Me sentía extraña cruzando los pasillos del colegio sabiendo todo lo que habíamos hecho ayer. Me sentía más adulta, más madura y con más experiencia.
Entré en el baño y cuando salgo, una voz de chico me llama:
—¡Ey, Leslie!
Busqué confundida el origen de la voz y, cuando lo encontré , sonreí y me acerqué a él.
—¡Tyler! Wow, hace tiempo que no te veía.
—Estaba en la otra sede de la escuela, por el intercambio.
—Cierto. Cuéntame cómo te fue.
Había otra sede de nuestra escuela. Una bastante más alejada del centro y también más lujosa. Tyler era de las pocas familias en esta escuela que tenía dinero y sus padres le habían podido pagar el traslado que la escuela ofrecía. La diferencia de Tyler con los demás chicos era que él no presumía, era humilde, bondadoso y, si no habías ido a su casa, jamás te enterarías por su boca de su poder adquisitivo tan distinto del de la mayoría en aquella escuela.
Conversamos durante todo el recreo y luego nos sentamos juntos en la clase.
Lo saludé poniéndome de puntillas para besar su mejilla al despedirme y caminé contenta hacia el auto de Adam. La sonrisa de cada vez que lo veía al mediodía en mi rostro esta vez no hacía par con la de él.
También me puse de puntillas para saludarlo pero esta vez, el beso que dí fue más fuerte, ruidoso al exterior y, para adentro, mil veces más sentido. Lleno de deseo, fuego y pasión.
Él enarcó una ceja.
—¿Qué fue eso?—le pregunté ya subiendo al coche.
—Yo debería preguntar lo mismo.
—¿Eh?
—El beso en la mejilla a ese chico.
Ah...No lo podía creer.
Reí negando y así intentando borrar el calor que me subía desde el pecho a las mejillas...¿Aquello era una escena de celos? Sentirme celada por Adam, era...como mínimo excitante. Me hacía sentir deseada, que me prestaba atención. Así que deci responderle de modo que lo fastidiase, solo para ver su reacción.
—Así se saluda a la gente cuando te vas, ¿sabias?
—Eeey, no te hagas la listilla conmigo. ¿A todos los hombres los saludas con un beso en la mejilla? ¿Con todos te acuestas?
Eso me golpeó. Y duro.
Adam era...Adam había sido el único que por mi aspecto no me había tratado como a una puta, como a un objeto de placer para los demás. Que él me dijera eso no solo me hería por lo que era él, que era la mayor parte, no solo me hacía dar cuenta que había sido una estupida, no solo me hacía perder la fe en él sino también en todos los hombres.
Él me había hecho recuperarla. Me había demostrado o, me corrijo, hecho pensar que había algo diferente, pero ahora...
—Pues sí, porque soy educada. ¡No como tú que eres un arrogante inmundo!—le grité—Y no soy una zorra barata, claro que no me acuesto con todo el mundo. Jamás lo hice con nadie excepto contigo y fue porque de veras lo sentí aunque no sé ni para qué te lo digo, si tan solo me usaste...Claro, seguro ensayabas. Seguro...—Palabras que ni siquiera sabía que tenía guardadas salían a borbotones de mi—Seguro...Ensayabas para Noel, ¿no es así?
—Leslie, yo...
—¡Basta! Cierra el pico.
—Les...
—Ya no me llames así—grité llorando—No tienes el derecho.
Habiendo dicho lo último, abrí la puerta del auto y me marché. Y corrí y corrí sin rumbo, sin saber a donde ir. Mi casa, otro lugar en el que me trataban como a una puta, como a un objeto, el lugar en el que me habían vendido a ese cretino no era una opción. Ni miras.
Puta madre. Estaba sola en el mundo y mierda que dolía.
Una idea cruel se me pasó por la mente. Después de todo, yo no lo había dicho, había sido idea de Adam. ¿Y si llamaba a Tyler? Él era un buen amigo.
Mientras caminaba...pensé en lo mal pensado que estaba el dicho: "la venganza es dulce" Si querías vengarte, si ocupaba tu tiempo, era porque aún te hacía sentir algo. Si lo opuesto al amor no era el odio sino la indiferencia... La venganza no era dulce. Era amarga. Sabía horrible en la boca, te daba nauseas pero hasta ahí llegaba. No te dejaba vomitar. No te dejaba librarte. Te hacía caminar medio moribunda con ella, sufriendo y sangrando. Queriendo exorcizarla sin éxito y que, con la desesperación de lograrlo, hicieras en vano intentos estúpidos. Cometieras errores rápidos de hacer y difíciles de borrar, cosas que luego dolerían y arrastrarías aún más que las náuseas que habías sentido antes. Huellas imborrables que te harían esta vez sí vomitar, sí, pero que te desgarrarían la garganta en el proceso.
Sabía en dónde quedaba la casa de Tyler porque cuando éramos pequeños y teníamos un cumpleaños, papá solía dejar a varios de los chicos que vivían por nuestra zona y ese era el caso de Tyler.
Su casa era una amarilla mucho más grande y moderna que la nuestra. Quedaba más alejada que las demás por el hecho de que se encontraba en una mejor zona.
Toqué la puerta al entrar y fue como si con cada golpe desbloqueara miles de recuerdos.
Quien abrió, por suerte, fue Ty.
—¡Leslie, qué sorpresa!
—Hola, Ty. Espero no molestarte...Tenía un rato libre y pensé en pasarme para conversar un rato y ponernos al día.
—Claro, ven, pasa—dijo él con una sonrisa blanca de oreja a oreja mientras que me hacía rápidos gestos con la mano haciéndose a un lado e invitándome a pasar.
Yo entré y recordé el aroma que ya había olvidado: cítrico y madera los muebles.
Rico.
Fuimos hasta la mesa y comenzamos a charlar. Él me ofreció comer pero la culpa se enredaba en mi estómago dando trompicones y haciendo que todo en mi se sacudiera demasiado para ingresar además alimento.
Él de todos modos, siempre tan cordial y generoso, dejó en la mesa una bandeja con bocadillos dulces y salados en su mayoría, dada la hora. También me sirvió gaseosa.
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Vendida al CEO
RomancePUEDE COMPRAR SU CUERPO, PERO...¿SU CORAZÓN? Leslie Brown no está de acuerdo con la opinión de su familia. Para ella, el empresario Adam Boston es un arrogante, un malcriado caprichoso y un patán. Ella no puede demostrar todas sus teorías excepto un...