Luego de estacionar el auto en donde estaba antes de nuestro paseo, él me abrió la puerta y me tendió la mano para salir. Mirando el reloj en su mano izquierda, dijo:
—Son las doce. Feliz cumpleaños.
—Gracias—dije yo saliendo del auto sin tenderle la mano.
Él me observó salir.
Volvimos a entrar en la mansión y subimos hasta el segundo piso en donde se hallaba el comedor.
—¿Bebes algo? Hay que brindar. Puedo recomendarte...
—Ya sé que conoces sobre vinos pero no me interesa. Estaré bien con frapuccino.
—Como gustes, cumpleañera. La red velvet y el carrot cake...
—Son para adultos mayores. Una porción de tarta de chocolate, por favor.
Él asintió tragándose algo. No sabía si era una sonrisa o las ganas de matarme.
—Es verdad que sé de vinos pero de lo que más sé es de perfumes.
—¿Ah, sí?
—Mi padre tenía una empresa. Era multimillonario hasta que la fundió en alcohol y apuestas. La muerte de mi hermano lo destrozó. Te cuento esto para que veas que todo este dinero lo construí desde abajo. Renací de las cenizas yo solito, como un fénix.
—Bien por ti ¿Y tus opiniones políticas...Gracias—me interrumpí para agradecer con un asentimiento de cabeza a la mujer que me trajo mi trozo de pastel—son iguales a los libros que publicas?
—No siempre se puede hacer lo que uno quiere. Creo que es una lección que a tus dieciocho años deberás aprender. Mi objetivo fue quitar a mis padres, que por cierto estaban muy acostumbrados al lujo, de la ruina en la que cayeron. No le robé a nadie. No estafé a nadie. ¿Qué daño hago cerrando el culo en unas cuantas entrevistas y sonriéndole a la cámara si al final del día puedo llevar pan a mi casa y hacer algo felices a mis padres? ¿A tus padres les fascina su trabajo? Son empleados por lo que entendí...
—No, pero...
—Solo me amoldo a mi conveniencia por un bien mayor.
No podía refutar eso pero odiaba dar el brazo a torcer así que cambié de tema.
—Dijiste que el trabajo te ocupa poco espacio...¿Qué es lo que verdaderamente te gusta?—me relamí. Esa mousse de chocolate estaba buenísima.
—La pintura. Me apasiona coleccionar cuadros.Estoy empezando a pintar también. Aún debo mostrarte mi sala de arte. O bueno, en realidad debo mostrarte toda la casa, cuando gustes—.Yo asentí—¿Cómo pasas tú tu tiempo?
—Siempre estoy haciendo cosas. Con amigas. Salimos mucho a discotecas o al centro comercial. Ahora me siento extraña—Él iba a decir algo pero yo continué y él se detuvo con satisfacción para escucharme—Pero...Cuando estoy sola, me gusta leer. Leo mucho online. En Wattpad.
—¿Esa es una editorial?
—Una plataforma.
—Deberás contarme más sobre eso. Es importante evaluar la competencia.
—No creo que sea competencia. Son muy distintas y los libros son sobre todo románticos o juveniles. No hay política.
Él asintió.
—Así que sales...Te imaginaba más retraída—Yo enarqué una ceja y él levantó ambas manos haciendose el inocente—Con tu humor, pensé que...
—Mi humor se debe a que me trajiste aquí sin consentimiento y a que tus ideales me parecían una mierda—me apresuré a cortarlo sin hallar el error.
—¿Te parecían? Dijiste eso ¿Ahora que te los expliqué me entiendes?
—Si estoy de mal humor es porque me siento atrapada cuando lo que más valoré en mi vida siempre fue la libertad, ¿ok?
Él se guardó una sonrisa mirando para el costado y por un momento sentí ganas de abalanzarme sobre la mesa y estrangularlo.
—Cuéntame algo más de tí. Así sabré qué es lo que te gusta y qué es lo que no.
—Me interesé desde muy joven en el feminismo. Cuando mi abuela me explicó lo que era.
—Ajá.
—Ella batalló con muchos hombres en su vida...Tuvo tres matrimonios y en su juventud trabajó en un cabaret para sacar a flote a mi padre y sus hermanos.
—¿Así que odias a los hombres?
—Soy feminista. Creo en la igualdad. Odio solamente a los hombres que se creen superiores y a quienes tienen la teoría de que por ser feminista odio a todos los hombres. Son unos desinformados.
Él fingió no darse por aludido. O era tan idiota que en verdad no lo había hecho. No creía que fuera esa opción. No...parecía idiota. Creía que solo me estaba provocando.
—Eres de opiniones fuertes...¿Y en qué más crees?
Tomé aire y pensé.
—No sé, a veces no creo en nada. El ser humano me decepciona...Tenemos tanto en nuestro poder y lo usamos tan mal...
—¿Pesimista?
—Realista.
—Una chica con ideales.
—Una mujer. Tengo dieciocho.
—Lo siento, lo siento, milady.
—¿Tú te consideras un hombre?
—Tengo veinticinco. Tengo mi trabajo, tengo...
—Además de todo tu decorado—lo interrumpi—¿Sientes que llegaste a la madurez?
—Alcancé mi mayor estado de madurez de muy joven, Leslie. Cargué a mi familia a mis espaldas desde los trece. ¿Por qué sonríes?
—No sonrío—retrocedí, poniendome a la defensiva. No había notado que estaba apoyada con tranquilidad sobre la mesada de mármol blanco.
—¿En qué pensaste?
—Yo también fui bastante responsable de pequeña. Mis padres estaban pero... Trabajaron siempre por nosotros. "Estaban" pero no estaban. ¿Lo entiendes?
—Debían trabajar—asintió—Les enviaré dinero.
—No necesito tu ayuda.
—Ellos sí y ahora eres mi familia así que ellos también.
—Yo no soy tu...—De repente la realidad me cayó. Me estaba relajando. Me estaba abriendo y él...—¡Intentas comprarme! —grité poniéndome de pie. La silla hizo ruido al arrastrar sus patas metálicas contra el suelo—¡Pero te advierto que nunca lo vas a hacer! —me alejé mientras lo señalaba con un dedo—Puedes subestimarme pero no dejaré que tu triste historia y tu dinero se lleven mi libertad—dije y corrí hasta mi habitación abrazándome los brazos.
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Vendida al CEO
RomancePUEDE COMPRAR SU CUERPO, PERO...¿SU CORAZÓN? Leslie Brown no está de acuerdo con la opinión de su familia. Para ella, el empresario Adam Boston es un arrogante, un malcriado caprichoso y un patán. Ella no puede demostrar todas sus teorías excepto un...