Distancia

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Su voz era un susurro que pretendía ser sensual pero que no despertaba nada más que amistad en mi. Ella me rodeó la parte de espalda que pudo con su delgado brazo y comenzó a acariciarme.

—Noel, yo no...

—Shhh—Rió—Déjate llevar. Estás saturado de trabajos y cosas y no piensas con claridad. ¿Eh, hombre ocupado?—me empujó ¿Qué debía hacer?—Vamos, solo tengamos un poco de diversión para que olvides...

—No, hoy no.—le dije y ella retrocedió.

—Como quieras. Entonces creo que debo irme—dijo tomando su bolso y abandonando mi muslo en el que apenas había notado que había tomado asiento.

Los días siguieron pasando y yo me preguntaba qué hacer con Leslie. Quería saber cómo estaba, moría por hacerlo pero quería darle su espacio. Quería sacarla del infierno qué significaba para ella su casa, pero también...Mierda. Mi mente estaba quemada, echaba humo.

Noel continuó viniendo todas las tardes. A veces merendábamos y otras ella quería caminar por el bosque, aunque ese fuera antes mi plan con Leslie.

—Debes reemplazar los momentos feos para que sean lindos otra vez—me dijo cuando se lo conté.

Pero ese era el problema: que mis recuerdos con Leslie no era feos, eran los mejores, solo dolía que ahora no estuviesen más que en eso; en recuerdos.

Yo no quería reemplazarlos solo...Dolían. Dolían mucho.

NARRA LESLIE

No quería saber nada de él pero a la vez me mantenía mirando una y otra vez la foto selfie que nos había sacado con mi teléfono.

Esperaba todo el tiempo recibir un mensaje pero con el pasar de los días cada vez sentía menos que fuera a llegar.

NARRA ADAM

Lo peor fue aquel día, al final de dos semanas después, en el que me volvió algo que hacía centenares de meses que no me ocurría: la opresión en el pecho, el nudo en la garganta, el hormigueo en las extremidades, el frío y el calor. Un ataque de pánico.

Noel estaba ahí y yo perdí la consciencia de qué era bien lo que estaba ocurriendo. Me veía como desde fuera de mi cuerpo mientras ella me llevaba de la mano hasta mi habitación.

Estaba congelado mientras ella se sacaba la ropa deslizándola de a poco por su piel mientras reía.

Mientras trepó hasta mi y jaló de mi corbata para luego ir desabotonando mi camisa y bajar hasta mis pantalones.

Cuando llenó mi boca inmóvil de besos.

Yo solo pude reaccionar cuando...cuando se agachó frente a mí. Cuando reaccioné en que estaba a punto de tener sexo oral conmigo.

Retrocedí sobre mis manos los pocos centímetros que me separaban del respaldar de la cama.

—Noel, no. Qué mierda, no.

Su rostro se desencajó. Yo no sabía cómo mierda había llegado a eso pero no...No podía permitirlo.

No. Por un momento había alucinado que esa era Leslie pero frente a mí no estaba ni su perfume ni su sonrisa ni su cabello castaño.

Me puse de pie y me vestí lo más rápido que pude mientras que Noel, confundida y de seguro enojada, hacía lo mismo.

No podía hacerle eso a Les.

Tomé mi teléfono e intenté llamarla. Fuera de cobertura. Ella me había mencionado que a veces la señal en su casa era una mierda. Bien, la buscaría.

No. Era mucho. Sí, sino era poco. Puta madre.

Le escribí:

Les...Yo...No quiero molestarte, ni comprometerte con esto que te diré. Te extraño mucho. Cada momento. Me encantaría que estuvieras conmigo pero sé que las mariposas más bellas merecen la libertad y lo que me preocupa es que en tu casa no la tengas. Sabes que cuentas conmigo para mudarte a algún lado, no quiero que vuelvas a mi casa si no quieres hacerlo. Tú no eres mía pero me temo que yo seré siempre tuyo.

Adam.

Envié el mensaje. Y caminé. Caminé como un paranoico en círculos hasta que el sol cayó.

NARRA LESLIE

Estaba mirando al techo de mi habitación—el wifi se había perdido—cuando la notificación de una llamada perdida y un mensaje entraron de golpe.

Mi corazón se tropezó consigo mismo antes de volver a andar más acelerado esta vez. Era Adam. Maldita sea. Había esperado tanto ese mensaje que ahora me daba temor abrirlo.

Pero lo hice. Y me derrumbé. Mierda.

¿Puedes venir?

La respuesta no tardó en llegar

Estoy en camino

No quería otra casa. Quería estar con él, quería vivir con él pero...¿qué tal si él no deseaba vivir más conmigo? Si había rehecho su vida o...

Tú no eres mía pero me temo que yo seré siempre tuyo...

¿Sería verdad?

Los minutos se me hicieron horas pero él pronto llegó y cuando lo vi...

Me detuve dos segundos en la puerta hasta correr hacia él. Me lancé a sus brazos y cubrí su cuello con los míos al igual que sus piernas con las mías y él me levantó a horcajadas.

Temía sacar mi cabeza de su hombro. Temía verlo a la cara y comencé a sollozar.

Me sequé una lagrima y él me acarició el cabello hasta que nuestros rostros quedaron uno frente al otro.

Su respiración frente a la mía.

Que bien se sentía volver a sentir su calor, su aroma. A tener su tacto y su presencia.

—Te necesité tanto.

—Yo igual—sollozé.

—Quiero lo mejor para ti.

—Lo mejor para mí es a tu lado—le dije y nuestras bocas al fin de encontraron. Se comieron ahogando el deseo y la furia y la desolación. Acortando la distancia, comiendo las horas y consumiendo en fuego las lágrimas.

Por fin estábamos juntos y, si dependía de mí, jamás nos separaríamos.

Vendida al CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora