Vuelta a lo de antes

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NARRA LESLIE

Podía confirmar que efectivamente me trataban como a una cosa. Adam me había forzado a vivir con él, algo que ya había olvidado pero que ahora me obligaba a recordar, y ahora mamá quería volver a enviarme con este hombre sin saber siquiera qué me había sucedido allí. Todo por dinero.

Al menos Adam había tenido el respeto por mí de irse y dejarme sola. Y mierda, recordar eso me hacía pensar en cuanto lo extrañaba.

No quería estar con mi horrenda familia, más que con mis pobres hermanos menores que no tenían la culpa así que pasé todo el fin de semana encerrada en mi cuarto y solo salí por provisiones con las que rellené una bolsa para tener un largo tiempo: fiambreras y paquetes de galletas serían suficientes.

El lunes salí muy temprano por la mañana a la escuela y luego me permití circular por el salón hasta que mis padres volvieron del trabajo, completamente negada a hablar.

Tanto tiempo en soledad me hacía pensar siempre en él y la tristeza ya no me permitía leer ninguna novela romántica que me distrajese.

Comencé con el género policial y de terror: los payasos asesinos y las mujeres iban mejor con mi estado de ánimo.

Por las noches solo lloraba. Me sentía apagada porque a nadie le importaba lo más mínimo de mi existencia. Tan solo a mis hermanos menores que, a medida que creciesen en mi puta familia, aprenderían a dejar de hacerlo, de quererme, al notar que yo era una mujer.

Había tantos momentos en los que me quedaba con la mirada perdida en el techo, intentando no pensar...Tan solo observando la pintura rosa descascarillada.

NARRA ADAM

Llegué a casa con el corazón roto. Sentía que volvía a un par de gigantes barrotes, de muebles lujosos y libros carentes de sentido ya que nadie se interesaría en leerlos más.

Sentía que mi hogar había dejado de serlo para ser ahora solo una vivienda, una mansión.

Llegué completamente de mal humor y apenas noté a Noel cuando ella me envolvió por detrás con sus brazos.

—¿Qué pasa, Am?—me preguntó en un ronroneo triste—Era una chiquita inmadura, era obvio que no estaba a tu altura, cariño.

¿Cariño? Las palabras me llegaban pero yo no llegaba a reaccionar. Estaba en shock.

Apenas sentí como ella se contoneaba hasta quedar por delante mío y solo desperté cuando sus labios besaron los míos. ¿Qué?

Me aparté bruscamente hacia atrás.

—No, Noel. No.

Poco recuerdo de lo que ocurrió luego pero sí sé que conseguí, lo más amablemente que pude, que se marchara a su casa.

Estar en la mía dolia, dolia sin ella. No quería estar ni en la biblioteca, ni en el comedor, ni en...

Pero como era un puto masoquista acabé en su habitación. Tapado en sus sábanas llenas de su aroma. Y lloré. Porque era lo que debía pasar, pero había sucedido muy pronto. Porque ella quería volar, pero en esa casa yo tampoco estaba seguro de que lo hiciera. Debía hacer algo. Debía...Podría comprarle una casa para darle su espacio y que no tuviera que convivir con su familia, o algo.

No sabía.

No supe si dormí o permanecí despierto, tildado, toda la noche y el domingo sucedió igual.

Apenas me levanté a la fuerza, con ojeras, el lunes para trabajar y funcioné todo el día en piloto automático aunque eso era mejor que estar en mi casa. Por ese motivo solo dí vueltas en el auto para no volver pero ya el hecho de saber que esa era una actividad que hacía con ella, la traía a mi memoria, que en realidad nunca había abandonado.

Al menos había tomado otro de mis autos para cambiar un poco el ambiente.

Cuando por fin llegué a casa, Samuel, el vigilante, me dijo que Noel había pasado a ver cómo estaba pero se había ido al no encontrarme.

La verdad no me importaba mucho pero sí me aseguré de enviarle un mensaje para ser cortés pero luego busqué comida que comí en la cocina, aunque me recordó a aquella noche sin luz, y después de comer en una cantidad brutal por la angustia, subí a recostarme a su cama aunque estaba incómodo por el estómago tan abultado.

Al día siguiente volví a trabajar en piloto automático y por primera vez en mi vida agradecí la pasada insistencia de mi cliente ya que gracias a él, poco pude pensar en otro cosa aunque la risa de Leslie cuando yo le contaba enfurruñado sobre el tipo, volvió a mi mente como un eco.

Samanta, una de mis más fieles empleadas, me sonrió cuando llegué a casa y me dijo que tenía a alguien esperándome en el jardín.

Cuando llegué, allí estaba Noel sirviéndose un té.

—Noel—exclamé sin mucho entusiasmo.

—Oh, Am—dijo ella abriéndose de brazos mientras se ponía de pie y caminaba hasta mi—¿Qué te ocurre, cariño?

Siempre me había fastidiado un poco eso en ella, te trataba como si fueras un niño cuando teníamos la misma edad, pero bueno.

Necesitaba desquitarme así que le conté toda mi historia con Leslie y para cuando estaba por terminar, todo dolía en mí y no me preocupé demasiado por ocultar las lágrimas.

—Ven aquí—me dijo—Ya te dije que ella no estaba a tu altura. Pero debes dejar de mirar hacia atrás, eso ya pasó. Mira ahora—me tomó de la barbilla—Aquí. Frente a tí—rió—Ya llegué—Me acarició el pómulo con el dorso de su mano.

Vendida al CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora