Despertar de algo

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Sus dedos repiqueteaban en la pared y yo cada vez sentía más curiosidad pero, para que no fuera tan evidente, me forcé a bajar la mirada al libro.

Cuando colgó, esperé un rato para, fingiendo desinterés, hacer un comentario casual con una pregunta escondida detrás:

—Por suerte no te llamaron más del trabajo, debes de estar agotado...—dije poniendo el señalador en el libro sobre mi regazo.

—No, por suerte no...—Dijo. Él siempre me contaba todo; me aclaraba las cosas...¿Por qué esta vez no lo hacía?

No pude contenerme.

—¿Y quién era?

—Oh, —Oh...—Noel. Una vieja amiga. Se mudó a Australia cuando terminamos el secundario. Volvió unas cuantas veces en las que nos cruzamos pero nada más que eso y ahora está en la ciudad.

—Oh, qué bien...¿De visita?

—No, se mudó aquí ¿Puedes creerlo?

—Vaya.

¿Quién era esa tal Noel? Sonaba como que hubiera sido algo más que una amiga o tal vez era solo mi imaginación. En cualquier caso...¿a mí qué me importaba?

Aunque ya no seguimos hablando y el televisor no estaba prendido, me costó trabajo concentrarme en la historia y seguir leyendo. Mi mente se iba a esa llamada. Cada movimiento, cada gesto en su rostro se repetía una y otra vez en mi mente mientras intentaba analizarlos, destriparlos y hallarles significado ¿Qué me pasaba? Lo sabía, me sentía celosa, pero...¿de qué? De Adam ¿Por qué? No me correspondía estarlo. Yo solo...Él no me gustaba, para nada. Solo me llevaba bien con él porque dado que vivíamos juntos...

Aún así algo extraño se revolvió en mi pecho y la nariz comenzó a escocerme. Sentía...Los ojos me empezaron a arder y supe que quería llorar. Tenía un capricho, un berrinche, una sensación sumamente infantil pero incontrolable dentro y decidí que lo mejor sería salir de esa sala un rato.

Cambié mis sandalias por zapatillas y, sin avisarle, salí a correr.

Ya estaba atardeciendo y la brisa en la sombra hacía que me diera algo de frío pero pronto, con el trote, entré en calor.

No sé cuánto tiempo estuve corriendo. Planeé no volver hasta que esa sensación se me hubiese esfumado, hasta quemarla con el calor de mi cuerpo; correr tanto que esta se me despegara y se quedara atrás. Escapar de ella.

fRegresé agotada y necesité de un largo baño lleno de burbujas para recomponerme lo suficiente para bajar a cenar.

Apenas llegué, Adam entró en la cocina para luego salir con dos platos de un arroz amarillo con hongos que se veía muy cremoso.

—Se llama risotto—Me explicó, pero, la mejor parte, fue descubrir que dentro tenía mezclados pequeños trozos de salmón. Le sonreí.

—Es bueno—dije llenando nuevamente mi tenedor.

—Lo conocí en el comedor escolar de la universidad. Hubo un tiempo en el que viví fuera, en el campus. La pasábamos muy bien con mi grupo de amigos, pero...Mamá y papá se sentía muy solos. Lógicamente, como padres, jamás pudieron superar lo de mi hermano y...bueno, no quise dejarlos así que me volví.

Asentí.

—Lo entiendo...No sabía eso—dije mirando al suelo.

—Sí, la verdad es que me lo pasaba muy bien. Estudiabamos, sí; pero lo que más hacíamos era salir. Vivíamos más en el campus contrario, el de las chicas, que el nuestro y como Jimmy manejaba, hacíamos todo en su auto.

—¿Estabas de novio o eres más del tipo que sale y está con todas? —pregunté.

—Admito que salí con algunas. Ya sabes, dicen que si no pruebas no sabes pero yo probé y descubrí que esa vida no era lo mío. La de las fiestas, me refiero. Soy más de lo estable.

—¿Y entonces te pusiste de novio?

—Bueno...he tenido algunas citas y salidas más serias pero nada perduró. Ninguna me llenaba demasiado. Creo que...no me sentía tan cómodo, la gente me juzga mucho a veces—Dijo y levantó una ceja mirándome. Sabía que se refería a cuando yo hacía unas semanas lo había hecho pero también noté que bromeaba, que era sin rencor.

—¿Y en ese momento por qué? Digo, lo siento, pero allí no tenías tu empresa.

—No, supongo que no, pero tal vez daba la impresión de alguien más..."salidor". De un mujeriego y esa no es mi realidad.

—Entiendo. ¿Y te interesa estar con alguien?

—El día en el que encuentre a mi persona, sé que me sentiré completo.

—Eres un romántico.... —Rodé los ojos pero no pude evitar sentir una pequeña punzada incómda—Y...¿la chica de hoy?

—¿Noel? No, ella...Creo que comenzamos algo, pero...No lo sé, no creo. Es muy agradable, divertida y creo que somos bastante afines, pero...Falta algo más—Yo fruncí el ceño girando un poco la cabeza, la implícita pregunta del "¿qué?". Él la captó—No es solo llevarse bien. No creo que se trate de eso. Quiero un desafío, alguien que me vuelva loco, alguien con quien me esfuerce por cuidar, por impresionar, querer y mantener. Con ella no lograba todo eso.

—Supongo que eso es difícil de encontrar.

—Puedes encontrarlo, el problema es que la otra persona te corresponda—Eso resonó en mí. De pronto me sentí identificada—A esta altura de mi vida...

—¡Eres joven! —le dije.

—Déjame terminar—rió—A esta altura...Quiero a alguien en serio—Eso también resonó en mí. El cierre de una pequeña puertecita llamada "al menos una vez" conmigo—Aunque bueno, hace mucho que no nos vemos, quizás...

Mi mente estaba ya algo alejada de la conversación. Yo era una chica fuerte, impulsiva, decidida. No me gustaban las conversaciones a medias y no me gustaba quedarme con las ganas de nada, yo...

—Yo...—Mi mirada seguía en el suelo pero la levanté—¿Qué sientes tú cuando me ves?

—¿A tí? —De pronto había sorpresa en su mirada. Un levantamiento de cejas y pude ver cómo sus manos, grandes y algo toscas, se apoyaban sobre la mesa antes de que él se moviera un poco. 

Vendida al CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora