
De entre los presentes que andaban de aquí allá, pude reconocer a algunos cuantos jóvenes que habían estado en mi grupo.
—Señor —Ramírez me saludó.
—¿Los van a reasignar a algún cuartel? —De los pocos que quedaban.
—Estamos pidiendo volver con usted, señor.
Eso me dejó en piedra unos segundos. A pesar de que a veces tenía un carácter horrible, más que todo porque tenía que imponer mi autoridad, querían seguir conmigo. Me impresionó.
—Ah.
—Pero nos dijeron que por ahora no se puede. Su nombre no aparece en las posibilidades.
Apreté los labios, pero disimulé mi preocupación. Eso solo podía significar un par de cosas...
Pasé revisión para subir al alto mando, en donde no se permitían armas. Claro que ellos sí las tendrían. No eran estúpidos. Pasé por el detector y salí limpio.
Cuando entré a la oficina, mi padre revisaba los documentos sobre el escritorio. Mantenía su cara de enfado permanente, incluso peor que la mía.
Me dio una mirada y juntó las manos sobre el tablero del escritorio de madera pesada. Notó mis heridas.
—¿Tan poco te hicieron?
—Tú deberías saber qué tanto hicieron.
—No exageres. No iban a matarte. Eres mi hijo.
—Oye, no sé. Como al parecer tienes esa costumbre...
Frunció más el ceño.
—Quise confiar más en ti, pero tú no me confiaste algo tan importante como el hecho de que tenías a tu alcance a una evolucionada.
—Ella no es un objeto que tenga a mi alcance. —Sabía que iba a intentar provocarme. No iba a caer, pero desde ya, estaba siendo difícil.
—Una HE debería ser tu mascota, no tu mujer.
Apreté los puños.
—¿Vas a decirme qué quieres? ¿O ya puedo irme?
—A ella. Obviamente.
—Sabes bien que no podemos ingresar con tropas a alguno de sus pueblos sin que todos ellos se alcen contra nosotros. Si algo así pasa, las naciones unidas...
—Ya sé. Y aunque la vi en un par de ocasiones, no hubiera podido raptarla en lugares tan públicos. Mucho menos con esas fotos de ella en el evento conmigo. Es por eso que te lo pido de la buena forma. Ella confía en ti.
—Sí, claro. ¿Cuál es tu amenaza? Porque sabes bien que jamás te la entregaría solo porque lo pides. Además, como ya les dije a tus matones, no sé en dónde está.
—¿Crees que mis hijos podrían hacer algo sin que yo me enterara? Sé bien que te la coges.
—Cállate —siseé.
—Ya no he escuchado nada, así que asumo que la has sacado de donde estaba. ¿En dónde la has escondido?
Al darme cuenta de lo que decía, se me revolvió el estómago y todas mis entrañas pesaron como el plomo. Mi respiración flanqueó y pude sentir cómo me congelaba de golpe.
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Ojos de gato Ursa
Ciencia FicciónElla no es humana y él, que debe detestar a su especie, no puede dejar de pensar en ella. Max es un joven militar y su misión es defender a la ciudad de aquellos peligrosos Humanos Evolucionados. Sin embargo, luego de conocer a Ursa, una chica evol...