Capítulo 14

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Si hace unos meses, cuando no tenía fuerzas ni ánimos para levantarme de la cama porque la depresión no me dejaba hacer vida normal, me hubiesen dicho que estaría en una fiesta en el paseo marítimo, besándome con un chico cuya belleza debía ser ilegal, que me volvía loca y que me gustara, no me lo hubiera creído.

Estaba pasando.

Silas me estaba besando.

Y yo estaba dejando que lo hiciera.

Fue algo instantáneo. Como cuando caminas, tu cerebro va en modo automático, mueve tus piernas hacia adelante por inercia pura.

Lo mismo ocurría cuando besabas.

Ese movimiento de abrir mis labios para recibirlo y arquear mi cuerpo hacia el suyo fue tan instantáneo y natural como respirar, como si mi cuerpo necesitara de aquel beso para subsistir.

Silas soltó una especie de gruñido ante mi respuesta, como si no se esperara que lo hubiera recibido sin protestas.

Pero a estas alturas, estaba cansada de fingir, estaba cansada de luchar contra lo que deseaba.

Los labios de Silas se movieron sobre los míos, feroces, deseando saborear cada segundo de ese momento que nos estábamos dando.

En un segundo su cuerpo se restregaba contra el mío. Lo sentí duro y firme por todas partes, sobre todo en cierta zona que se presionaba contra mi vientre.

Su lengua lamió mi labio inferior en un gesto lento y tortuoso que me hizo jadear en medio del beso. Silas aprovechó ese segundo para introducir su lengua en mi boca, que se encontró con la mía con suavidad, volviendo el beso húmedo, más profundo. Mis dedos se perdieron entre aquel cabello largo y suave para atraerlo más hacia mí. Él movió sus caderas hacia adelante y podía morir allí mismo ante el roce de mi zona más erógena contra sus caderas.

Era increíble lo que estaba sintiendo en aquel momento. Sentía que mi cuerpo flotaba en una nube, que en cualquier instante levitaría sobre mis pies porque aquello no podía ser real.

Silas no podía ser real.

Lo que sentía no podía ser real.

Cuando una de las manos de Silas se enredó dentro de la hebilla de mi collar para tomarme del cuello, me encontré sorprendida al notar lo mucho que me gustaba ese tipo de posesión.

-He deseado tanto esto -susurró sobre mi boca, sus dedos sobre mi cuello hicieron que inclinara mi rostro hacia arriba para mirarlo directo a los ojos -, me vuelves loco, Alana.

Con la mirada oscurecida por un deseo ardiente, sentí mi corazón latiendo rápido ante lo que me pasaba con Silas.

Tú me vuelves loca a mí.

-Siempre llevándome la contraria.

Y antes de que me diera tiempo a replicar su boca ya estaba sobre la mía, tomando todo lo que yo pudiera darle.

Permitiendo este momento de tregua entre ambos porque no podía negar que besar a Silas estaba siendo el mejor descubrimiento de mi vida, me froté contra su entrepierna en medio del beso, mientras sus labios se movían sobre los míos, buscando explorarme y conocer lo que me gustaba en el proceso.

Yo misma estaba descubriéndome en ese momento, al darme cuenta de la receptividad de mi cuerpo ante Silas, ante su boca, a su lengua enrollándose con la mía, a nuestros cuerpos apretados y frotándose, me di cuenta de que aquella era la primera vez que disfrutaba besando a alguien.

Gemí por lo bajito al sentir los músculos de mis piernas tensarse porque el placer empezaba a acumularse en cierta zona entre mis piernas, y Silas, dispuesto a ir por más, siguió besándome mientras su otra mano se deslizaba hacia abajo para tomarme por el culo, alzándome un poco. Acepté aquella invitación y enrollé mis piernas alrededor de su cintura, notando como ciertas zonas se frotaban con el roce de su pantalón sobre mi vestido haciendo que otro gemido se me escapara.

El día que aprendí a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora